La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Adherirse a la proclamación del año 2011 como "Año Internacional de las Mujeres Científicas" establecido a partir de la promulgación de Naciones Unidas que establece el 2011 como "Año Internacional de la Química" según Resolución 63/209.

Señor presidente:

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su 63° período de sesiones, de diciembre de 2008, bajo Resolución 63/209, proclamó el 2011 como "Año Internacional de la Química", principalmente por ser el centenario de la concesión del Premio Nobel de Química a Maria Sklodowska-Curie. A Partir de esta proclamación también se ha establecido el 2011 como "Año Internacional de las Mujeres Científicas" como forma de reconocer y celebrar los aportes de las mujeres a la ciencia.

Madame Curie, poseedora de dos premios Nobel y una de las personas dedicadas a la ciencia más importantes de la historia (independientemente del género), fue la inspiración para que este 2011 haya sido elegido también como Año Internacional de las Mujeres Científicas. Se corre el riesgo, sin embargo, de que esta celebración del aporte de las mujeres a la ciencia pase desapercibida por su carácter incidental, contribuyendo así, una vez más, a la histórica infravaloración de sus aportaciones. Una infravaloración acompañada de barreras que han dificultado -cuando no llanamente impedido- su acceso a la investigación científica. Basta recordar que hace un siglo la mujer tenía prohibido el acceso a la Universidad en la mayor parte del mundo. Y aunque hoy el número de mujeres y hombres sea prácticamente el mismo en las aulas universitarias de muchos países, la mujer aún accede a puestos de responsabilidad científica en una proporción muy inferior.

A pesar de las dificultades, es relevante papel jugado por las mujeres científicas en el origen y desarrollo de lo que empieza ya a denominarse nueva Ciencia de la sostenibilidad. Es preciso recordar en ese campo, en particular, la obra de Rachel Carson (1907-1964), considerada la "Madre del movimiento ecologista" por la enorme influencia que tuvo su libro Primavera Silenciosa, en el que daba abundantes y contrastadas pruebas de los efectos nocivos del DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano) un compuesto organoclorado de los insecticidas. Su obra recibió violentas críticas y el acoso por parte de la industria química, de los políticos e incluso de numerosos científicos. Sin embargo, apenas 10 años más tarde se reconoció que el DDT era realmente un peligroso veneno y se prohibió su utilización. Por otro lado, la figura que actualmente, reúne la entrega, la dedicación, la inteligencia, la curiosidad y el afán de compartir conocimientos que ayuden al desarrollo del ser humano y que puede representar a todas estas mujeres, es la neuróloga Rita Levi Montalcini (Turín, 1909). Esta científica italiana aisló por primera vez el Factor de Crecimiento Nervioso lo que le valió el Premio Nobel de Medicina en 1986. No se trata, por lo demás, de casos aislados: las revistas científicas están repletas de trabajos relevantes en el campo de la sostenibilidad realizados por mujeres.

En Argentina, se puede observar un crecimiento en los últimos años en la participación de las mujeres en la actividad científica. Según datos obtenidos, por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, en el período de 2007 el aumento de investigadoras y becarias de I+D (Investigación y Desarrollo) tuvo un crecimiento del 69% contra el 31% en la misma categoría de varones.

Es importante destacar que entre las mujeres de ciencia de nuestro País, el martes 15 de marzo de 2011 la Presidenta del Conicet, Marta Rovira, homenajeó a la doctora Eugenia Sacerdote de Lustig por su trayectoria como mujer de ciencia, que el 9 de noviembre pasado cumplió 100 años.

Eugenia Sacerdote de Lustig nació en Italia en 1910 y se recibió de médica en la década del 30. En 1939 dejó su país y viajó a la Argentina, donde se dedicó a la investigación. Entre otras cosas, la doctora Lustig introdujo en el país la técnica del cultivo de tejidos y fue la primera persona en aplicarse la vacuna contra la poliomielitis, para demostrar que era inocua y un arma clave para frenar dicha epidemia. Desde el Instituto Ángel Roffo se dedicó al estudio de las células tumorales y en 1960 se convirtió en investigadora del Conicet. Además, estuvo a cargo del Instituto de Virología del Instituto Malbrán y de la cátedra de Biología Celular de la Universidad de Buenos Aires. A lo largo de su carrera, Eugenia Sacerdote de Lustig recibió los premios "Mujer del Año de Ciencias" de 1967, "A. Noceti y A. Tiscornia" de la Academia Nacional de Medicina, "Benjamín Ceriani" de la Sociedad de Cirugía Torácica, "Barón" otorgado por el Lalcec, el Premio "A. Moreau de Justo", "Juan Manuel Estrada" y "Trébol de Plata" por el Rotary Internacional, "Hipócrates a la Medicina", y el Diploma al Mérito y la Mención Especial de la Fundación Konex. También fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.

También es digno destacar a la investigadora argentina Ana Belén Elgoyhen, doctora en Bioquímica, profesora de Farmacología de la UBA e investigadora independiente del Conicet, que recibió en el año 2008 en París, junto a otras cuatro científicas que representan los distintos continentes del mundo, el Premio L Oréal-Unesco For Women in Science para la región de América latina -para muchos, una suerte de Nobel "femenino"- por su contribución al entendimiento de las bases moleculares de la audición, un campo en el que investiga desde hace más de diez años. "En la Argentina jamás me sentí discriminada por ser mujer a la hora de investigar....". y asegura que las limitaciones femeninas suelen ser otras: "Las mujeres tenemos que hacer todo. Y hay que ir del laboratorio a la casa, y criar hijos y no tener culpa por trabajar tantas horas"

Son muchas las mujeres argentinas que hacen ciencia cuyas trayectorias ejemplares abrieron nuevos caminos y en ocasiones revolucionarios para mejorar las condiciones de vida de la humanidad. El Año Internacional de las Mujeres Científicas ha de ser ocasión para poner de relieve estos aportes, alentar a las jóvenes mujeres del mundo entero a seguir sus pasos y, sobre todo, para hacer saltar los obstáculos que aún limitan el pleno aprovechamiento de su trabajo en todos los campos de la ciencia y, en especial, en el de la construcción de un futuro sostenible.

Por todo lo expuesto solicito a mis pares el acompañamiento para la aprobación del presente proyecto.