La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Adherir a los actos conmemorativos del "Día del Veterano y de los Caídos en la guerra en Malvinas" llevados a cabo el pasado 2 de Abril al cumplirse 28 años del inicio del conflicto bélico de Malvinas.

Señor presidente:

Transcurrieron 28 años desde aquel trágico 2 de abril de 1982, pero estas casi tres décadas quizás no alcanzaron para establecer un amplio consenso compartido por la mayoría de los argentinos sobre la guerra de Malvinas. Lo que a nuestro juicio resulta claro, es que fue una guerra absurda e inútil, una auténtica aventura criminal.

A meses del conflicto, Jorge Luis Borges, con su acostumbrada ironía, afirmaba que "la de Malvinas fue una guerra entre dos calvos que se disputaban un peine", y que "los militares argentinos que gobiernan actualmente son ignorantes e incompetentes, y mucho más peligrosos para sus compatriotas que para el enemigo".

No cabe duda que Malvinas fue un crimen, como quedó demostrado posteriormente, que tuvo numerosas consecuencias, entre las cuales la primera y más positiva, fue que colaboró con el resquebrajamiento y posterior desmoronamiento de la dictadura militar que desembocó en las elecciones democráticas que consagraron a Raúl Alfonsín como Presidente de la Nación en 1983.

Como responsables primarias de esta guerra absurda y criminal, las Fuerzas Armadas comenzaron un proceso de desgaste que profundizó sus divisiones internas y la búsqueda de chivos expiatorios, conservando como único objetivo compartido la necesidad de garantizar la impunidad de los responsables de la desaparición de miles de personas.

Las secuelas sobre los sobrevivientes del conflicto, en ese momento una gran cantidad de conscriptos poco entrenados y sin ningún tipo de vocación ni experiencia militar, hambreados y congelados, son extremadamente dolorosas. De los 649 argentinos fallecidos en combate, 323 de ellos lo hicieron durante el hundimiento del crucero General Belgrano. Y a la fecha, la cantidad de suicidios ya habría superado los 326, el número de soldados muertos en las islas.

El conocimiento de los hechos y el ejercicio de la memoria sobre la guerra de Malvinas son indispensables, pero debemos superar la rememorización (1) centrada en el episodio, tan obsesiva como limitada en sus alcances, para inspeccionar las condiciones de largo plazo que hicieron posible aquel desastre político y moral colectivo, así como el nacionalismo territorial como propuesta identitaria y su fusión en la poderosa causa nacional de Malvinas.

Por esta razón, adherimos al homenaje al coraje, la abnegación y el valor de aquellos jóvenes que entregaron con honor sus vidas en el luctuoso conflicto del Atlántico Sur, sin adherir por ello al "síndrome nacionalista", que "entre soberbio y paranoico", nutrió y modeló una parte importante de nuestra cultura política (2) .

Homenajeamos a nuestros caídos y nuestros veteranos de guerra, pero desde la firme convicción de la necesidad construir una propuesta identitaria republicana, progresista, distante del territorialismo y del unanimismo de las causas nacionales.

Por todo lo expuesto solicito a mis pares me acompañen en la aprobación del presente proyecto de resolución.