La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su beneplácito por la restauración de la escultura del Perro Fernando emplazada en la vereda del Fogón de los Arrieros, en la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco, recuperada por iniciativa de la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), el 7 de abril de 2011.

Señor presidente:

I. ¿Cuál es la relevancia cultural del Perro Fernando para Resistencia?

Fernando fue un conocido perro vagabundo que vivió en la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco, Argentina, en la década de 1950 y principios de 1960. Fue propiedad de un músico llamado Fernando Ortiz (de quien recibió el nombre), quien lo adoptó a corta edad y que lo llevó consigo a sus funciones y otros conciertos, lugares donde la gente empezó a tomarle cariño. Se comentaba que Fernando tenía buen oído para la música, y muchas veces la crítica del espectáculo al día siguiente dependía de las reacciones que había tenido el perro.

Murió el 28 de mayo de 1963, y sus restos fueron enterrados con todos los honores, un día después, en la vereda del Fogón de los arrieros, un museo de la ciudad. Allí puede leerse un epitafio que dice "A Fernando, un perrito blanco que, errando por las calles de la ciudad, despertó en infinidad de corazones un hermoso sentimiento"

Su funeral quedó en la historia: lo custodiaron los boyscout y lo acompañó gran parte de la comunidad, que dejó sentir su congoja mientras la Banda Municipal ejecutaba la marcha fúnebre.

Después de su muerte, ha recibido muchos homenajes por parte de músicos y artistas, dos esculturas en la ciudad: una sobre su tumba y una última de bronce frente a la Casa de Gobierno provincial. Finalmente, en uno de los accesos a la ciudad, puede leerse en un cartel un saludo al viajero que reza: "Bienvenido a Resistencia, ciudad de Fernando".

II. ¿Una estatua con correa?

El 7 de abril se presentó la restauración de la escultura del Perro Fernando emplazada en la vereda del Fogón de los Arrieros, recuperada por iniciativa de la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional del Nordeste, UNNE.

Víctor Marchese arquitecto y escultor argentino, amigo de Fernando y Aldo Boglietti, fue el autor de las dos esculturas de Fernando emplazadas en la ciudad ya que, además de ésta ubicada frente al Fogón, se encuentra otra, todavía más conocida en el nacimiento de la calle Mitre y avenida 25 de Mayo. La escultura restaurada fue ejecutada en cerámica venecitas de colores y realizada mucho antes de la muerte de Fernando. Estaba ubicada en la puerta del Fogón y contaba con su propia correa, una manera irónica de demostrar el espíritu libertario de aquel perro que quedó en la historia.

Cuando Fernando murió fue enterrado en la vereda de El Fogón y la escultura se transformó en una suerte de lápida simpática y emotiva. Con el paso del tiempo sufrió deterioros importantes: casi no tenía ojos, su lengua se había perdido por completo, la cabellera de la cabeza y sus orejas estaban casi extintas y su cuerpito tenía varios parches que lo despojaban de su belleza original.

Ante esta situación, la arquitecta Marcela Bernardi de la Secretaria de Extensión Universitaria convocó a su equipo de trabajo integrado por Javier Vargas y Matías Dimitri para iniciar su restauración. Para los materiales, fue invitada la empresa Weber, que aportó todo lo necesitado.

III. ¿Una historia risueña que merece ser compartida?

Por todo lo antedicho, queda claro que la historia del Perro Fernando es una de esas vivencias locales que merecen ser compartidas con toda la sociedad. Por ello solicitamos la aprobación de este proyecto de resolución.