PROYECTO DE TP
Expediente 2323-D-2012
Sumario: DECLARAR DE INTERES DE LA H. CAMARA EL CENTESIMO ANIVERSARIO DE LA FUNDACION DE LA CIUDAD DE AÑATUYA, PROVINCIA DE SANTIAGO DEL ESTERO, A CELEBRARSE EL DIA 5 DE JULIO DE 2012.
Fecha: 19/04/2012
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 32
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Declarar de interés parlamentario los 100 años de
la Fundación de la ciudad de Añatuya, Cabecera del Departamento General Taboada, en la pro-
vincia de Santiago del Estero, que se celebrarán el día 5 de julio de 2012.-
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Este año será muy especial, pues Añatuya comenzó
a transitar el año de su Centenario, y todas las actividades a realizarse se enmarcaran en ese
contexto. Por ende, en la fiesta mayor se hará especial hincapié en toda su vasta tradición, con
sus personajes, sus artesanos, sus instituciones, organizaciones sociales, económicas, políticas y
pueblo en general.
Hablando de historia y tradición, no es casual
que Homero Manzi hubiese nacido en Santiago del Estero. Y menos aún en Añatuya, pues nada
está librado al azar en el gran ordenamiento con que el Creador manda a sus mejores hijos en
tierras signadas por la poesía y la bravura y la leyenda. Añatuya sería una mezcla de todo eso,
enclavada en el corazón de obraje, último confín civilizado en la gran entrada al Chaco Santia-
gueño. Junto a la frontera del río Salado y el País de la Selva.
Añatuya, por eso, se pierde en el
misterio del pasado, de la misma manera que la voz, siendo un derivado de años tiene un discu-
tido origen quichua o cacán y significa "zorrino". También figura entre las deidades guaraníticas
Aña como sinónimo del diablo, por donde Añatuya, si se acentuara en la última sílaba sería la
tierra del "diablo viejo". Aunque don Carlos Abregú Virreyra, que mucho sabe de estas cosas,
buen poeta y lingüista, nos dice el "itinerario alucinante" de su pueblo natal, en el bosque im-
pregnado del fuerte olor a zorrino, desparramado por la brisa nocturna hasta irritar los ojos y
que dio nombre al lugar, llamado Añatuya por nombrarse al pequeño animalito causante del
aroma en cuestión.
Añatuya era desde tiempos inmemoriales un gran
centro agrícola donde se cultivaba algodón y maíz, fertilizado por las aguas del Salado cuyo cau-
ce señalaba una larga línea fronteriza de norte a sur, deslindando los dominios de indios tobas y
vilelas. Próxima a Matará, gozaba del esplendor material de esa zona y estaba en el tránsito al
ignoto Chaco donde la tierra tenía escondido en sus entrañas el vellocino del Mesón de Fierro.
Por eso hasta Añatuya llegó de su frustrada búsqueda del gran metal, la expedición de Rubin de
Celis en 1783, y de Añatuya salió después, hacia Paso Grande, 60 leguas al poniente, pasando
Otumpa y Campo del Cielo, el pequeño grupo fletado en pos de la quimera por el capitán Juan
Francisco Borges en 1801. En 1810 don Leandro Gil Taboada, padre del gobernante y caudillo
posterior, reivindica la propiedad de esas tierras y extiende sus campos desde Matará hasta
Añatuya. Amadeo Jacques habría de medirlas en su viaje de 1856, en una extensión de 15 le-
guas cuadradas, y allí se escribe una epopeya de coraje al ser erigido Añatuya en fortín militar y
custodio de la frontera saladina por Antonino Taboada.
Será Añatuya, en la margen izquierda del Salado al
sur de Matará, un eslabón defensivo rodeado por fuerte empalizada, al lado de Piruas, Sauce
Bajada, Itines, Vinal y Suncho Pozo. Allí se vive la euforia de la navegación del Salado para unir-
se al Paraná, y hasta se concreta una sociedad con capitales franceses en 1863 para hacer de
estos pueblos importantes puertos fluviales. Finalmente una nueva empresa convoca a hombres
y gobiernos: el ferrocarril desde San
Cristóbal, en Santa Fe, hasta Tucumán, cuyos de-
rechos adquiere en 1888 la Compañía Francesa de Ferrocarriles Fives Lille.
Afloran cientos de trabajadores, familias inmigran-
tes y colonos para poblar estas viejas tierras. El camino de hierro avanzaba junto con ellos, en
una titánica lucha por vencer la selva: un kilómetro de riel por día, era la dura consigna de esos
tiempos. Y el trabajo continuaba incesante, pronto estarían las vías en el añejo Fortín Añatuya;
atrás quedaban Fortín Inca, Bandera, Averías y Tacañitas. Se habían tendido 277 kilómetros de
vía férrea, bajo la dirección del ingeniero Rougeau y el agrimensor Girardot, cuando al llegar al
paraje Simbol Bajada, en un día cualquiera del año 90, el descarrilamiento y vuelco de un vagón
de herramientas y provisiones, cambió el destino de la historia y el futuro de Añatuya.
Quizás aquellos presagios envueltos en el capricho
del azar no fueran más que un mensaje llamado a señalar el lugar preciso. El vagón volcado se
convirtió en una improvisada estación, en la cual se recibían y transmitían órdenes telegráficas
para las cuadrillas obreras que allí encontraban cómodo pernoctar. Y el tiempo hizo lo demás.
Simbol Bajada comenzó a ser llamado "el nuevo Añatuya" para diferenciarlo del viejo Fortín cer-
cano a Melero actual, desechado por el riel y cada vez más poblado por los hombres de la zona.
Así, mientras el país se convulsionaba con el vuelco
revolucionario del 90, este otro vuelco en los confines de la selva santiagueña marcó el comien-
zo de una nueva edad para Añatuya. Los peones y proveedores afluían a este lugar, convertido
en centro de la región, mientras la locomotora hacía su entrada victoriosa en el Jardín de la Re-
pública dos años más tarde. Atrás quedaba el viejo Fortín de los Taboada, el lecho cada vez más
seco del Salado, el nombre de Simbol Bajada perdido en la memoria popular, y Añatuya se perfi-
laba como una pujante realidad mecida por el silbo del tren y el canto de las hachas, hasta ser
oficialmente reconocida por ley de la provincia del 12 de diciembre de 1902, con esa denomina-
ción definitiva. Por eso, el tercero en la cronología de los grandes poetas añatuyenses y su can-
tor más actual, Roberto Castro, narraría así esta "historia simple mecida por mil hachas sonoras
del chaco-santiagueño": "La causa fue un percance en el riel ocurrido / para que este Añatuya
naciera como pueblo / allá por los comienzos augurales del siglo / entre las cuatro calles que
ahora forman el centro".
La odisea nacida de un encontrón con la casuali-
dad, comienza a fructificar. Sobre algunos primitivos lotes de tierra fiscal cedidos por la provin-
cia a la empresa ferroviaria y los
derechos a explotar maderas de quebracho colora-
do de los bosques vecinos, surgen campos, estancias, explotaciones forestales, y sembradíos
alrededor de Añatuya, ya convertida en capital del Chaco Santiagueño. Más aún, es la gran
puerta de entrada a la selva chaqueña, lugar donde confluyen colonos franceses, italianos, si-
rios, libaneses, españoles, que llegan después del ferrocarril. Y crece una nueva ciudad en for-
ma rápida, inusitada. Es en realidad la verdadera capital de la zona, más que la propia ciudad de
Resistencia en el territorio nacional; Añatuya se erige en ruta obligada, asiento de caudillos y
semillero de peones para todos los trabajos. Desborda su población: familias enteras llegan allí y
se trasladan luego a Charata, Las Breñas, Gancedo, para poblar el Chaco, que es algo así como
una prolongación económica y social de la Añatuya santiagueña.
Los pobladores se llaman Abregú, Vitteta, Abitbol,
Espinoza, Louchel, Schoneider, Raimondi, Pérez Buffil. La tierra se valoriza: don Carlos Rosso,
gran señor venido de Buenos Aires, compra grandes extensiones de campo para el trabajo; al-
gunas son arrendadas o loteadas en parcelas, estableciéndose en ellas miembros de su familia,
los Rosso Picot, o los parientes de su mujer, Prestera, quienes llegan hasta Añatuya atraídos por
sus mentas y sus potenciales riquezas.
Entre aquellos pioneros llegados a impulso de la
picada ferroviaria para trabajar el campo santiagueño, apenas iniciado el nuevo siglo, están los
hermanos Carmelo y Luis Manzione. Ellos tenían una fábrica de calzado en Buenos Aires y preci-
samente en una de las maquinarias industriales del establecimiento, el hijo mayor de Luis que
se llamaba Luis Saturnino y naciera en 1901, sufrió un accidente que le costó un dedo de una
de sus manos y el suceso ingrato apresuró la búsqueda de nuevos horizontes en la agricultura
para sus padres.
El primero de aquellos dos porteños, habitantes de
Boedo, hijos de italianos será constante en su afincamiento y hará de Añatuya un hogar definiti-
vo tanto como de Santiago del Estero su tierra de adopción, al casarse después aquí con María
Isabel Gómez Alcorta, de añejas familias locales. Luis, en cambio, el cuñado de don Carlos Ros-
so, llega con su mujer Ángela Prestera, nacida en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, y nunca
pierde de vista su casa porteña, los hermanos que allí han quedado o algún negocio pendiente,
todo lo cual le obliga a viajar con frecuencia a la metrópoli con su esposa y alguno de sus hijos.
Esos hijos empiezan a venir al mundo en continua-
da sucesión: Luis, Ester, Dora, Román, Raúl, Homero Nicolás, Guillermo e Hilda. Y ahí está, to-
davía indiferenciado en esa natalidad santiagueña, el futuro Homero Manzi, nacido en Añatuya
el 1º de noviembre de 1907. Vio la luz en la casa que sirve de casco al campo "La 13" cercana a
las vías férreas, aquí sus padres viven y trabajan la tierra, con más decepciones que las prome-
sas económicas soñadas al venir. Pero ese alumbramiento es definitivo en lo físico y espiritual,
para Homero Nicolás Manzione, hijo de Santiago del Estero, donde transcurre su primera infan-
cia al amparo tutelar de los
mitos de la selva, entre el bochorno de las siestas
pobladas de duendes, y escapadas al remanso de agua cercano. Tan definitivo e inolvidable
como el otro nacimiento, el de Homero Manzi, ocurrido una noche cualquiera de Pompeya, va-
rios años después, para feliz circunstancia de la juglaresca argentina.
Ambos, en la unívoca personalidad humana, consti-
tuyen las vertientes que como dos nombres distintos de un mismo río, confluyen en la polifacé-
tica vitalidad de este muchacho excepcional, para hacerlo todo un intérprete de lo popular. Pa-
sión, lucha, voz y verso de lo nacional en síntesis admirable con categoría mítica hasta hoy.
Señor Presidente, Añatuya, ciudad que como ya lo
expresáramos, está festejando su Centenario, una ciudad que por su población es la quinta ciu-
dad y cuarto aglomerado de la provincia, que en el último Censo determino la cantidad de
36.000 (treinta y seis mil) habitantes, famosa por su Festival anual de la Tradición, que se lleva
a cabo en el anfiteatro "Padre Suárez" de la plaza 27 de abril en el barrio Rivadavia cada año
con un compromiso de su pueblo y autoridades que tienen su correlato con la cantidad de visi-
tantes que se agrupa durante el mismo.
Hoy, como legisladores nacionales, de la provincia
de Santiago del Estero, nos sentimos con la inmensa responsabilidad y también con inmensa
alegría, es que venimos a solicitar la aprobación del presente proyecto de declaración.
Firmante | Distrito | Bloque |
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HERRERA, JOSE ALBERTO | SANTIAGO DEL ESTERO | FRENTE CIVICO POR SANTIAGO |
PASTORIZA, MIRTA AMELIANA | SANTIAGO DEL ESTERO | FRENTE CIVICO POR SANTIAGO |
NAVARRO, GRACIELA | SANTIAGO DEL ESTERO | FRENTE CIVICO POR SANTIAGO |
RUIZ, AIDA DELIA | SANTIAGO DEL ESTERO | FRENTE CIVICO POR SANTIAGO |
ABDALA DE MATARAZZO, NORMA AMANDA | SANTIAGO DEL ESTERO | FRENTE CIVICO POR SANTIAGO |
BRUE, DANIEL AGUSTIN | SANTIAGO DEL ESTERO | FRENTE CIVICO POR SANTIAGO |
OLIVA, CRISTIAN RODOLFO | SANTIAGO DEL ESTERO | FRENTE CIVICO POR SANTIAGO |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
POBLACION Y DESARROLLO HUMANO (Primera Competencia) |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
---|---|---|---|
Diputados | MOCION SOBRE TABLAS (AFIRMATIVA) | 23/05/2012 | |
Diputados | CONSIDERACION Y APROBACION | 23/05/2012 | APROBADO |