La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar profunda preocupación por la muerte de los jóvenes Javier Alarcón de 15 años y David Vivas de 21 años ocurridas el 3 de marzo en la Rivera de Quilmes, de Mauro Medina de 21 años sucedida el 12 de marzo en Loma Hermosa, partido de Tres de Febrero, y de Gerardo Hernán Marcelli de 22 años acaecida el 5 de marzo en Villa Ballester, partido de San Martín. En todas estas muertes están denunciados como responsables miembros de la policía bonaerense, y todos los casos estarían sospechados de la denominada práctica de gatillo fácil.

Señor presidente:

El domingo 3 de marzo alrededor de las 6,45 de la mañana un grupo, de 15 jóvenes salía de festejar el cumpleaños de una amiga realizado en el salón Maruca de la ribera de Quilmes. En esa circunstancia y cuando se encontraban en la Avenida Iriarte, se les acerca en forma violenta un automóvil conducido por el policía de la seccional 1ª. de Quilmes, Alfredo Alberto Veysandaz. Los jóvenes reaccionan insultando al conductor, que iba de civil, y pateando el coche. En ese momento baja del auto, se dirige al baúl de donde saca un arma con la que les dispara a quemarropa a los jóvenes, matando a David Vivas y a Javier Alarcón y dejando herido al hermano de Javier, Marcelo Luque.

Desde un primer momento, los familiares y amigos de los dos jóvenes asesinados comenzaron a movilizarse ante los tribunales de Quilmes, reclamando justicia y denunciando que se trata de un nuevo caso de gatillo fácil que la policía intenta encubrir escondiendo pruebas, por lo cual acusan a la institución provincial de cómplices de estos asesinatos, al argumentar que las cámaras no funcionaban, que no se encontró ningún casquillo en el lugar de los hechos, y fundamentalmente presionando a los testigos para que no declaren la verdad de lo sucedido, amenazándolos que de no hacerlo tendrían "complicaciones judiciales", tal como así lo manifiestan en una nota de dichos amigos y familiares, que tomó difusión pública. Agregan en ella "Los familiares y amigos de los chicos somos concientes que la detención del asesino Alfredo Alberto Veysandaz es una victoria parcial que logramos con la movilización y los cortes de calle. Es por eso que seguiremos movilizados hasta que el policía asesino cumpla efectivamente su pena, hasta que todos sus cómplices paguen sus culpas".

En la madrugada del lunes 12 de marzo, Mauro Medina se dirigía a la casa de su novia manejando una camioneta Eco Sport, cuyo titular era su padre, cuando un móvil de la comisaría 11 de la localidad de Remedios de Escalada, partido de Lanús, lo persigue a lo largo de las calles Hernán Cortéz y Gabino Ezeiza, hasta que asustado el joven se baja del coche y comienza a correr perseguido por la policía que comienza a dispararle por la espalda hasta que cae alcanzado por un proyectil.

Los vecinos del lugar, alertado por los disparos, salen a la calle y allí ven como Mauro era pateado por los policías. Muere en la ambulancia en la que era trasladado al hospital Bocalandro.

Según sus familiares, Mauro "era un chico sano, normal. No tenía antecedentes penales, estudiaba y trabajaba". En el auto "no fueron encontrados ni armas, ni drogas ni alcohol ni nada que justifique la magnitud del hecho", según entiende el Ministerio de Justicia y Seguridad de la provincia de Buenos Aires.

Los suboficiales Walter Daniel Vera y Emanuel Germán Lopera de la comisaría 11 están acusados de homicidio simple, mientras el comisario que estaba al frente de la misma, Marcos Viltres fue relevado del cargo.

La madre del joven en el momento del sepelio manifestó "Mi hijo era un chico sano, no fumaba, no tomaba, no se drogaba, jugaba al futbol en las inferiores de Chacarita, en Estudiantes, y la policía viene y me lo saca de esta forma" agregando "yo siempre tuve miedo de la calle pero nunca imaginé que lo iban a matar en la camioneta".

Gerardo Hernán Marcelli tenía 22 años y el día de su muerte estaba con dos amigos a bordo de su Renault Clio en la zona de La Rana, localidad de Villa Ballester, partido de San Martín. Mientras transitaban en el coche es interceptado por un patrullero en el cual iban dos policías de la seccional 2ª. de San Martín los que les ordenan detenerse. Al revisar el Renault, aparentemente encontraron marihuana, tras lo cual suben al patrullero a los dos amigos de Gerardo Hernán, y a él lo hacen conducir su auto acompañado del subteniente Adrián Porcili.

La versión que da la policía es que el joven intentó arrebatarle el arma al policía y así poder evitar ser conducido a la seccional, que en el forcejeo el arma se disparó, el auto chocó en este intento de fuga. La bala le atravesó el tórax, herido logró bajar del coche trató de correr, hasta caer sin volver a recuperarse.

Entre los puntos oscuros que denuncian sus familiares y allegados, es que la explicación dada de los hechos por el subcomisario de la seccional, Luis Cardona, no está clara. No se sabe de acuerdo a la misma si primero se produjo el choque y luego los disparos o a la inversa. Se desconoce también, de acuerdo a los dichos del subcomisario, donde llevaba el arma el policía para que estuviera al alcance del joven (haciendo especial mención que solo si el uniformado fuera zurdo se explicaría).

Hasta acá hemos tratado de sintetizar las circunstancias que rodean a cada una de estas inexplicables muertes, de acuerdo a la información que ha tomado estado público. En lo que va del 1 de enero a fines de marzo de 2013 son realmente alarmantes las pérdidas en vidas que, ya sea por denuncias de gatillo fácil, apremios, torturas, sospechosos suicidios en cárceles y comisarías, aumentan las frías estadísticas, como si fueran un número más, que no requiere tratamiento especial alguno.

Y estas vidas sesgadas son, siempre, de jóvenes y adolescentes de las clases más pobres, de los barrios humildes o de clase media baja del conurbano. Y sus ejecutores, también siempre, son miembros de las fuerzas de seguridad. Y también, por supuesto, no toman la magnitud pública de otras muertes, las de la llamada inseguridad que se sufre cotidianamente en nuestro país. Y aquí debemos decir que todas las muertes son terribles, y que todos sus responsables deben ser castigados con todo el peso de la ley.

Y también cabe señalar que hay una gran desidia, o por lo menos indiferencia de los distintos estratos gubernamentales, para cambiar el accionar de aquellos que, debiendo protegernos, hacen de la violencia un uso cotidiano.

Es por todo lo expuesto que solicitamos a las/los señoras/señores diputadas/diputados que acompañen el presente proyecto.