PROYECTO DE TP
Expediente 1785-D-2013
Sumario: DESIGNAR CON EL NOMBRE "MAESTRO ALFREDO BRAVO" AL EDIFICIO ANEXO "C" DE LA H. CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION.
Fecha: 10/04/2013
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 25
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Designar con el nombre "Maestro Alfredo
Bravo" al Edificio Anexo "C" de la H. Cámara de Diputados de la Nación.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En la ciudad de Buenos Aires, el 26 de
mayo de 2003 murió el Maestro Alfredo Pedro Bravo, hombre de intensas pasiones
cívicas, que lo llevaron a docente, dirigente sindical, subsecretario de Educación,
copresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, diputado
nacional, Presidente del Partido Socialista y Senador elegido por los vecinos de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Un sinnúmero de mujeres y de hombres
concurrieron el 26 y 27 de mayo de 2003 al Salón de los Pasos Perdidos del Congreso
de la Nación, a despedir al maestro, manifestando el dolor y la angustia que su
desaparición dejó en quienes llegaron espontáneamente a darle su adiós.
Durante su apasionada vida, Alfredo Bravo
dio una dura pelea a favor de la vida y contra todas las formas que representaban la
muerte. Trabajando hasta el último día, vivió intensamente sin desperdiciar un minuto,
acumulando una historia personal que bien vale recordar.
Hijo de Don Francisco y Doña Ángela
Conte, Alfredo nació el 30 de abril de 1925 en Concepción del Uruguay, Provincia de
Entre Ríos. La estadía en la ciudad entrerriana fue breve, la familia vuelve a Buenos
Aires y se afinca en Villa Urquiza. Allí, don Francisco abrió una panadería donde
Alfredo, niño aún, se levantaba todas las madrugadas para recibir la primera horneada
de panes y comenzar su reparto.
Al terminar la primaria, Alfredo vislumbró su
vocación docente e ingresó a la Escuela Normal Popular Mixta de San Martín,
pasando luego al Normal de Avellaneda de donde egresaría con el título de maestro
de grado.
A los 17 años se afilió al Partido Socialista.
Un año después se inició en la docencia en una escuela rural. Aunque rica, esa
experiencia fue breve; pues a poco de comenzada debió interrumpirla para
incorporarse al servicio militar obligatorio. Al finalizar este reinició su labor docente ya
en la ciudad de Buenos Aires y paralelamente se incorporó a la Confederación de
Maestros y Profesores donde aprendió el abecé del gremialismo de la mano de Italo
Américo Foradori.
En 1956, Alfredo planteó profundas e
irreconciliables diferencias con la conducción socialista y fue expulsado del partido.
Dos años más tarde, sus compañeros del magisterio lo designan para desempeñase
como co redactor del Estatuto del Docente, esa formidable herramienta legal que
consagró los derechos y las obligaciones de los que enseñaban y acabó con los
inmorales padrinazgos que hasta entonces hacían falta para ingresar a la docencia y
ascender en la carrera profesional.
Hacia fines de los 60, en Argentina
imperaba la dictadura militar encabezada por el general Juan Carlos Onganía y un
séquito cívico militar que entre sus despropósitos pretendió imponer una reforma
educativa de neto corte elitista que intentaba acabar con la histórica escuela
primaria.
Junto a otros importantes dirigentes de la
época, Bravo encabezó una lucha contra esa iniciativa dictatorial y en defensa de la
escuela pública que unió en la acción al entonces fragmentado mapa gremial de los
docentes y obligó al régimen a dar marcha atrás a su reforma.
Aquella experiencia convenció a muchos
maestros y profesores de que si habían logrado unirse para derrotar el proyecto
educativo de la dictadura, también podían y debían lograr su unificación gremial.
Bravo hizo suyo ese convencimiento y se
lanzo a recorrer el país intentando vencer resistencias, alentar voluntades unificadoras
y limar las diferencias en cuanto a la modalidad que debía adquirir esa unificación.
Ese largo trajinar por el país fructificó el 11
de septiembre de 1973, fecha en que nació la Confederación de Trabajadores de la
Educación de la República Argentina (CTERA).
Pero ese día, que debió ser de júbilo para
los maestros argentinos, se opacó pronto y se convirtió en jornada de luto en toda
América Latina. Del otro lado de la cordillera, un oscuro general derrocaba al gobierno
democrático del socialista Salvador Allende y ensangrentaba a Chile. Rápidamente
reaccionó la CTERA. En su primer comunicado de prensa repudió el golpe militar,
reivindicó la democracia y se solidarizó con el pueblo chileno. Desde ese día hasta el
año 1983 el gremio de los maestros sería conducido por el propio Alfredo.
Corría el año 1975, en los que la vida
humana valía muy poco para los asesinos de la triple A que regaban con sangre la
tierra argentina. En diciembre de ese mismo año, Bravo junto a otros dirigentes
asumen la terrible circunstancia por la que atravesaban los Argentinos y fundan la
Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
Meses más tarde, con el golpe de Estado,
el gobierno de la dictadura militar inició el período de la historia más trágico y violento
que conoció la Argentina.
Resistió a la dictadura desde el primer día
activamente reclamando en comisarías, cuarteles y ministerios, por los hombres y
mujeres que desaparecían. Así lo hizo hasta que en septiembre de 1977 le tocó a él
ser desaparecido. Un grupo de tareas se lo llevo de la escuela para adultos en la que
daba clases. En algún chupadero de la provincia de Buenos Aires conoció la tortura de
los subordinados de Ramón Camps y de Miguel Etchecolatz.
Las presiones internacionales, obligaron a
que la dictadura legalizara la situación de Alfredo y mutase su condición de
desaparecido en la de detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Durante
más de un año estuvo en la Unidad 9 de La Plata para luego pasar a un régimen de
prisión domiciliaria.
Cuando recobró la libertad, su cuerpo aún
tenía las llagas de la tortura, pero su espíritu parecía no tener siquiera un rasguño.
Volvió a la humilde oficina de CTERA en la calle México donde también supo funcionar
la APDH. Cesanteado de sus cargos como docente, Bravo se convirtió en vendedor de
libros y en ese nuevo rol volvió a las escuelas en las que directores y directoras, a
sabiendas del riesgo que corrían, le abrían las puertas para que el querido compañero
pudiese ganarse la vida.
Antes de ser secuestrado Bravo había
retomado la actividad política a través de su militancia en la Confederación Socialista
Argentina, un agrupamiento que intentaba aglutinar a los socialistas de la diáspora que
se iniciara tras la división del viejo partido en 1958.
En 1983, con el retorno de la democracia,
el presidente Raúl Alfonsín lo convocó como extrapartidario para ocupar la
Subsecretaría para la Actividad Docente. En esa función, Alfredo facilitó el reingreso a
la docencia de los cientos de maestros y profesores a los que la dictadura había
cesanteado o que habían tenido que dejar sus cargos para marchar al exilio.
En 1987, cuando el Poder Ejecutivo
impulsó las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, Alfredo Bravo expresó su
repudio hacia ambas normas y le entregó su renuncia indeclinable al cargo que
ocupaba. Luego, se volvió a la escuela primaria de la que era director. Este último
gesto tuvo un significado oculto que merece ser destacado. Al renunciar a la
Subsecretaría, Bravo estaba en condiciones de obtener una de las llamadas
jubilaciones de privilegio. Como ese beneficio le parecía indigno, decidió eludir la
normativa en vigencia, trabajar tres años más como docente y evitar así que le
concedieran la suculenta jubilación que obtenían los ex funcionarios.
Bravo, convencido de que el sistema
democrático en Argentina reclamaba la presencia de una fuerza socialista madura,
coherente y con capacidad, se incorporó con buena parte de sus compañeros de la
Confederación Socialista Argentina al Partido Socialista Democrático.
Como candidato de la Unidad Socialista,
fue elegido en 1991 diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires. Junto con el
socialista santafesino Guillermo Estévez Boero y Ricardo Molinas integró un bloque
que batalló en inferioridad numérica contra las transformaciones neoliberales.
Fue elegido por la Ciudad de Buenos Aires
convencional constituyente en 1994. Su mandato legislativo fue renovado en 1995 y
en 1999.
Similar reconocimiento recibiría en el 2001
cuando el voto popular lo consagró senador por la ciudad de Buenos Aires, cargo del
que fuera despojado por una intencionada interpretación de la justicia electoral.
A fines del 2000 fundó desde el bloque
socialista democrático, junto con otros legisladores, el ARI.
Conjugó muchos verbos, el principal fue,
quizás, el de unir: unió a los maestros de la República Argentina, unió al socialismo
después de 44 años de estériles divisiones. Enseñó que la unidad no se declama, se
practica y se concreta en una visión común.
Socialista hasta la médula, su vida fue
sinónimo de lucha. Vivió y murió peleando por los derechos humanos, por la justicia,
por la libertad, por la igualdad. Fue su socialismo, un socialismo de acción,
impregnado de las cosas simples de la vida. Demostró con una actitud coherente,
militante, honesta, alejada de pragmatismo, con su generosidad permanente y su
solidaridad hacia los más débiles, la profundidad de su conciencia de clase, de
humanismo socialista.
Dijo muchas veces que la mayor distinción
y premio que había recibido en su vida era la candidatura a Presidente de la República
por el Partido Socialista. La jugó como era su costumbre, a fondo, y se llevó la
satisfacción de comprobar que tanta gente, aún en los pueblitos más pequeños, más
alejados, en Misiones o en Neuquén, se acercaba a decirle: siga adelante con su
lucha, profesor, con su honestidad. Comprobó que ese prestigio trascendía el
resultado mismo de una elección.
Era el reconocimiento a una vida de lucha,
caracterizada por la búsqueda permanente de la síntesis entre pensamiento y acción.
Una vida austera, con profunda coherencia, y sentido ético, al servicio de una
Argentina con más igualdad, libertad y justicia social.
Proponemos en homenaje a quien honrara
esta Cámara, designar con el nombre Maestro Alfredo Bravo al edificio Anexo "C",
situado en la calle Bartolomé Mitre 1842/86, al cumplirse poco más de un año de su
inauguración oficial.
Por las razones expuestas, solicito la
aprobación del presente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
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ZABALZA, JUAN CARLOS | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
VALINOTTO, JORGE ANSELMO | CORDOBA | FRENTE CIVICO - CORDOBA |
RIESTRA, ANTONIO SABINO | SANTA FE | UNIDAD POPULAR |
RASINO, ELIDA ELENA | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
BARCHETTA, OMAR SEGUNDO | SANTA FE | PARTIDO SOCIALISTA |
ITURRASPE, NORA GRACIELA | BUENOS AIRES | UNIDAD POPULAR |
CUCCOVILLO, RICARDO OSCAR | BUENOS AIRES | PARTIDO SOCIALISTA |
DUCLOS, OMAR ARNALDO | BUENOS AIRES | GEN |
ALONSO, GUMERSINDO FEDERICO | CORDOBA | FRENTE CIVICO - CORDOBA |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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PETICIONES, PODERES Y REGLAMENTO (Primera Competencia) |