La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Ante la decisión adoptada por el Ministerio de Educación de la Nación de utilizar el mundial de fútbol 2006 como recurso educativo en las escuelas del país, esta Cámara resuelve dirigirse al Poder Ejecutivo de la Nación para que a través de quien corresponda, informe sobre:

- El procedimiento mediante el cual se implementarán en las escuelas rurales y del interior del país las actividades educativas basadas en el seguimiento del Mundial de Fútbol 2006.-

- Medidas adoptadas para garantizar el acceso al material formativo docente sobre el tema en dichas escuelas.-

- Medidas adoptadas para garantizar a los alumnos iguales condiciones técnicas (electricidad, aparatos de televisión o radio, señales de televisión o radio) para ver y/o escuchar los partidos de fútbol sobre los que se piensa trabajar.-

- Forma en la que se prevé trabajar los aspectos negativos del evento como el impacto publicitario y las situaciones de violencia y discriminación.-

Señor presidente:

Son cada vez mayores las manifestaciones de la violencia instalada en nuestra sociedad, manifestaciones que evidencian una sociedad dividida en compartimentos estancos y ciudadanos que ya no se reconocen como hermanos, como integrantes de un gran familia nacional, como pueblo.

Estas divisiones hacen que gran parte de los argentinos se identifiquen más con colores partidarios, ideologías, personalismos o con equipos de fútbol que con sus tradiciones, fe y cultura comunes que dieron nacimiento a una identidad nacional aún en formación y cuya maduración se demora cada vez que surgen nuevos individualismos o sectarismos.

No es diversidad de lo que hablamos, porque no es en orden a la unidad, sino de fundamentalismos o simples slogans carecientes de conceptos generosos fundados en los valores cívicos.

Los hinchas de los equipos deportivos priorizan su facción sobre la pertenencia a un pueblo de iguales; los estadios, y no sólo los nacionales, se han transformado en campos de lucha donde se dirimen violentamente singularidades que dividen y los alumnos de nuestras escuelas no son ajenos a esta virulenta transformación social.

Cabe preguntarnos si es razonable y conveniente concederle a un juego el espacio destinado a la educación y a la formación de nuestros futuros ciudadanos, habida cuenta que el fútbol ha deteriorado su naturaleza para transformarse en competencia con alto contenido de violencia y que poco o nada ayudan a la integración que necesita nuestra sociedad.

Partamos de reconocer que todas las transformaciones educativas de las últimas décadas han descuidado un factor fundamental, como lo es el de la necesidad de capacitación y actualización concreta de los docentes. Importantes recorridos por fundamentos teóricos, dejaron un profundo vacío en lo que respecta a las modalidades concretas de operatividad en las aulas.

A modo de ejemplo, no es casualidad que todos los docentes de escuelas primarias del país cuenten con fundamentos teóricos e ideológicos con respecto a la implementación del enfoque psicolingüístico para la enseñanza de la lectoescritura inicial, pero que una gran cantidad de ellos se encuentren con profundas dificultades en la práctica, relacionadas con la falta de sustentos básicos para la orientación de la práctica áulica. De la misma manera, se cuenta con estudios y diagnósticos permanentes sobre las

problemáticas que afectan a los alumnos que egresan de las aulas luego de promocionar los diferentes años de la escolaridad obligatoria y de la secundaria. Sin embargo, a pesar de que se multiplican las propuestas de capacitación, la mayoría de los docentes no cuenta con orientaciones prácticas y fundamentadas sobre diferentes posibilidades que tendrían a mano para hacer frente a esas problemáticas. Se verifica, una vez más, que la detección de los problemas y los paradigmas teóricos en los que se encuadran las políticas educativas no son acompañados por orientaciones concretas hacia la práctica. En esa situación, son los docentes de cualquier nivel las víctimas de una situación intermedia entre los resultados y la falta de planificación de políticas educativas verdaderamente integrales y directamente orientadas hacia la resolución de las problemáticas.

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, se plantean dos interrogantes. Por una parte, ¿cuál es la premisa por la cual puede pasar a ser de interés educativo fundamental el mundial de fútbol, cuando no se ha avanzado en soluciones con respecto a los problemas estructurales de la educación argentina? Por otra, ¿por qué motivos se cree que esta vez la implementación de una medida de política educativa podrá ser canalizada operativamente tal como se pretende en las aulas, cuando no median lineamientos claros que no se reduzcan a una simple concesión relacionada con un aspecto de segura popularidad? Por ejemplo, ¿cómo se logrará evitar el triunfalismo y el nacionalismo desviado de los problemas centrales que fueron característicos de varios mundiales de fútbol en los que la centralidad de las cuestiones deportivas sirvió para el ocultamiento de las cuestiones más trascendentes de la sociedad?

Y no sólo se trata de eso. El asunto remite también a cuestiones más simples como pensar en qué mesa podrá ponerse un televisor en aquellas escuelas donde los chicos no tienen siquiera bancos para sentarse; o dónde podrán enchufar los aparatos si no se cuenta con corriente eléctrica; o más aún, si escuelas donde no hay libros, ni cuadernos, ni material ilustrativo, entre otras múltiples carencias, contarán con un televisor y señal para ver el mundial. Son numerosas las instituciones escolares del norte de la provincia de Santa Fe en las que la atención se centra más en tener donde sentarse, en contar con un pizarrón, con tizas, cuadernos y lápices para escribir, que en mirar un mundial de fútbol. Y muy seguramente el ejemplo expuesto de esa provincia se repite en muchas otras provincias de la República Argentina.

Encuestas realizadas por un períodico de Chaco en la misma provincia indican que sólo un 19% de los consultados aprueba que los chicos vean el mundial en las escuelas, a un 17% no le interesa, y un 65% no está de acuerdo. Mientras que los encuestados en otra medición, realizada por uno

de los principales diarios de la ciudad de Buenos Aires, indica que un 49,12% del total de encuestados está de acuerdo con que sí debería verse, un 47,26% piensa que no y el restante 3,62% se desinteresa del tema.

Intentemos evitar la discriminación que esconden maniobras políticas que pregonan igualdad de oportunidades, reivindicación de la justicia social, educación para todos, cuando la realidad es que son algunos los que pretenden futbolizar la educación permitiendo la televisación del torneo en las escuelas, mientras muchos otros, con carencias estructurales profundas, apuestan a la educación de sus hijos con vistas a brindarle un futuro más próspero.

El debate sobre la utilidad o no en el ámbito educativo de un mundial de fútbol podría ser tema para un país que tuviera solucionados los problemas estructurales de su sistema educativo. Pero para un sistema en crisis, como el nuestro, no deja de ser un desvío con respecto a los verdaderos compromisos que tiene el conjunto de la sociedad para con el futuro por el que apuesta, que se sustenta en cuestiones más fundamentales y que urgen desde la conformación misma del Estado nacional.

Salvando las distancias, y procurando que los argentinos no volvamos a ser distraídos nuevamente de los verdaderos problemas de la Patria por otro mundial de fútbol, solicito a los Señores Diputados me acompañen en el presente proyecto.-