La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Expresar solidaridad con la Fundación Pelota de Trapo por los agravios sufridos el 25 de abril del corriente año, por un grupo de comando de ocho personas que entraron por asalto a la Escuela Imprenta Manchita ubicada en el Partido de Avellaneda -Provincia de Buenos Aires- , amenazando de muerte a los allí presentes y llevándose una modesta recaudación de la Escuela-Taller destinada a la atención de niños y jóvenes en situación de pobreza y abandono.

Señor presidente:

Pelota de Trapo es una fundación que hace más de 30 años viene trabajando en los Partidos de Avellaneda y Florencia Varela, hombres y mujeres que día a día se comprometen con la lucha por los derechos del niño y dignifican la vida desde el primer instante. Sus programas están destinados a la atención de niños y jóvenes que se encuentran en situaciones de pobreza y abandono, asistiendo gratuitamente a más de cuatro mil niños por año.

El 25 de abril del corriente año, la Escuela Imprenta Manchita de dicha fundación, fue asaltada por un grupo de ocho personas armadas, amenazando de muerte a los jóvenes y educadores, robándose lo recaudado de la Escuela-taller. Lo terrible de ello es lo despiadado que es el sistema, atacando al más débil y socavando la tarea de miles de personas que trabajan en el anonimato por el futuro de estos chicos.

Hechos lamentables como éstos, nos hacen reflexionar sobre el rol del Estado frente a la realidad que nos circunda. Si bien nuestro país ha hecho grandes avances respecto al marco legal y normativo, como es la ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones unidas en 1989 e incorporada a la Constitución Nacional mediante el Art. 75 inc 22 y la posterior sanción de la ley nacional de Protección de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes Nº 26.061 en el 2005; la situación Argentina evidencia que las actuales condiciones de vida de gran parte de nuestros pequeños es preocupante.

El 2001 marcó un hito en la historia de los argentinos: el estallido de una de las más profundas crisis económica y social puso en evidencia la vulnerabilidad de una vasta cantidad de la población. El deterioro social y empobrecimiento de cientos de miles de familias puso en riesgo varios derechos de los chicos, ya que son ellos quienes más sufren la pobreza.

Según UNICEF, en función de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares, en nuestro país el 56% de las personas menores de 18 años viven bajo la línea de pobreza y el 23.4%, bajo la línea de indigencia.

El aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso, en consonancia con la desigualdad territorial, acentúa las diferencias ya existentes entre nuestras provincias. En las regiones Noreste y Noroeste se concentra la población más pobre. Mientras que en la región patagónica el 32,8% de los niños, niñas y adolescentes son pobres, en la región NEA esa cifra asciende a 70% (EPH, 2004).

Si consideramos los primeros años de vida, las condiciones de la gran mayoría de los niños y las niñas de hasta cinco años de los sectores más pobres se ven perjudicadas.

La tasa de mortalidad infantil correspondientes al año 2004 del Ministerio de Salud, son del 14,4 por cada 1000 nacidos vivos e indica que ésta ha descendido en relación al 2002, momento en el que se evidenció que los efectos de la crisis llevaron la tasa al 16.8 por mil.

El 60% de las muertes infantiles son evitables por prevención, diagnóstico y/o tratamiento oportuno.

Es notable la diferencia que los números muestran en las distintas regiones en relación al riesgo de muerte para un niño en el primer año de vida: en algunas provincias del NEA y NOA es tres veces mayor que en la Ciudad de Buenos Aires.

Los datos respecto a la tasa de mortalidad materna nacional corresponden al 44 por cada 100.000 niños que nacen vivos. Ese número se incrementa en las provincias más pobres del país y alcanza a duplicarse en Jujuy y Formosa. La causas de muchas de estas muertes podrían revertirse si tenemos en cuenta que un 27% se generan a partir de complicaciones derivadas de abortos inducidos y el 61% se debe a causas obstétricas directas. No es un dato menor considerar que un 12% del total corresponde a adolescentes. De este modo, a partir de poder extender un mayor nivel educativo y mayores oportunidades para la atención de la salud a todas las mujeres, podrían evitarse muchas de las consecuencias indeseables antedichas.

Uno de los principales factores asociados a la crisis es la desnutrición, fenómeno que se observa especialmente en Tucumán y en otras provincias del norte. Las carencias alimentarias, de estímulo y cuidado traen consigo efectos dramáticos e inexorables en el desarrollo cognitivo de los niños.

Solemos escuchar al discurso oficialista jactarse de la constante del crecimiento económico, llevando cinco años ininterrumpidos a tasas superiores al 4 y 5 por ciento, que si vuelve a crecer en iguales términos, se completaría el mayor período de crecimiento de toda la historia. Pero, ¿cómo es posible hablar de crecimiento cuando en la Argentina de hoy nuestros pibes mueren de hambre, cuando la inflación se oculta con falsos números y continuamos con una pobreza de dos dígitos?

También escuchamos decir que las políticas de la actual gestión están orientadas desde la perspectiva de derechos humanos, cuando en rigor en el país aún se violan los derechos más elementales de los niños, niñas y adolescente, no garantizándoles el acceso a la educación, a la salud, ni siquiera salvaguardo sus propias vidas.

La paradoja argentina de que hoy exista el hambre cuando los recursos no faltan, habla de la carencia de políticas públicas y por sobre todo de irresponsabilidad moral de quienes tenemos el compromiso asumido para con el pueblo, condenando de esta manera el presente de nuestros niños, condenando el futuro de nuestro país.

El ataque a la Fundación Pelota de Trapo no fue un simple hecho de robo, sino por el contrario fue un agravio político encubierto. Se atacó a una asociación que además de atender parte de las demandas a las que desde Estado se hace oídos sordos, constituye un espacio de reflexión y dignificación para la comunidad misma. Es un agravio a todos los proyectos sociales genuinos, de compromiso y honestidad para con los niños de nuestro país.

Por las razones expuestas, es que solicito a mis pares que me acompañen en este proyecto.