PROYECTO DE TP
Expediente 1727-D-2009
Sumario: EXPRESAR BENEPLACITO POR LA OBTENCION DEL US OPEN DE GOLF POR PARTE DEL SEÑOR ANGEL CABRERA EN EL MASTERS DE AUGUSTA, ESTADOS UNIDOS DE AMERICA.
Fecha: 16/04/2009
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 29
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Expresar su
beneplácito al deportista argentino Sr. Ángel Cabrera por haber
sido el ganador del US Open de Golf, convirtiéndose en el primer
latinoamericano en ganar el Masters de Augusta.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El Pato Cabrera se
convirtió en el primer latinoamericano en ganar el Masters de
Augusta. Lo hizo tras un emotivo desempate frente a Kenny Perry y
Chad Campbell.
La bandera
argentina dejó lugar al verde, el color del saco más famoso del
golf mundial que ganó, tras un desempate épico, Ángel Cabrera
en el célebre campo del Augusta National.
El 12 de Abril de
2009 jugó una fantástica cuarta vuelta de 69 golpes (-1) en el
durísimo campo de Oakmont e hizo historia al consagrarse en el
segundo Major del año. El cordobés llegó a la definición seguido
de cerca por Tiger Woods y Jim Furyk, números 1 y 3 del
mundo, pero mantuvo su gran nivel y se unió a Roberto de
Vicenzo, campeón en el British Open de 1967, como los únicos
argentinos en la historia en ganar un torneo de Grand
Slam
Tuvo una
fantástica vuelta final de 69 golpes y logró, a los 37 años, el
título en el complicadísimo campo de Oakmond, donde se
desarrolló el segundo Grand Slam del año. "Jugué bárbaro,
como tenía que jugar", afirmó contundente el cordobés. Lo
escoltaron el uno y el tres del mundo, Tiger Woods y Jim Furyk.
Esta sorprendente victoria tiene la misma dimensión que la de
Roberto De Vicenzo en el Abierto Británico de 1967. Además,
fue uno de los máximos logros del deporte argentino. Atacar.
Ese era el plan de Angel Cabrera. No podía hacer otra cosa, en
esta vuelta final del US Open. Salió a jugar a cuatro golpes de
la punta y muy adentro suyo sabía que esta era su gran
oportunidad de festejar a lo grande en el golf mundial. Pasó
con éxito los tres primeros hoyos, con respectivos pares, y ahí
se dio cuenta de que podía ser el mejor día de su vida. Era
cuestión de embalarse, de poner la pelota en juego, de
aguantar la atropellada de las súper estrellas del circuito y,
fundamentalmente, de embocar. Ni más ni menos que
embocar, la clave de este apasionante deporte llamado
golf.
A medida que el
resto hacía fuerza para mantenerse en par, el cordobés se
encontró con dos birdies que le devolvieron la confianza que se
le había escapado ayer, luego de terminar su recorrido con
bogey en el 17 y en el 18. Ahí, sinceramente, pocos creían en
que podía dar el gran golpe. Porque había perdido el control de
su juego y, con todavía 18 hoyos por delante, la sensación era
una: difícilmente aguantaría semejante presión. Error por
cierto. Cabrera salió a jugar tan aplomado como lo hizo el
jueves y el viernes. Acertó fairways y un dato importante: se lo
veía "fino" arriba del green. Ni siquiera se inquietó después del
bogey en el par 3 del 6. Respondió enseguida con un birdie en
el par tres del 8, de casi 300 yardas. La metió por el medio,
para ovación de todos los latinos. Nada pudo hacer, sí, para
evitar subir el 9.
En esa ida y vuelta, El Pato fue escalando. Porque los demás no
sabían cómo hacer para sostenerse. Su confianza, lógicamente,
crecía. Par el 10 y el impulso llegó en el par cuatro del 11. Pegó
un larguísimo drive y desde un ángulo frontal le apuntó derecho
a la bandera. Hacia allí fue la bola. Terminó a un metro y la
metió por el medio.
Ni él, claro, podía
creerlo. Estaba en la punta del US Open, el segundo Grand
Slam de golf del año. Quién diría, sinceramente, después de
aquel cierre de ayer, en el que pareció dejar de lado todas sus
aspiraciones. Pero el deporte en general, no importa cuál, es un
imprevisto constante y vaya si puede refrendar esto Cabrera,
quien encaró el par cinco del 12, de prácticamente 670 yardas,
con una determinación pocas veces vista. Pegó una salida para
el aplauso, que picó en el lugar justo y corrió 347 yardas. Ahí
los espectadores se dieron cuenta de que el argentino podía
ganar. Usó su híbrido como segundo tiro y la dejó, con su
segundo tiro, en el pasto alto del borde del green. Precisaba
bajar para demostrarle al resto sus aspiraciones. ¿Qué hizo?
Tenía un tiro de aproximación imposible. Muy rápido y con
doble caída. El argentino, pese a que tenía un putt metible, no
logró bajarla desde un metro y medio. Uno menos de vuelta y
cuatro más para el campeonato. Era el sorprendente líder y el
título estaba en sus manos. Había que poder cerrar el
campeonato, con Tiger Woods (el uno del mundo, apenas)
presionando un par de grupos atrás.
Fue al par tres siguiente y, seguramente, le hizo el mejor swing
de la semana. Movió los hombros y logró un impacto perfecto.
La bola voló de derecha a izquierda y se estacionó a tres
metros del hoyo. Nueva chance de birdie. El resto, Tiger
incluido, se desdoblaba para aguantar el par. Y la mayoría
subía, entre ellos el australiano Baddeley, quien arrancó como
líder y no logró sostenerse. Con un golpe de ventaja, el
cordobés pedía a gritos otro birdie para asegurarse el cierre. En
el 13 la tenía "bien metible", pero otra vez se le escapó: desde
dos metros y medio, frenó el golpe y la bola de le cayó por la
izquierda. Igual, una buena señal: se mantuvo calmo. Es que
sabía los hoyos pasaban, su final estaba más cerca y los demás
caían indefectiblemente en las garras de un campo que no
perdonaba una. Tiger, paciente como nunca, se seguía
salvando y aspiraba a atacar en el tramo final.
En el corto par
cuatro del 14 se empezó a definir el torneo. Cabrera estaba en
condiciones de llegar al green con su drive, pero (raro en él)
salió sólo a poner la pelota en juego con su hierro. No lo logró,
sin embargo. La enganchó y terminó en un croos bunker. Tuvo
suerte porque lo favoreció un buen pique. Desde la arena, con
algo más de 100 yardas por delante, hizo un swing completo
notable y la dejó diez metros pasada del hoyo. Desde ahí casi la
mete y se fue con un valioso par. Atrás, Woods anotaba un
bogey que (lógicamente) acrecentaba la ilusión del
argentino.
El nivel de su
juego se vio en el par 4 del 15. Otro gran drive y lo mejor vino
después. Casi sin ángulo, pegó poco menos de 200 yardas de
izquierda a derecha. La cortó como quería, picó en el lugar
justo y casi la mete para águila. ¿Su reacción? Una, en medio
de la ovación: se agarró la cabeza y no podía creer lo que
estaba viviendo. Se paró seguro y adentro. Birdie en el par
cuatro de 500 yardas.
A esa altura, en la
cabeza de los golfistas argentinos estaba aquel gran momento
de 1967, cuando Roberto De Vicenzo se coronó (en las narices
de un fenómeno como Nicklaus) del Abierto Británico. Hoy se
inscribía otra historia, tan o incluso más importante que
aquella.
Con tres hoyos por
delante, Cabrera miraba de reojo el tablero y se encontraba
tres golpes arriba de Tiger. Y también de Furyk, quien se
embaló y de golpe también quedó en posición de ganar. Qué
momento. Aguantar era la idea. Fue al par tres y después de
una larga espera, no logró impactarla como quería, pero erró
corto. Sí, por el lado bueno. Tenía por delante dos putts, desde
casi 30 yardas, con un green bien movido. Aflojó en el impacto
y se dejó un compromiso de dos metros. Lo leyó desde
adelante y desde atrás, mientras Furyk (el tres del mundo)
esperaba ansioso en el tee de salida. La pelota no cayó y el
cordobés subió.
¿Qué hacer en el
corto par cuatro del 17? ¿Atacar con el drive e intentar llegar al
green para asegurarse el torneo? ¿O poner sólo la pelota en el
medio con un hierro? Esas preguntas dieron vuelta en la cabeza
de Cabrera y, fundamentalmente, de su caddie-consejero-
amigo. Una decisión, a esa altura, que conducía sin escalas a la
gloria o a Devoto. Sólo trató de ponerla en el medio, en una
elección muy inteligente. "Que me vengan a buscar", pareció
decir. Furyk, atrás, se le venía encima. Tiger también, pese a
que de vuelta no lograba entonarse.
Nada dicho,
entonces. El Pato, desde 65 yardas, no consiguió darle a la bola
efecto de retroceso y terminó en la primera escarpada, desde
donde ejecutó un mal tiro y se dejó de vuelta un putt de dos
metros. Fue, sin dudas, el momento más importante de su
carrera. Lo sabía él y lo sabían todos. Tardó en ejecutarlo y lo
perdió por arriba. Una lástima, porque todo le quedaba servido
a Furyk, quien agarró el drive, se equivocó por la izquierda y se
fue con doloroso bogey.
Cabrera, después
de dos bogeys al hilo, se encuadró en el tee del hoyo 72 y le
tiró con "alma y vida". Respiró profundo y sacó una risa que
tuvo mucho de desahogo. Buena señal, claro. 140 yardas por
delante. Swing completo, potente como siempre, para dejarse
cinco metros hacia la gloria. En esa caminata inolvidable le
llovieron los aplausos. Se sacó la gorra y, emocionado,
agradeció a los cuatro costados pese a que todavía le faltaba
un poquito. Dos putts, 69 para el cierre y más cinco para el
total. Líder y alegría inmensa. Furyk precisaba un birdie en el
18 para forzar el desempate, pero se fue con par. Era su
despedida del título. Tiger, en el tee del 16, estaba uno detrás,
con el Pato muy relajado en el club house. "Jugué espectacular,
como tenía que jugar", repetía ante las cámaras y ante sus
mismos amigos que horas antes lo había cargado por el
"sábado negro". Final abierto como nunca, entonces.
Woods, el único que a esa altura podía arrebatarle el título, usó
en el 17 madera tres y la mandó al bunker del green. Le hacía
falta un birdie. Sacó bien, pero la bola corrió de más y
peligrosamente la dejó en el pasto alto, a apenas cuatro metros
del hoyo. Volvió a pasarse un metro y medio, desde donde
embocó. El uno del mundo seguía más seis, mientras que
Cabrera ya había firmado un más cinco que lo hacía sentir
en las nubes.
Todo o nada para Tiger en el 18. Un par cuatro en el que, por
lo pronto, hoy sólo se habían visto cuatro birdies. Buen drive,
que apenas pasó el pasto alto del sector derecho del hoyo.
Quedó, sí, en posición franca de tirarle a la bandera. No le
quedaba otra que hacer tres para aspirar a un desempate
mañana a 18 hoyos. ¿Misión imposible? Para nada. Pensó el
tiro, desde 154 yardas, como si fuese el último de su vida.
Había algo de viento en contra y aparecieron las dudas por la
elección del palo. Fue increíble lo que hizo, pero no logró darle
efecto. Conclusión: quedó a cinco metros barranca abajo. Dos
putts y ahí sí, la gloria entera fue para Cabrera, dueño absoluto
de otro momento inolvidable del deporte argentino
Teniendo en
cuenta lo expuesto precedentemente, y la importancia de dar a
conocer y valorar a los deportistas Argentinos, para toda la
comunidad y para el desarrollo del deporte en nuestro país y
en el mundo, es que solicito a mis pares que me acompañen en
la aprobación del presente proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
BIANCHI, IVANA MARIA | SAN LUIS | FRENTE JUSTICIA UNION Y LIBERTAD - FREJULI |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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DEPORTES (Primera Competencia) |
Trámite en comisión (Cámara de Diputados)
Fecha | Movimiento | Resultado |
---|---|---|
19/05/2009 | DICTAMEN | Aprobados con modificaciones unificados en un solo texto como proyecto de resolución |
Dictamen
Cámara | Dictamen | Texto | Fecha |
---|---|---|---|
Diputados | Orden del Dia 1783/2009 - DICTAMEN CONJUNTO DE LOS EXPEDIENTES 1673-D-2009 y 1727-D-2009 | CON MODIFICACIONES; LA COMISION ACONSEJA APROBAR UN PROYECTO DE RESOLUCION | 03/06/2009 |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
---|---|---|---|
Diputados | CONSIDERACION Y APROBACION CONJUNTAMENTE PARA LOS EXPEDIENTES 1673-D-2009 y 1727-D-2009 | 05/08/2009 | APROBADO |