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PROYECTO DE TP


Expediente 1518-D-2013
Sumario: PEDIDO DE INFORMES AL PODER EJECUTIVO SOBRE LA POSIBLE CAMPAÑA DESTINADA A DENIGRAR LA MEMORIA HISTORICA DEL GENERAL JULIO ARGENTINO ROCA.
Fecha: 03/04/2013
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 20
Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:


Solicitar al Poder Ejecutivo Nacional para que informe, a través de los Ministerios de Interior y de Educación y Cultura, si se promueve una campaña para denigrar la memoria histórica del general Julio Argentino Roca, dos veces presidente de la Nación e impulsor de las más trascendentes transformaciones en las tres décadas que ejerció un notable liderazgo político en el país, entre finales del decenio de los setenta del siglo XIX y 1904; Asimismo, para el caso de que efectivamente exista una campaña orquestada para agraviar al presidente Rosa, informe si se han adoptado medidas que prevengan y/o neutralicen esas acciones negativas.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Pareciera que se incrementa una campaña ideológica y plagada de prejuicios contra la figura del general Julio Argentino Roca, dos veces presidente argentino - 1880-1886 y 1898- 1904.
Se juzga con el prisma del s.XXI lo acontecido en el s.XIX. Si algo es inicuo, absolutamente inadmisible, es evaluar hechos históricos con la mirada actual. Los parámetros para valuar personas y hechos han mutado sustantivamente. Los criterios de hoy no son los de 1879. En ninguno de los planos sociales. En 1879 el país entero saludó alborozado y optimista la recuperación de nuestros territorios patagónicos y chaqueños. Ambos peligraban. La soberanía argentina era especialmente codiciada por el vecino de allende los Andes. Algunos aborígenes traficaban en Chile ganado robado en nuestras pampas y allí recibían armamento y alicientes para que prosigan con sus periódica destrucciones. No había paz en nuestras tierras. Incontables mujeres argentinas fueron tomadas como rehenes, raptadas por esas invasiones que devastaban los campos y robaban los bienes, causando zozobra entre nuestros paisanos.
Con la caída de Juan Manuel de Rosas, en 1852, la situación se tornó insostenible. El Restaurador de las Leyes había sabido pactar con los pueblos originarios y de ese modo se mantuvo una relativa calma.
El preclaro estadista Adolfo Alsina, tan popular en los arrabales porteños - sus seguidores eran llamados "orilleros"-, siendo ministro de Guerra de Nicolás Avellaneda inició, en julio de 1876, la construcción de fosas y fortificaciones en el sur de la provincia de Buenos Aires. Esas obras pasaron a la historia como "el Zanjón Alsina". Empero, no surtieron el deseado efecto de contener a los malones. Seguían asolando.
Se imponía una campaña definitiva que diera solución integral al gravísimo problema que impedía el normal desarrollo del país. Se planificó una acción con un despliegue que iba desde San Rafael - Mendoza- hasta el sur bonaerense, pasando por Villa Mercedes - San Luis- , Río Cuarto - Córdoba - y otros puntos de la frontera interior de entonces.
La Conquista de la Patagonia argentina - fue, estrictamente, conquistar lo que nos pertenecía de antemano - tuvo un clamoroso éxito. Fue aclamada por toda la Argentina.
A posteriori se distribuyeron arbitraria y discrecionalmente las tierras recuperadas, sin que privara un concepto de colonización y sin articular ese reparto con la inmigración que se empezaba a recibir ni con el criollaje marginado de derechos ¡Qué bueno hubiera sido que las familias de inmigrantes y la de nuestros criollos, en lugar de aposentarse en Buenos Aires, Rosario y otras ciudades, hubieran ido a los campos nuevos, para laborarlos! Seguramente, nuestro desarrollo habría sido más armónico y la demografía más equilibrada. Y el país más productivo, menos burocrático-parasitario.
Igualmente, ¡cuán satisfactorio hubiera sido que los aborígenes disfrutaran de la protección de los militares que realizaban la operación reclamada por el país!
Empero, las cosas y los hechos fueron irreversiblemente los que fueron. Y como fueron.
El mismo Roca que conquistó el desierto es quien impulsó transformaciones fenomenales que le acreditan sobrados títulos para que su memoria sea respetada y honrada. Todas las generaciones posteriores le somos deudores. Y no debe sufrir agravio alguno.
Sólo quiero citar dos hechos de Roca que nos hacen inclinar reverentes ante su figura de estadista: la ley 1420 y la decisión de adquirir las instalaciones en las islas Orcadas, en la Antártida Argentina.
La ley 1420 sancionada el 26 de junio y promulgada el 8 de julio de 1884 - durante el primer mandato presidencial del gran tucumano -, de educación universal, obligatoria, laica y gratuita, hizo de la Argentina una potente Nación emergente, que asombró al mundo. Nos sustrajo de la condición de país semicolonial para erigirnos en una Nación cabal.
Sirvió para que los criollos marginados desde Caseros y los inmigrantes recién llegados se vertebraran en un pueblo nacional, igualados en oportunidades y dignificados como personas. Todos identificados con la Nación Argentina emergente. El guardapolvo blanco nos hizo iguales, nos dignificó a partir de la educación, nos preparó cívicamente y nos forjó nuestro destino, tanto común como individual.
La instalación de la base de las Orcadas - decidida por Roca en 1904 - fue de una visión descomunalmente grandiosa. A pesar de las penurias que en estos días ha sufrido esa base -
por la pésima gestión de nuestros asuntos antárticos por parte del Ministerio de Defensa -, esa decisión de Roca fue histórica y se inserta entre las mejores adoptadas por los gobernantes patrios, al igual que la impulsión y vigencia de la ley 1420.
Esta Cámara quiere saber si existe una campaña denigratoria. Hasta se habla de que la estatua sita en la Diagonal Sur - Av. Julio Argentino Roca - esquina la calle Perú de la Ciudad de Buenos Aires, podría ser desplazada. Lo mismo acaece con el monumento ubicado en el centro cívico de San Carlos de Bariloche y otros sitios.
Roca merece nuestro respeto. En el balance aciertos/errores, los primeros sobresalen y superan largamente a los segundos.
No vamos a construir un país mejor demoliendo estatuas. Hay que marchar hacia el futuro levantando las nuevas estatuas de quienes las vayan mereciendo, sin tocar ni macular a ninguna de las que tenemos que forman parte de nuestra historia.
Si revisásemos minuciosamente a cada uno de nuestros patricios y prohombres pocos quedarían indemnes del escrutinio. Un ejemplo podría ubicarnos: Leopoldo Marechal.
Cuando la presidenta de la República y el papa Francisco conversaron en el Vaticano, antes de la entronización del nuevo Pontífice - en marzo de 2013 - aludieron a la respetada figura del citado escritor, autos de "Adán Buenosayres" y "Megafón y la guerra".
¿Esa ponderación del papa y de la presidenta incluía respetar y aplaudir que Marechal fue condecorado por Francisco franco con la Orden de Alfonso El Sabio? ¿También significaba avalar que Marechal fuese subdirector de la Biblioteca Nacional secundando a Hugo Wast - Gustavo Martínez Zuviría - en 1943?
Marechal fue y es admirable, pero algunos pueden cuestionar sus posturas tradicionalistas, aristotélicas y tomistas. Empero, ¿quién puede ignorar o negar el talento de Marechal?
Debemos ser más indulgentes con nuestra historia y en vez de hurgar y excarbar para pretender expurgarla, lo que deberíamos acometer es construir nosotros una historia mejor.
Creo que el pueblo que representamos nos agradecerá que seamos prudentes con el pasado y eficaces con el porvenir. Y que en vez de tantas miradas desde la nuca, pongamos toda la atención y la voluntad en construir el porvenir, mirándolo con fe y optimismo.
Pido el respaldo para esta iniciativa.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
ASSEFF, ALBERTO BUENOS AIRES FRENTE PERONISTA
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
ASUNTOS CONSTITUCIONALES (Primera Competencia)