El Senado y Cámara de Diputados...

Artículo 1º - Denomínase "Ruta 40 - Germán Sopeña" a la ruta nacional Nº 40 Sur que se extiende desde su mojón Km. 0 en la ciudad de Mendoza hasta el mojón Km. 3115 en Punta Loyola, provincia de Santa Cruz.

Artículo 2º - Encomiéndase a la Dirección Nacional de Vialidad la adecuada señalización de la ruta conforme con lo prescripto en el artículo 1°.

Artículo 3º - Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Señor presidente:

Nuestra Patagonia es hoy en día una suerte de marca registrada, que suscita variados sueños y anhelos y convoca a miles de turistas de todo el mundo atraídos por la fama y la leyenda de la región.

La causa esencial de ese interés la constituye, sin la menor duda, las características del paisaje; la belleza natural y agreste de sus montañas, planicies, ríos, lagos, bosques, fauna y valles. Pero no sería igual el atractivo de la Patagonia sin el espíritu que hace de ella una región sin par en el resto del mundo. Espíritu conformado por las historias de viajeros, aventureros, esforzados pioneros y hasta bandidos que desde siempre la han recorrido y poblado. También los conflictos limítrofes y la valorada gestión de Francisco Pascasio Moreno han contribuido a que la Patagonia tenga un lugar especial en el corazón de los argentinos.

Y si alguien contribuyó, en los últimos tiempos, a la difusión y promoción de la Patagonia fue Germán Sopeña, brillante periodista cuya fecunda vida se vio prematuramente tronchada debido a un accidente de aviación, cuando junto a un grupo de amigos se dirigían a Punta Bandera a colocar una placa e izar el pabellón Nacional, en el lugar donde por vez primera lo hiciera, en 1873, el Perito Francisco P. Moreno. Los innumerables artículos de Sopeña, aparecidos principal pero no exclusivamente en el diario La Nación y la revista Autoclub, hicieron conocer o descubrir el paisaje y los misterios patagónicos a millones de personas.

La ruta 40, en su tramo sur, se hizo mítica y también conocida gracias a la pluma de Sopeña, quien la recorrió muchísimas veces y en cada una de esas oportunidades nos brindó relatos y descripciones muy ilustrativos e informativos y de gran belleza literaria. Además e invariablemente, en cada ocasión hizo una propuesta para mejorar la infraestructura patagónica. Su influencia fue decisiva para que la Patagonia y la ruta 40 se convirtieran casi en sinónimos y en generadores de las historias y secretos que a ambas dieron fama mundial.

Pero Sopeña no sólo difundió las bellezas de nuestro sur, sino que, cual un verdadero docente, nos ilustró en la historia de la región y contribuyó decisivamente a la justa reivindicación de uno de nuestros próceres más decisivos en la conformación de la nación, como fue Francisco Pascasio Moreno, más conocido como el "perito" Moreno. Otro personaje que la historia ha dejado indisolublemente ligado a nuestra Patagonia y por cierto que con justicia.

Si bien estas breves consideraciones bastarían para justificar el homenaje que se propicia, no es posible soslayar otras facetas de la prolífica vida de Germán Sopeña que se alinean y se suman para conformar la verdadera dimensión de su figura.

Fue también un original y reconocido escritor. Su primer libro publicado fue "La libertad es un tren" y posiblemente sea el mejor reflejo del espíritu inquieto, curioso y sumamente reflexivo de Sopeña. Sus otro libros fueron "Testimonios de nuestra época" y "La Patagonia blanca", además de numerosos trabajos sobre temas económicos y políticos.

Diversas distinciones jalonaron la vida de Sopeña, como el premio Entrepreneur (1995), la Orden Nacional de Mérito, concedida por Francia (1996), el premio Konex en la categoría "Análisis Económico" (1997) y el premio Santa Clara de Asís (1998). En 2000 fue incorporado a la Academia Nacional de Periodismo.

Pero lo que tal vez más justifique el reconocimiento que propicio sea la pasión de Sopeña por la Patagonia, por ayudar a que otros la conocieran y disfrutaran tanto como él supo hacerlo, y su persistente dedicación a la ruta que tanto amó.