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Expediente 2137-D-2007
Sumario: CREACION DEL INSTITUTO NACIONAL DE DESARROLLO RURAL (INDER) Y DEL FONDO FIDUCIARIO NACIONAL DE DESARROLLO RURAL: OBJETIVOS, PATRIMONIO, INFRACCIONES Y SANCIONES.
Fecha: 10/05/2007
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 47
Proyecto
El Senado y Cámara de Diputados...


CREACIÓN DEL INSTITUTO NACIONAL DE DESARROLLO RURAL Y DEL FONDO FIDUCIARIO NACIONAL DE DESARROLLO RURAL
CAPÍTULO I: DE LA NATURALEZA, OBJETIVOS Y FACULTADES DEL INSTITUTO
ARTÍCULO 1°.- Créase el Instituto Nacional de Desarrollo Rural (INDER) como un órgano autárquico del Estado Nacional, que desarrollará su acción en todo el territorio del país, adecuando su funcionamiento a las directivas del Poder Ejecutivo en todo cuanto concierne a los aspectos de promoción del desarrollo rural sustentable, vinculado a la población rural, los productores familiares y trabajadores rurales sin tierra. Su relación con el Poder Ejecutivo se hará a través de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos.
ARTÍCULO 2°.- Créase el Fondo Fiduciario Nacional de Desarrollo Rural que actuará como herramienta financiera del INDER con el objetivo de darle estabilidad, continuidad y previsibilidad a las acciones de apoyo a la agricultura familiar y a los trabajadores rurales asalariados.
ARTÍCULO 3°.- El INDER tendrá por objeto promover el desarrollo social, económico y tecnológico de la agricultura familiar, particularmente de los productores y de los trabajadores rurales asalariados, que serán sus beneficiarios principales.
Entre los objetivos a lograr por el INDER se encuentran:
- Contribuir a la calidad de vida y al empleo de la población rural, evitando su éxodo.
- Consolidar o generar nuevos centros poblacionales, económicos y productivos en zonas rurales y en pequeños pueblos y ciudades del interior del país.
- Impulsar producciones intensivas en el uso de la tierra y de la mano de obra.
- Generar empleo genuino y estable.
- Dar impulso a un desarrollo autocentrado, promoviendo la reinversión de la renta generada en las mismas zonas promocionadas.
- Desarrollar políticas de comercialización que garanticen la colocación de la producción local en los mercados nacionales e internacionales.
- Favorecer acciones que impulsen un asentamiento poblacional equilibrado en todo el ámbito del país, así como una equitativa distribución regional de la renta nacional.
ARTÍCULO 4°.- Al efecto al objeto señalado en el artículo 3°, se determina como sujeto a promocionar a la empresa agrícola familiar, existente o nueva, vinculada al proceso productivo, económico y comercial de las cadenas agroalimentarias o agroindustriales. Se define a la Agricultura Familiar como un tipo de producción donde la Unidad Doméstica y la Unidad Productiva están físicamente integradas, la producción agropecuaria es la principal ocupación y fuente de ingreso del núcleo familiar, la familia aporta la fracción predominante de la fuerza de trabajo utilizada en la explotación, y la producción se dirige al autoconsumo y al mercado conjuntamente.
ARTÍCULO 5°.- Para el logro de los objetivos señalados el INDER desarrollará las siguientes funciones:
Administrativas y de Coordinación
1) Identificar, relevar, investigar, diseñar, planear, ejecutar y evaluar en forma directa o a través de los organismos e instituciones con quienes se acuerde, líneas de trabajo y programas tendientes a lograr un desarrollo rural sustentable que incorpore la totalidad de la población beneficiaria de todo el territorio la República Argentina.
2) Crear y mantener actualizado un registro donde se cuente con información detallada de los pequeños productores familiares y trabajadores rurales asalariados y de su participación en programas públicos, así como también de familias que se propongan vivir y desarrollar actividades económicas en zonas rurales.
3) Establecer mecanismos de coordinación con todos los organismos del Poder Ejecutivo y Legislativo Nacional y Provinciales.
4) Administrar todos los recursos disponibles vinculados directamente con el desarrollo rural que se transferirán al INDER con el dictado de esta Ley y su reglamentación.
5) Ejecutar todos los actos y celebrar todos los acuerdos necesarios para el cumplimiento de esta Ley.
6) Promover la integración de los beneficiarios determinados en los art. 3º y 4º de la presente, en los programas de desarrollo local y planeamiento estratégico de los municipios, provincias y regiones del país.
Producción, Tecnología e Infraestructura
7) Estructurar programas de extensión rural y asesoramiento productivo coordinando e integrando al INTA y a los programas agropecuarios existentes o a crearse.
8) Promover, orientar y financiar la investigación, experimentación y desarrollo a efectuar por los organismos públicos competentes, referidas a los sistemas productivos, comerciales y de servicios, apropiados al nivel de recursos y factores productivos de la agricultura familiar.
9) Impulsar el desarrollo de técnicas productivas apropiadas para la empresa familiar a partir de programas que incluyan, entre otro organismos, al INTA, INTI y las Universidades.
10) Promocionar el asociativismo.
11) Impulsar la calidad y la denominación de origen como elementos diferenciales de la producción de las empresas familiares o asociativas.
12) Promocionar el turismo rural como actividad permanente o complementaria de las empresas familiares.
13) Promover e impulsar, coordinando con otros organismos públicos competentes, la construcción de infraestructura física, viviendas, servicios públicos y el hábitat en general, entendido en sentido amplio, y la prestación de los servicios sociales básicos, como educación y salud, en las zonas rurales que son objeto de accionar del INDER.
14) Promover y asistir a las organizaciones que desarrollan programas o actividades productivas que impliquen beneficio directo a los sectores rurales en general.
Asistencia Técnica y Apoyo Económico y Financiero
15) Proporcionar asistencia técnica y capacitación a sus beneficiarios pudiendo otorgar subsidios o líneas de crédito para tal fin.
16) Promover el cumplimiento de la legislación laboral, en relación a los trabajadores rurales asalariados, comprometiéndose en su capacitación y promoción social.
17) Favorecer la competitividad de los productores impulsando, según se considere necesario, líneas de especialización, diversificación, integración vertical u horizontal de la producción, formas asociativas o cooperativas e impulso a la transformación local o regional de la producción primaria.
18) Otorgar los subsidios para fines productivos y obras de infraestructura rural frente a situaciones de emergencias climáticas o de mercados.
19) Promover, junto a las provincias, iniciativas que posibiliten la radicación poblacional en zonas rurales, el acceso a la tierra a través de programas de colonización, la regularización de sistemas de tenencia precaria, priorizando a las familias rurales numerosas y a sus hijos, a los trabajadores rurales asalariados y a las familias del medio urbano que sean objeto de programas especiales para trabajar en zonas rurales.
20) Otorgar la asistencia financiera necesaria para facilitar el acceso a la tierra o para sufragar los costos ligados a la regularización dominial de los pequeños productores familiares que se encuentran en situación de tenencia precaria.
21) Estudiar y promover adecuaciones del sistema impositivo, de seguridad social, y normativo en general, para facilitar el reconocimiento legal de los pequeños productores familiares a fin de que puedan acceder a los mercados formales, públicos y privados, y al goce de los derechos sociales.
22) Impulsar la regulación de la propiedad indígena de conformidad con la Constitución Nacional y las leyes dictadas en tal sentido.
Comercial
23) Formular, coordinar y ejecutar programas de desarrollo rural o prestar asistencia técnica y financiera en la formulación o ejecución de dichos programas, especialmente en lo relativo al mejoramiento de los canales de comercialización, a la industrialización y a la participación en las cadenas agroindustriales. Dichos programas podrán comprender acciones conjuntas con personas naturales o jurídicas, públicas o privadas, incluso la posibilidad de constituir una empresa comercial.
24) Asistir en la gestión de la comercialización de la producción obtenida en el marco de los programas del INDER promoviendo, entre otras iniciativas, proyectos, el asociativismo, el cooperativismo, la creación y desarrollo de ferias y mercados, y de consorcios de exportación en todas las etapas de la cadena agroalimentaria y agroindustrial favoreciendo, de tal forma, una mayor escala productiva y comercial.
25) Asesorar en los aspectos de mercadeo, logística, cobertura de riesgo y todos aquellos vinculados con la comercialización de productos, promoviendo proyectos al respecto o evaluando aquellos que se presenten que tengan por destino a los beneficiarios de esta Ley.
26) Promover sistemas de comercialización que permitan el acceso a los mercados en condiciones competitivas.
ARTÍCULO 6°.- Los programas de desarrollo rural y asistencia financiera, el otorgamiento de créditos y subsidios, así como cualquier otro beneficio que otorgue el INDER a personas naturales, jurídicas o comunidades, deberán concederse sobre la base de parámetros previamente establecidos. A tal fin, se tomarán como base las siguientes pautas:
1) Garantizar la seguridad alimentaria de las familias dando prioridad a los proyectos que involucran hogares que se encuentran en situación de subsistencia.
2) La atención de zonas con mayores niveles de Necesidades Básicas Insatisfechas, pobreza o indigencia que el promedio nacional.
3) La creación del mayor número posible de puestos de trabajo sustentables en relación a la inversión realizada.
4) La generación de puestos de trabajo en las zonas del país con altos niveles de desocupación o que han sufrido procesos migratorios en los últimos años.
5) El apoyo a proyectos que permitan el retorno a sus lugares de origen a productores que se vieron obligados a emigrar por falta de trabajo o de infraestructura física o social.
6) El desarrollo de producciones que utilicen, en mayor proporción, insumos, servicios y factores de producción locales y nacionales.
7) La localización en zonas de baja densidad poblacional o en zonas de frontera.
8) Proyectos que incluyan a jóvenes productores que hayan constituido un nuevo núcleo familiar.
ARTÍCULO 7°.- Contribuir al fortalecimiento de organizaciones representativas, existentes o a crearse, de pequeños productores familiares en los órdenes locales, regionales y nacional y por sector de actividad o producto.
CAPÍTULO II: DE LA ORGANIZACIÓN Y ADMINISTRACIÓN
ARTÍCULO 8º.- La estructura orgánica del INDER estará compuesta por un Consejo Directivo Nacional a quien le corresponderá su gestión y administración.
ARTÍCULO 9º.- El Consejo Directivo Nacional tendrá diez (10) miembros que serán designados por el Poder Ejecutivo, conforme se establezca en la reglamentación de esta Ley. Dicha reglamentación deberá contemplar que se encuentren representados los Ministerios y Organismos Públicos vinculados al objeto de esta Ley, así como organizaciones representativas de pequeños productores familiares, de trabajadores rurales asalariados y Organizaciones No Gubernamentales afines a la misma.
ARTÍCULO 10º.- El Consejo Directivo tendrá las siguientes funciones y atribuciones:
a) Designar por concurso al Director Nacional, en quien se delega la ejecución de las decisiones del Consejo Directivo del Instituto.
b) Formular las políticas generales y programas técnicos del INDER, difundiendo sus contenidos y resultados.
c) Elaborar y ejecutar el presupuesto anual y los recursos del Fondo Fiduciario de Desarrollo Rural y aprobar los balances financieros y de actividades del INDER.
d) Hacer gestiones, convenios y programas que permitan articular las principales líneas estratégicas del INDER, facilitar programas conjuntos y la coordinación con organismos públicos y privados.
e) Otorgar asistencia crediticia o subsidios a los beneficiarios de esta Ley.
f) Administrar los bienes y recursos del INDER.
g) Celebrar toda clase de convenios con personas naturales o jurídicas, de derecho público o privado, nacionales o extranjeras, para ejecutar acciones de apoyo a las funciones propias del INDER.
h) Renegociar, reprogramar, consolidar, refundir, prorrogar u otorgar nuevos plazos a créditos concedidos por el INDER o a obligaciones derivadas de los mismos.
i) Designar a los funcionarios y técnicos y al personal de la planta, contratar empleados y recibir becarios, pasantes y benévolos según las disposiciones vigentes para el sector público.
j) Dictar todas las resoluciones que sean necesarias para la consecución de los fines del INDER, pudiendo establecer los reglamentos internos necesarios para su funcionamiento.
ARTÍCULO 11º.- En cada provincia que adhiera a la presente Ley se constituirá un Consejo de Desarrollo Rural Provincial a fin de asesorar al Consejo Directivo Nacional y coordinar las acciones a desarrollar en su respectiva jurisdicción.
ARTÍCULO 12°.- El Consejo de Desarrollo Rural Provincial se conformará por vía reglamentaria a semejanza del Consejo Directivo Nacional.
CAPÍTULO III: DEL PATRIMONIO DEL INDER Y DEL FONDO FIDUCIARIARIO NACIONAL DE DESARROLLO RURAL
ARTÍCULO 13º.- El patrimonio del INDER se constituirá con todos los bienes muebles e inmuebles que le sean transferidos por otros organismos del Estado o por los programas de desarrollo rural existentes que serán absorbidos por el mismo, y los bienes que adquiera a cualquier título o que le sean transferidos o donados por otros organismos públicos o privados.
AERTÍCULO 14°.- El Fondo Fiduciario de Desarrollo Rural y el Presupuesto del INDER se constituirán, al menos, con los recursos siguientes:
1. El 1,5 % del valor de las exportaciones anuales de los rubros clasificados por el INDEC como Productos Primarios (PP) y Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA), al cual se le descontará el equivalente a las partidas del Presupuesto 2006 que corresponden a los Programas de Desarrollo Rural existentes que serán subsumidos en el INDER.
2. Créditos o donaciones provenientes de los organismos financieros y de cooperación internacional.
3. El recupero de los créditos otorgados por el Instituto o por los Programas de Desarrollo Rural que serán absorbidos por el INDER.
CAPÍTULO IV: INFRACCIONES Y SANCIONES
ARTÍCULO 15 °.- Sin perjuicio de lo que se establezca por vía reglamentaria, las infracciones a la presente Ley serán sancionadas con:
a) Caducidad temporaria o definitiva de cualquiera de los beneficios otorgados.
b) Devolución del monto de los créditos o subsidios otorgados.
CAPÍTULO V: ADHESIÓN PROVINCIAL
ARTÍCULO 16°.- Para acogerse a los beneficios de esta Ley, los Estados Provinciales deberán adherir expresamente a través de una ley provincial.
CAPÍTULO VI: DISPOSICIONES GENERALES
ARTÍCULO 17°.- Anualmente el Consejo Directivo del INDER realizará dos asambleas públicas, a las que serán especialmente instituciones representativas vinculadas al desarrollo rural. En la primera asamblea anual se presentarán el presupuesto, los objetivos y metas cualitativas y cuantitativas del Instituto; en la segunda se presentará la ejecución presupuestaria y una evaluación de los resultados obtenidos mediante indicadores que permitan medir el desempeño del Instituto. Esta información deberá ser publicada y será de acceso público mediante, al menos, los medios electrónicos.
ARTÍCULO 18º.- Los créditos que otorgue el Instituto se regirán por las normas de la banca nacional o provincial de desarrollo o por las condiciones que en cada programa específico se definan para cumplir sus objetivos generales.
ARTÍCULO 19º.- Todos los bienes raíces de propiedad o que por la Ley administre el INDER, estarán exentos de los impuestos nacionales, provinciales y municipales.
ARTÍCULO 20°.- Para la organización del INDER se establece el plazo de nueve (9) meses desde el momento de la promulgación de la presente Ley; durante ese lapso su dirección será ejercida por un Delegado Organizador nombrado por el Poder Ejecutivo.
ARTÍCULO 21º.- Dé forma.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Este proyecto apunta a fortalecer el rol de la producción de las familias que viven en el ámbito rural, en particular en su participación en la producción agropecuaria y, en general, a promover un proceso de desarrollo nacional que favorezca el repoblamiento del interior del país, un modelo de desarrollo más equilibrado y sustentable, más justo y participativo. La heterogeneidad de los productores familiares en cuanto a recursos, sistemas productivos, acceso a los mercados, experiencia, organización, cultura, necesidades y demandas, etc., hace que, a nuestro entender, sea necesario un apoyo múltiple e integrado de diferentes áreas del Estado, reemplazando la fragmentación y dispersión por una nueva institucionalidad.
No ignoramos que constituir un "Instituto Nacional de Desarrollo Rural" (INDER), como el que aquí se propone, requiere un marco nacional en que, crecimiento económico, desarrollo social y protección de los recursos naturales, marchen conjuntamente. A ello no se llega sin articular un gran conjunto de voluntades, superando intereses individuales, grupales, institucionales y jurisdiccionales. En este camino, los desafíos a superar son múltiples:
- a) dar continuidad y previsibilidad a los actuales programas de desarrollo rural sometidos, muchas veces, a restricciones presupuestarias, burocráticas, o partidarias;
- b) generar una coordinación real de los programas públicos de la órbita de la SAGPyA, del INTA y de éstos con otros de diversas áreas del Estado Nacional y Provincial;
- c) fortalecer a los actores sociales representativos a nivel provincial, regional y nacional;
- d) implementar políticas activas diferenciales para este sector;
- e) reconocer socialmente su importancia en la economía, en la preservación del tejido social, de la cultura y del medio ambiente, en el poblamiento del territorio, en la dinamización de las ciudades y pueblos del interior y en la seguridad alimentaria de la población.
Desarrollo rural y Programas para productores familiares
Este proyecto parte de recuperar las experiencias desarrolladas en el transcurso de las dos últimas décadas, asumiendo sus aciertos y sus límites.
Corrientes del Desarrollo Rural, ampliamente difundidas en el continente americano, no tuvieron manifestaciones importantes en Argentina, aunque en su momento puedan haber formado parte de filosofías predominantes en algún ámbito del Estado. Tal es el caso del Desarrollo de la Comunidad, concepción difundida a partir de los años 50 y arraigada en los servicios de extensión públicos y, particularmente, en el INTA hasta la década del 70. Los Programas de "Desarrollo Rural Integrado" (DRI), como modelo de desarrollo rural impulsado por el Estado a partir de los '70, no llegaron a ponerse en práctica en el país; tampoco las Reformas Agrarias efectuadas en numerosos países de América Latina.
En Argentina, sólo algunos procesos de colonización impulsados por la Nación, a cargo del Consejo Agrario Nacional (CAN), y por las provincias, tuvieron alguna trascendencia, sin que se haya logrado alterar la tendencia masiva a la expulsión de población agraria. La eliminación del CAN por la dictadura, en 1976, y la reducción o parálisis de sus equivalentes provinciales, prácticamente frenó este tipo de procesos.
Antecedentes cercanos de los actuales programas
El debilitamiento de las políticas activas desarrolladas por el Estado, las desigualdades del proceso modernizador seguido en la agricultura, el empobrecimiento de los sectores medios y la crisis de las economías no pampeanas, estimularon los estudios en la década del 80 y, posteriormente, el desarrollo de iniciativas tendientes sobre todo a la atención de los minifundistas del Norte del país. Algunas áreas de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA) fueron promotoras de la mayoría de ellas.
Se pusieron así en marcha pedidos de financiación a organismos multilaterales (FIDA, BID, Banco Mundial), a la vez que se sucedieron un conjunto de actividades y gestiones con Organizaciones No Gubernamentales, que culminaron con la creación, en 1987, de la "Unidad de Minifundio" dependiente de la Dirección Nacional del INTA; el "Consejo Asesor" de la misma - y sus réplicas en el interior - constituyeron un espacio de encuentro y coordinación de estrategias entre distintos actores públicos y privados.
Paralelamente, a nivel de diversas instancias del INTA, la SAGPyA y el Ministerio de Salud y Acción Social, comienzan a intensificarse las preocupaciones por otros sectores productores y/o habitantes del mundo rural; los del área rural y suburbana más pobres, se constituyeron en el foco de atención del PRO-HUERTA (1990), en tanto las pequeñas y medianas empresas en crisis, fueron parcialmente comprendidas por el "Programa Federal de Reconversión Productiva Para la Pequeña y Mediana Empresa Agropecuaria" (Cambio Rural) y los pequeños productores, por el "Programa Social Agropecuario" (1993).
Estos programas se inician en el país al mismo tiempo que se promueven las reformas estructurales de corte neoliberal, hecho difícil de explicar si no se toma como referencia la política de los organismos multilaterales y de cooperación internacional; éstos promueven simultáneamente el ajuste macroeconómico y programas sociales que contrarresten sus efectos "no deseados". Contradictoriamente, en apariencia, el modelo concentrador y excluyente, impulsor del libre mercado y de un Estado pasivo, promueve iniciativas que requieren un compromiso concreto de éste con los sectores más pobres. En este contexto mal podría suponerse que los programas formen parte de una estrategia pública de desarrollo rural.
Programas vigentes en Argentina
Un repaso de los principales Programas estatales en ejecución a nivel regional y nacional, permite apreciar la existencia de varios orientados, directa o indirectamente, a las PyMES, pequeños productores y/o a la población rural pobre. Una enumeración no exautiva, posibilita identificar el "Programa de Desarrollo Regional Forestal"; "Proyecto Integrado Pro-Huerta" (PRO-HUERTA); Programa de Reconversión de Áreas Tabacaleras" (PRAT), financiado por el Fondo Especial del Tabaco (FET); "Programa de Crédito y Apoyo Técnico para Pequeños Productores Agropecuarios del Noreste Argentino" (PPNEA), continuado con el "Programa de Desarrollo Rural de las Provincias del Noreste Argentino" (PRODERNEA) a partir de 1999; "Programa Social Agropecuario" (PSA); "Unidad de Planes y Proyectos de Investigación y Extensión para Productores Minifundistas" (UNIDAD DE MINIFUNDIO); "Programa Federal de Reconversión Productiva para la Pequeña y Mediana Empresa Agropecuaria" (CAMBIO RURAL), etc. En el diseño de estos programas, algunas ONG nutrieron con su experiencia muchas de las reflexiones y propuestas públicas iniciales y participan activamente en la ejecución de algunos de los programas para productores con pocos recursos.
El "Programa de Alivio a la Pobreza e Iniciativas Rurales" (PROINDER) se inició en 1999 y en 2003 se implementó en Catamarca el "Programa de Desarrollo Rural del Noroeste Argentino" (PRODERNOA).
El listado no agota la totalidad de las iniciativas existentes ya que, tanto a nivel nacional como provincial, especialmente en este último, pueden encontrarse otros, quizás menos conocidos, Programas dirigidos exclusivamente -o que incluyen- a los productores más pobres. En muchos casos dependen de la "Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos" (SAGPyA) de la Nación y/o del INTA, en tanto otros tienen que ver con el Ministerio de Desarrollo Social (Fondo Participativo de Inversión Social - FOPAR- y de Capitalización -FONCAP- por ejemplo), con el Ministerio del Interior o de Trabajo (Plan Trabajar, o Plan Jefes y Jefas de Hogar), etc., ya sea que los ejecuten directamente, en coordinación o apoyo a gobiernos provinciales, municipales, entidades privadas, etc.
Atenuar el impacto de las políticas macroeconómicas, atender inicialmente alguna situación particular de precios o de clima, aliviar la pobreza de los sectores más desprotegidos de la sociedad y favorecer la transformación y/o reconversión de las economías familiares, constituyen algunos de los propósitos buscados. En algunos casos, los enunciados generales tienen en cuenta la necesidad de lograr mayor participación de los destinatarios en la actividad económica, social y política del país, por lo que se establecen pautas para su participación en la gestión de los respectivos programas y proyectos.
Teniendo en cuenta la población que debe ser atendida por los programas vigentes y el avance continuo de una agricultura extensiva, con concentración de la producción, creemos que son insuficientes los medios volcados a los programas de productores rurales familiares con menos recursos, tanto con aportes del Presupuesto Nacional como de recursos externos (Banco Mundial, BID, FAO, FIDA, UNIFEM, etc.). Esta sensación se acrecienta cuando se compara con los recursos que se destinan a políticas asistenciales pasivas (en el Presupuesto nacional 2005, cuatro de los principales programas sociales -Plan Jefes de Hogar, Pensiones no contributivas, Seguridad Alimentaria y Atención de grupos vulnerables- suman $ 6.145 millones), y con la falta de cumplimiento o con la irregularidad con que se asignaron históricamente las partidas presupuestarias de los programas de desarrollo rural.
El "Universo" de productores familiares y trabajadores rurales sin tierra es difícil de precisar por falta de registros actualizados. Según el Censo de 1988, había 376.075 productores, de los cuales el 77% no contrataba mano de obra permanente -o al menos así lo declaraban por no estar "blanqueada"-; ese es el universo de quienes denominamos "productores familiares", entre quienes se aprecia un elevado grado de heterogeneidad, por lo que resulta lógico encontrar también diferencias en las demandas y estrategias de intervención adecuadas.
Según la SAGPyA (1993), en base al Censo Agropecuario 1988, había en el país 195.610 explotaciones minifundistas. Desde el Programa Social Agropecuario se estimaban en 159.712 unidades en 1995. El último Censo Agropecuario (2002) da cuenta de la desaparición del 25% del total de las Explotaciones Agropecuarias, pero los resultados preliminares conocidos hasta ahora no dan cuenta aún del tamaño de los que desaparecieron, más allá que algunas encuestas y censos parciales, realizados con anterioridad al Censo, preanuncian una mayor desaparición de las pequeñas unidades productivas (1) . Asimismo es difícil establecer el número de trabajadores rurales sin tierra. A fines de julio de 2003, los productores agropecuarios habían registrado en el RENATRE a 350.000 trabajadores empleados en sus campos. Si se consideran los trabajadores no registrados, ese organismo estima que, en realidad, son entre 700 y 750 mil trabajadores. Por su parte, la Unión de Trabajadores Rurales estima en 1,2 millones los trabajadores del campo. También es difícil estimar los productores que emigraron en los últimos años, pero que estarían dispuestos a volver si se les presentan condiciones de vida y de trabajo favorable. En síntesis, sean 200 ó 300 mil familias, es necesario un esfuerzo financiero y de apoyo institucional mucho más importante que el actual si se busca generar un impacto sensible.
Lo que es evidente, según los datos preliminares del Censo Agropecuario 2002 y del Censo de Población 2001, es que las políticas focalizadas para apoyar el desarrollo rural o atender diversas situaciones de pobreza, no pudieron contrarrestar los efectos de las políticas macroeconómicas que concluyeron por eliminar más de 100.000 explotaciones agropecuarias y reducir, en 422.514 habitantes, la población rural dispersa del país (-11,6%) acentuando, de este modo, la concentración de la producción y la riqueza por una parte, y de la población en los grandes centros urbanos, por la otra.
La Encuesta Permanente de Hogares, de octubre de 2002, reveló que el 57,5% del total de la población urbana del país se encontraba por debajo de la línea de pobreza y el 27,5% por debajo de la línea de indigencia. En el NEA y en el NOA, regiones donde la población rural tiene una mayor participación sobre el total, la pobreza y la indigencia se elevó al 71,5% y 35,1% respectivamente, para la primera región y 69,4% y 35,1% para la segunda región, respectivamente. Semejante pérdida de la seguridad alimentaria de la población no sólo es atribuible a la crisis de los últimos años: el Censo de Población y Vivienda de 2001 muestra cómo, durante la década del 90, la población rural de esas provincias fue expulsada. Por ejemplo, en Corrientes la población rural dispersa pasó del 22% del total al 11,8%, en Chaco, del 27,7% al 16,6% y en Formosa, del 27% al 18,9%. Sólo en estas tres provincias fueron expulsados del campo más de 140.000 habitantes que, con toda seguridad, han engrosado los cordones de pobreza urbana, ya que en las ciudades tampoco se creó empleo en otras actividades productivas. En otras seis provincias que abarcan la Pampa Húmeda y la Patagonia, la población rural dispersa se redujo más del 20%, con una pérdida de otros 237.329 habitantes: Santa Cruz -32,3% (2.228), La Pampa -28,7% (8.593), Buenos Aires -26,1% (110.934), Río Negro - 24,3% (15.959), Córdoba -22,6% (53.940), Santa Fe -20,9% (45.675), contribuyendo a acentuar el mismo fenómeno de expulsión y pobreza
Desarrollo Rural y Repoblamiento del Interior
Del análisis de lo actuado, considerando sólo los programas en marcha en la SAGPyA y el INTA, pueden sintetizarse una serie de aspectos relevantes, útiles a la hora de pensar en un desarrollo rural alternativo e incluyente para los sectores del agro beneficiarios de los mismos:
- Son numerosos los Programas vigentes dirigidos a los distintos tipos de productores familiares, sin embargo el número de beneficiarios directos es reducido en relación a la población meta que cada uno de ellos establece.
- Tomando como base los programas de la SAGPyA y el INTA, se habría alcanzando, en los años de mayor presupuesto, sólo al 20% de los 160 mil minifundistas del país (15% de las Pequeñas Explotaciones Agropecuarias -PEAP) y una proporción similar de las unidades familiares capitalizadas.
- Son diversos los organismos estatales que participan en el planeamiento, ejecución y financiamiento de cada programa, tanto a nivel nacional como provincial o local.
- Es bajo el nivel de coordinación entre los distintos organismos públicos responsables, aunque deben reconocerse esfuerzos para mejorarla, especialmente a nivel local y provincial. En este sentido ha faltado orientación y decisión política. Aún a nivel de la SAGPyA existe una notoria falta de coordinación entre los programas orientados al mismo tipo de destinatarios; lo mismo podría decirse entre SAGPyA e INTA.
- El diálogo y colaboración interdisciplinaria en el mismo programa e institución no siempre tuvo manifestaciones evidentes en la acción; la relación productores-asistente técnico/promotor carece de la complementación de especialistas capaces de acompañar las dificultades inherentes al financiamiento, mercadeo, infraestructura, organización, etc. relevantes para el éxito del proceso intentado. Esto, que ha ocurrido en el ámbito público, se manifiesta también en la incapacidad para construir relaciones y articulaciones con el sector privado -con las agroindustrias y productores de otra escala, por ejemplo- a pesar que constituyen actores privilegiados del desarrollo local, provincial y regional.
- Independientemente de los objetivos particulares de cada Programa, la capacitación permanente de los productores y técnicos, la incorporación de tecnologías apropiadas -sobre todo en la producción y comercialización-, la preocupación por un manejo más cuidadoso de los recursos naturales, el mejoramiento de la alimentación y la calidad de vida, la necesidad de contar con créditos y/o subsidios en condiciones adecuadas y momento oportuno, etc., forman parte de un patrimonio bastante común entre los técnicos y funcionarios.
- Se reconoce la existencia de una "demanda integrada" desde los productores que debe convertirse en orientaciones para la investigación, experimentación, asistencia técnica, extensión, educación y capacitación rural. En múltiples circunstancias las reuniones de los técnicos recogen y tratan de canalizar demandas relacionadas al mejoramiento de infraestructura y servicios, de financiamiento adecuado, al régimen legal, impositivo y previsional y a la necesidad de marcos normativos y horizontes de planeamiento de mediano plazo, etc.
- Entre las limitaciones más frecuentes de los actuales programas se puede señalar: restringir las propuestas a la explotación, la superposición de programas de intervención del sector público destinados a los mismos beneficiarios y la incapacidad de construir alianzas estratégicas con los diversos actores existentes en el medio.
- El mejoramiento de los ingresos y calidad de vida de los agricultores y, en general de las familias rurales, no siempre dependen sólo de su participación en uno o más mercados de productos, sino que forman parte de estrategias más complejas que incorporan otras actividades familiares no agropecuarias e incluso urbanas. Del Censo de 1991 y de encuestas realizadas en el 2000 entre la población rural surge que, en algunas provincias, la población ocupada en otras ramas distintas a la agricultura llega a ser mayoritaria.
- Son pobres los avances registrados en la consideración de la relación micro (una actividad, la explotación y la familia) con el medio. Consecuentemente y, a pesar de su evidente relación con los cambios promovidos por los proyectos, se desatienden entre otros: el rol de las organizaciones agrarias intermedias en la articulación de la finca, el agricultor y el jefe del hogar con su ambiente y, específicamente, con la difusión del progreso técnico, los elementos sociales y culturales que determinan la dinámica de género, la problemática de los jóvenes en la explotación, etc.
- Las estrategias diseñadas para incrementar la oferta han centrado su preocupación en "modificar las tecnologías" más que "modificar las circunstancias", asumiendo de hecho la imposibilidad o inconveniencia de operar sobre éstas. Si bien se comprende la importancia del crédito "atado" a la incorporación de determinada tecnología, por ejemplo, ello sirve para poco si no se consiguen eliminar restricciones estructurales en la disponibilidad de recursos o en el acceso a los mercados.
- En el escenario que enfrentan actualmente, el "desarrollo" de los productores familiares requiere estar dispuestos a innovar a lo largo de toda la cadena que va desde la parcela de cultivo al consumidor, a fin de poder alcanzar los mercados más convenientes. En función de ello, muchas veces deberán adecuar su producción, el proceso post- producción, las organizaciones locales, los canales de comercialización, el sistema de abastecimiento de insumos, el acceso a determinados servicios, etc., creando los sistemas de información, gestión, organización y capacitación que les permitan acentuar sus ventajas competitivas sobre bases permanentes y autosustentables. Todas estas necesidades requieren un conjunto integrado de políticas que, por cierto, supera intervenciones restringidas a proyectos y programas aislados.
- Si bien en los diagnósticos y en los propósitos se toman en cuenta el contexto internacional y nacional, las características de las políticas agrícolas, servicios, instituciones del medio, etc., es poco frecuente que los organismos públicos entre sí -y con los privados- establezcan vínculos eficientes para atender las múltiples demandas surgidas de la necesidad de dar respuesta a la problemática explotación-mercado. Si resulta difícil pensar en función de estrategias de mediano-largo plazo cuando no existen orientaciones marco ni escenarios de referencia explícitos, más difícil es todavía cuando la operatoria cotidiana absorbe prácticamente todo el tiempo y todos los esfuerzos.
- La "red" de I&D necesaria y deseable dista mucho de haberse configurado en el caso de este tipo de unidades productivas, situación manifiesta en buena medida por la falta de decisión política en el Estado y cabal expresión, a su vez, de la carencia de una estrategia de desarrollo. Sin embargo, los principales "nodos" de la misma y sus capacidades están identificados actualmente, a nivel nacional, en las distintas regiones y en las distintas cadenas productivas.
- El aprendizaje social resultante del accionar de estos programas, los técnicos formados, beneficiarios más organizados, articulaciones y confianzas, constituyen actualmente parte del capital social sobre el que asentar el proceso de desarrollo.
Antecedentes en países limítrofes: Chile y Brasil
De los antecedentes recientes en los países limítrofes, Chile y Brasil constituyen casos de interés relevante por lo continuo y abarcativo del enfoque (en el primer caso) y por la importancia asignada a las políticas agrícolas y agrarias, en el segundo. Ambos son tomados como referencia.
Chile
El Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) fue creado en 1963 en la órbita del Ministerio de Agricultura de Chile, permaneció activo durante más de 36 años, aunque con evidentes alteraciones en sus objetivos, funciones, estrategias, disponibilidad de recursos, etc., vinculados a los cambios económicos, sociales y políticos que atravesó el país.
Su accionar se desarrolla en todas las regiones del país y está recibiendo particular atención como consecuencia de los resultados del Censo Agropecuario de 1997. Este demuestra que, entre 1976 y 1997 las pequeñas propiedades entre 2-50 ha, crecieron un 23,7% en superficie y 19% en número, evidenciando el hecho de que la agricultura familiar no está en extinción ni su capacidad de resistencia y potencialidad.
El INDAP procura favorecer a la modernización de la pequeña agricultura campesina y sus organizaciones, y a la lucha contra la pobreza rural. Se consideran como beneficiarios de la acción pública los pequeños productores agrícolas, los campesinos, sus organizaciones y los jóvenes y mujeres de las familias campesinas.
A la asistencia técnica y crediticia tradicional se incorpora la promoción del desarrollo social y la formulación, coordinación y ejecución de programas de desarrollo rural; la asistencia técnica centrada antes sólo en el proceso productivo primario, es ampliada a la comercialización, a la capacitación y a los aspectos socio-organizacionales. La misión del INDAP es definida actualmente como la de "promover y fomentar el desarrollo y consolidación de la pequeña agricultura campesina como estamento social sustantivo de la realidad del país y como agente económico válido y permanente en el agro nacional; integrada al desarrollo global con base en producciones competitivas y organizaciones funcionales a sus requerimientos y, a través de ello, contribuir al abatimiento de la pobreza rural, al logro de un desarrollo productivo sustentable, a una integración participativa de los segmentos poblacionales que la conforman y, en suma, a una modernización del mundo rural".
Brasil
Culminando una serie de estudios previos en 1994 se establece un Convenio de Cooperación Técnica entre la FAO y el Instituto de Colonizaçao e Reforma Agraria (INCRA), con el objetivo de contribuir a la elaboración de una nueva estrategia de desarrollo rural para el Brasil. Los objetivos específicos son: elaborar un conjunto de directivas para el sector de la producción agrícola familiar, evaluar los costos de los asentamientos de reforma agraria y sugerir directivas que aumenten la eficiencia de este proceso.
Los avances permiten reconocer y cuantificar, en primer lugar, el potencial del desarrollo de la agricultura familiar de Brasil, caracterizando y delimitando sus diversas situaciones. En segundo término (1995) se formulan un conjunto de sugerencias de medidas de política agrícola y agraria que promoverían la opción por la agricultura familiar como línea estratégica del desarrollo rural; son necesarias para ello políticas agrícolas y agroindustriales diferenciadas y propuestas referidas a la distribución y tenencia de la tierra, que no se agotan en una reforma fundiaria.
Sin duda el aumento de la presión social por la reforma agraria se encuentra en el eje de las preocupaciones que, sin embargo, no se reducen a ésta, pues está de por medio el desafío crucial de hacer que el acceso a la tierra represente un medio durable, capaz de contribuir a la emancipación social de una proporción significativa de la población rural pobre -por una parte- y de fortalecer, por otra, a la producción familiar a fin de evitar la expulsión de quienes, aún con dificultades, persisten en la producción.
Respecto a la contención y a la promoción de la población en el ámbito rural, cabe destacar el papel que, desde lo social, vienen cumpliendo el Movimiento Sin Tierra de Brasil (MST). Gracias a su acción en favor del acceso a la tierra y a los medios para poder producir y vivir en ella, realiza una importante contribución, evitando una mayor expulsión de la población hacia grandes centros urbanos donde se concentra la pobreza y situaciones de violencia.
El INDER: una herramienta para el desarrollo rural de la Argentina
La principal razón para conformar un Instituto a cargo del Desarrollo Rural en la Argentina tiene que ver con la necesidad de contar con un instrumento adecuado para la construcción de una estrategia de desarrollo rural. Tal estrategia se orienta en torno a la necesidad de configurar un marco legal -con políticas activas y diferenciadas a nivel agropecuario- e institucional que permita avanzar en la transición hacia un desarrollo integral, social, económico y ambientalmente sustentable, en el medio rural y en todo el país.
La promoción de una producción agrícola, sin excluir otras actividades económicas, basada particularmente en el trabajo familiar se considera como eje de esa línea estratégica de desarrollo. Se parte, para eso, del reconocimiento de su presencia sustancial en prácticamente todo el territorio, en todos los sistemas productivos y en la notoria capacidad de generar ingresos y empleo demostrada cuando diversas iniciativas - básicamente del sector público- le ofrecieron oportunidades. Se trata, por lo tanto, de potenciar recursos disponibles, eliminando las restricciones que impiden su expresión y la discriminan en forma negativa, excluyéndola, en muchos casos, del acceso al bienestar, a la dignidad y a la ciudadanía.
Se trata de crear una herramienta de coordinación, a nivel nacional, provincial y municipal, de las políticas, planes y programas de investigación, asistencia, capacitación, recuperación de recursos naturales, reconversión productiva, alimentación, trabajo, etc. dirigida a la población rural y, en particular, a los agricultores familiares. La configuración de un órgano ejecutor nacional, y sus equivalentes a nivel provincial y local, forma parte de un mecanismo descentralizado, pero necesariamente coordinado, donde deben estar claros los derechos y obligaciones del sector público y los procedimientos para la participación de otros actores. Los compromisos entre el sector público y privado deben expresar y preservar la diversidad de intereses y visiones en función de objetivos comunes.
La organización política y el apoyo institucional (infraestructura productiva y de servicios) inciden tanto en el mejoramiento de las condiciones sociales de los agricultores como en la potenciación de sus sistemas productivos. Las condiciones con que cuentan los productores para crecer económicamente a través de la evolución de sus sistemas productivos es medible, en el corto plazo, a través de su producción, productividad, relación con los mercados e ingresos obtenidos y, en el mediano- largo plazo, por la sustentabilidad del sistema productivo. La sustentabilidad del sistema debe considerarse como una variable de primera magnitud para evaluar los principales factores potenciadores o condicionantes del desarrollo y como orientadora de las intervenciones.
Rescatar a los productores familiares
Los modelos tecnológicos y de especialización productiva (especialmente con la soja) que se desarrollaron en la última década, implicaron un uso más intensivo del capital que fue desplazando a la producción familiar a través de grandes empresas o "pools" de siembra. Por lo tanto, promover tecnologías y producciones intensivas en trabajo y en el uso del suelo, que permitan recuperar el empleo familiar en el campo y/o el desarrollo de agroindustrias, u otras ramas industriales o actividades de servicios ligadas a la producción, son políticas necesarias para revertir la situación generada en la década del 90, donde desaparecieron el 25% de las Explotaciones Agropecuarias del país.
Por otra parte, debe ser una preocupación central de la sociedad incorporar al desarrollo a quienes tienen más dificultad para generar los recursos necesarios para su subsistencia y a quienes han manifestado y manifiestan mayor continuidad y generosidad en el esfuerzo productivo, aún en condiciones extremas.
Carentes de un adecuado marco legal e institucional, las estrategias de intervención adoptadas hasta el presente, no alcanzan a la mayoría ni son neutras en sus resultados; favorecen -ante similares condiciones del contexto- una diferenciación positiva de los agricultores que: cuentan con adecuada dotación de recursos naturales, situaciones estables de tenencia, mayor capital inicial, mayor disponibilidad de mano de obra familiar y priorización del trabajo en la explotación como estrategia familiar; poseen nivel de capacitación y experiencia anterior, mayor capacidad organizativa, disponibilidad de crédito y asistencia técnica; están localizados en áreas con mercados consumidores próximos y/o con producción agropecuaria dinámica; tienen posibilidad de desenvolver sistemas productivos capaces de generar ingresos en el mediano plazo, etc, etc.
La situación de estas familias, particularmente de aquéllas más vulnerables, requiere del apoyo múltiple e integrado de los diferentes servicios e instituciones del Estado, reemplazando la fragmentación y dispersión actual por una nueva institucionalidad.
La emergencia de un nuevo paradigma tecnológico en la agricultura basado en la sustentabilidad exige cambios fundamentales en los objetivos, estrategias, institucionalidad y articulación de actores de todo el sector agroalimentario donde juega un rol clave la producción familiar. En ellos debería tomarse muy en cuenta la profunda interrelación que debería existir entre la enseñanza elemental básica y la formación profesional, la asistencia técnica, la extensión rural y la I&D.
El proceso de generación de tecnologías adecuadas para posibilitar la sustentabilidad es lógico suponerlo como lento y gradual, en el que se parte de una situación que debe revisarse. Cabe recordar que los objetivos, estructura organizativa, métodos, procedimientos y cultura del INTA -eje de la I&D del sector público agropecuario- surgieron en un contexto muy distinto al actual, donde imperaba el pleno empleo, una menor preocupación por la "explotación" de los recursos naturales, políticas e instrumentos para prácticamente todas las producciones y un sistema alimentario menos complejo.
La creciente preocupación por la competitividad y la sostenibilidad en la producción y la equidad en las oportunidades y en la distribución de los bienes generados requiere, también, una profunda modernización del sector público vinculado al agro y a la alimentación.
Es cada vez mayor la relación de la producción primaria con el sector industrial y de servicios, por lo tanto requiere de un nivel creciente de coordinación del sistema público de ciencia y técnica con el sector privado, definiendo los roles precisos en cada uno. Esto implica, necesariamente, adecuar las prioridades y mentalidad de un sector público, particularmente preocupado por la producción y la productividad física del sector, reacio a la articulación con los propios organismos y programas públicos y con el sector privado y con la participación de los actores sociales.
El desafío actual exige ser más creativos, actualizar conocimientos, fomentar y fortalecer las organizaciones que permitan, a los pequeños y medianos productores y trabajadores sin tierra, integrarse en mejores condiciones a los nuevos escenarios económicos, o transformarlos, participando en la gestación de los modelos de desarrollo que posibiliten un desarrollo humano integral.
El INDER se suma a las organizaciones de la agricultura familiar en la construcción y profundización de ámbitos de participación que modifiquen la relación con el espacio que nos rodea, enriquezca las opciones productivas y la calidad de vida rural y urbana. Pero eso sólo será posible aprendiendo de lo hecho, articulándose con otros, evitando superposiciones y competencias.
Junto a los diferentes servicios e instituciones del gobierno e instituciones privadas, al lado de los productores y trabajadores rurales sin tierra, se deben crear las condiciones para revertir el proceso de "éxodo rural", marginación y frustración, para volver a crear oportunidades de empleo y de vida en el campo y/o en los pequeños pueblos y ciudades del interior del país.
La participación de los destinatarios no se debe traducir sólo en un rol más activo en la demanda asociativa, ya que los productores juegan un papel relevante en el control social y evaluación directa de los servicios que están recibiendo y de las políticas aplicadas. Su organización autónoma y su funcionamiento democrático es clave para lograrlo.
Con una participación creciente de las familias beneficiarias en la gestión, no sólo se pretende una administración de los recursos públicos más transparente, sino que se está promoviendo que, en el medio rural, se formen ciudadanos con plenos derechos y responsabilidades, con opción de decidir sobre su forma de vida, donde las familias no se desintegran porque su trabajo en la tierra ya no es alternativa. Hombres, mujeres y jóvenes ciudadanos que contribuyan activamente al desarrollo económico, social y ecológicamente sustentable del país y que puedan disfrutar cotidianamente de los frutos del esfuerzo sin empeñar un futuro incierto.
Ese proceso es largo y no carente de riesgos, donde quizás las dificultades mayores están en nuestras propias limitaciones de políticos y funcionarios para imaginar que, haciendo las cosas de otra manera, se pueden conservar y proteger valores propios del mundo rural y del país del "interior" sin marginarlos del acceso al crecimiento y desarrollo.
Cambiar para mejorar
Contradictoriamente, para conservar esos valores, lograr la sustentabilidad ambiental y promover la producción familiar, éstos deben cambiar. Al esfuerzo y capacidad de trabajo del mundo agrícola y rural hay que agregar creatividad e innovación, pues ya no basta con el trabajo duro, ni con producir mucho. Hay que producir y vender con inteligencia, agregando valor a los productos del campo, incorporando tecnología y conocimiento; hay que organizarse para tener mejores oportunidades en la integración a las cadenas agro-comerciales, mayor poder de negociación en los mercados y mayor capacidad para peticionar, proponer e impulsar políticas e instrumentos.
El campo, que representa una forma de vida rica en valores, diversidad y tradiciones, también debe representar un espacio y una forma de vida con oportunidades y futuro.
El conocimiento sistematizado resultante de la intensa práctica de programas públicos, ONGs y organizaciones sociales de distinto tipo, ha identificado líneas de acción para apoyar a los productores familiares en el fortalecimiento de la organización, la formación del capital productivo, la innovación en sus múltiples aspectos, su profesionalización y la articulación e integración a los mercados en adecuadas condiciones de negociación.
Impulsar el asociativismo y la organización pluralista, democrática y autónoma de los productores familiares es la principal garantía, tanto en el diseño de empresas sólidas y con capacidad de negociación, como en su posibilidad de hacer alianzas estratégicas e interactuar con el conjunto de la sociedad.
En orden a todo lo expuesto, solicito la aprobación del presente proyecto.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
GARCIA, SUSANA ROSA SANTA FE ARI
BISUTTI, DELIA BEATRIZ CIUDAD de BUENOS AIRES ARI
GONZALEZ, MARIA AMERICA CIUDAD de BUENOS AIRES ARI
QUIROZ, ELSA SIRIA BUENOS AIRES ARI
RIOS, MARIA FABIANA TIERRA DEL FUEGO ARI
SANCHEZ, FERNANDO CIUDAD de BUENOS AIRES ARI
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
AGRICULTURA Y GANADERIA (Primera Competencia)
PRESUPUESTO Y HACIENDA
Trámite en comisión (Cámara de Diputados)
Fecha Movimiento Resultado
19/11/2008 INICIACIÓN DE ESTUDIO Aprobado sin modificaciones con dictamen de mayoría y dictamen de minoría