La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Repudiar con toda firmeza las declaraciones insolentes y amenazantes para con la República Argentina, del Sr. Ministro de Industria JOSE SORIA y del Señor IÑIGO MENDEZ de VIGO, Secretario para la Unión Europea, ambos del Reino de España, vinculadas al ejercicio de la soberanía del Estado Nacional Argentino sobre las empresas radicadas en nuestro país y fundamentalmente referidas a los recursos petroleros argentinos.

Señor presidente:

Con enorme estupor, hemos tomado conocimiento los argentinos, de las declaraciones de los Sres. SORIA y MENDEZ de VIGO, voces autorizadas del Estado Español que nos advierten, con tono inequívocamente amenazante, de ominosas e imprecisas consecuencias que habrán de caer sobre la Argentina si nuestro gobierno osare ejercer atribuciones, que todos los países civilizados del mundo ejercen en materia de defensa del interés general, orientadas en este caso a obtener el bienestar de todo nuestro Pueblo en el que claramente incluidos se encuentran cientos de miles de españoles.

El primero de ambos funcionarios, el Sr. Soria, nos informa que las medidas políticas que nuestro Estado (Nacional) pudiera disponer respecto de la explotación de la empresa petrolera YPF "marcarían a fuego la relación especial" que ha mantenido hasta ahora el Reino de España con la Argentina. Este improvisado burócrata señaló que "su gobierno interpreta cualquier gesto de hostilidad contra empresas españolas como un gesto de hostilidad hacia España y el propio gobierno español, lo que traerá consecuencias".

El segundo funcionario, el Sr. Méndez de Vigo, más suelto de lengua que su colega, o tal vez contrariado por un editorial del conocido diario "The New York Time" que critica la sobredosis de dolor que su gobierno le está imponiendo a España a través de un ajuste sin precedentes, impotente para imponer en la Argentina sus políticas libremercadistas, expresó que de producirse la expropiación de la petrolera "la Argentina se va a convertir en un apestado internacional".

Deben saber los referidos funcionarios y todas las autoridades del gobierno español, que ha pasado la época de Hernán Cortes y de Francisco Pizarro, aquel tiempo en el que sus compatriotas arrasaban ciudades americanas precolombinas, en busca de oro, plata y riquezas. La Argentina es hoy un país republicano y democrático, y sus autoridades gobiernan para todos los habitantes, incluidos naturalmente los ciudadanos españoles que viven en nuestra tierra. Lo hacen bajo el Estado de Derecho, lo que significa que pueblo y gobierno estamos todos sometidos a la ley, que con absoluta imparcialidad aplican los jueces argentinos, que no son destituidos cuando sus decisiones no son del talante de quien gobierna y mucho menos cuando jaquean a los tiranos violadores de los Derechos Humanos. Ante ellos, en demanda de Justicia, podrá ocurrir quienquiera - particulares o empresas- cuando entienda que se ha violado la ley nacional o internacional en su perjuicio. Sin mencionar que en la Argentina no es delito -como propugna el titular del gobierno español- convocar por las redes sociales a protestar contra el gobierno.

Es por eso que las expresiones de los referidos funcionarios deben ser repudiadas enérgicamente. La hermandad, la solidaridad, y el enorme aprecio recíproco que une hoy -y ha unido siempre- a los pueblos de España y Argentina, no merecen ser afectados por las declaraciones imprudentes de ofuscados e intemperantes funcionarios al servicio del gran capital internacional.

Ha dicho también el Sr. Soria, que su gobierno defiende los intereses de todas las empresas españolas dentro y fuera del país. Quizás debería defender un poco más los derechos del veinticinco por ciento de españoles desempleados o el salario de los millones de trabajadores afectados por un ajuste feroz, a la alemana. Y tal vez también, los derechos a la salud y educación de todos los españoles, salvajemente recortados por el ajuste impuesto por su gobierno, tan atento a lo que ocurre a quince mil kilómetros de distancia de Madrid y tan distraído respecto de lo que sucede allí mismo, en derredor de su legendaria Puerta del Sol.

Después, quizás, podría referirse a la Argentina, un Estado soberano que ha salido de una crisis pavorosa en la que los lenguaraces funcionarios españoles se muestran tozudamente empeñados en hacer entrar a su entrañable país.