La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su hondo pesar por el fallecimiento del escritor y ensayista Ernesto Sábato, ocurrido el último sábado 30 de abril.

Señor presidente:

Proponemos que la Cámara de Diputados exprese su pesar por el fallecimiento del escritor y ensayista Ernesto Sábato, acontecido el sábado 30 de abril.

A la pérdida de uno de los más prestigiosos escritores latinoamericanos debemos sumarle el simbolismo de su figura desde la investigación de la CONADEP, al comienzo del gobierno democrático de Raúl Alfonsín y el rol que Sábato desempeñó en la dirección de la investigación que aportó muchas de las pruebas para los posteriores juicios a la Junta Militar.

Ernesto Sabato nació en 1911 en la ciudad bonaerense de Rojas, donde realizó sus estudios primarios y luego se trasladó a La Plata para completar su formación secundaria, que sería la antesala de su Doctorado en Física que obtuvo en 1938, en la Universidad Nacional de la capital provincial.

Fue ahí adonde conoció a Matilde, quien sería su compañera de toda la vida. La historia había comenzado cuando ambos estudiaban en La Plata, ella cursando los últimos años del secundario y él, sobre el final de su carrera.

Durante la década del '30 tuvo una trayectoria ligada a la ciencia y la investigación en París y los Estados Unidos. Fue becado en el prestigioso Laboratorio Curie, en Francia. La beca llegó de la mano y el afecto de Bernardo Houssay, premio Nobel de Medicina, que había sido su profesor. En uno de los dilemas existenciales que sacudieron su vida, Sabato sintió que debía optar entre la literatura y la ciencia, y eligió la primera.

Ya dedicado a la literatura, después de varios artículos periodísticos y críticas en diversos medios, publicó en 1948 una de sus obras más importante "El túnel", traducida a diez idiomas, que se convirtió en una de sus trabajos más significativos que luego sería llevada al cine, y en 1961 terminó "Sobre héroes y tumbas", que narra una historia del siglo XIX centrada en la crónica de la muerte del General Lavalle.

Asimismo, realizó varios ensayos con contenido político como "El otro rostro del peronismo", "Diálogos con Jorge Luis Borges", "El escritor y sus fantasmas", "Hombres y engranajes", y ya en el año 2000 "La resistencia", el primer libro argentino publicado íntegramente en formato digital. El máximo reconocimiento a su obra fue el premio Cervantes en 1984, convirtiéndose en el segundo argentino en obtener el galardón a la literatura en castellano después de Jorge Luis Borges, y si bien fue propuesto para el Premio Nobel en 2009, no alcanzó el reconocimiento.

El destino colectivo nunca le fue indiferente: lo prueban su juvenil adhesión a la Reforma Universitaria, su paso por el Partido Comunista -llegó a ser secretario general de su brazo juvenil-, su compromiso con la investigación de los crímenes de la dictadura. Cada uno de esos momentos de definición hablan de una búsqueda vital en la que Sábato, ante todo, fue fiel a sus convicciones más profundas, dedicando su esfuerzo de manera generosa y total a lo que su corazón dictó por encima de cualquier otra consideración. Una actitud que es un legado, llena de contenido humano y digna de ser destacada, aún en los claroscuros inevitables, en las controversias y las polémicas que se pudieron dar en torno a su figura.

Suele señalarse que Sábato es uno de los pocos escritores argentinos (con Borges, Cortázar ...), más leídos en el resto del mundo. Pero es probablemente su papel como titular de la CONADEP el rol más importante que como ser humano le tocó protagonizar y a él correspondió con todas sus fuerzas, sin importarle los riesgos, como las numerosas amenazas recibidas. Fue cuando por pedido del ex presidente Raúl Alfonsín, en 1984 se puso al frente de la CONADEP, la comisión que investigó las violaciones a los derechos humanos ocurridos durante la última dictadura militar que concluyó con el informe "Nunca más", con testimonios y detalles del período entre 1976 y 1983. El informe difundido en todo el mundo serviría como base del Juicio a las Juntas que encaró el gobierno radical para juzgar a los jefes militares que llevaron adelante el gobierno de facto.

Magdalena Ruiz Guiñazú, amiga y compañera en su labor en la CONADEP, recuerda un episodio poco antes de promulgarse las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. "Nos pareció una burla a la labor desarrollada por la CONADEP...Decidimos, entonces, emitir un comunicado firmado con nuestros nombres puesto que la Comisión Nacional se había disuelto, y Sábato redactó un texto sereno y contundente por el que nos oponíamos absolutamente a esas leyes de perdón".

A punto de ser publicado, el comunicado tomó estado público y un Ministro les pidió a los ex integrantes de la Comisión que cambiaran el contenido. "Se produjo un silencio", recuerda la periodista "un silencio en el que esperamos que Ernesto respondiera en nombre de todos los firmantes. Lo hizo en un tono moderado, pero de fuerte contenido. "Aquí no se toca ni una línea", terminó diciendo. Los presentes asentimos y, para suavizar el momento, invitamos al ministro en cuestión a sentarse a la mesa con nosotros. Obviamente, el ministro no se quedó a almorzar"

La casa de Santos Lugares, donde residió desde 1945 hasta su muerte, conoció un Sábato que casi retirado de su vida pública, refugiado detrás de un jardín de plantas exuberantes, pero presente en el imaginario de los argentinos, por sus obras y por su rol político, que con vaivenes y con más dudas que certezas, como él mismo lo reconocía, le imprimió a su vida.

En un país que acaba de festejar 200 años de vida, el admirado, criticado y exaltado Ernesto Sábato recorrió casi 100 con contradicciones, con pesares, con claroscuros, pero con indiscutible talento, que puso al servicio de su irrefrenable pasión argentina, para ejemplo de varias generaciones.

Por todas estas razones, les pedimos la aprobación del presente proyecto.