PROYECTO DE TP
Expediente 1345-D-2007
Sumario: AGENDA PARLAMENTARIA: PUBLICARLA LOS DIAS SABADOS EN LOS CINCO PERIODICOS CON MAYOR INDICE DE VENTA DE LA ACTIVIDAD SEMANAL DE LAS COMISIONES DE LA H CAMARA.
Fecha: 10/04/2007
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 26
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
- Disponer la publicación
los días sábado de la actividad semanal de cada comisión permanente
y especial de esta Honorable Cámara en los cinco periódicos con mayor
índice de venta por mes en el país.
- Encomendar a la
Presidencia la gestión de dicha publicidad, la que estará sujeta a las
normas y a los mecanismos de transparencia y control que prevé el
reglamento interno de la H. Cámara y las disposiciones que rigen las
relaciones comerciales que ésta establece con particulares.
- La gestión de la
publicidad de la agenda parlamentaria deberá contar con la aprobación
de la mayoría simple de los presidentes de los bloques que integran la
Cámara. Dicho acuerdo, que deberá ser renovado cada seis meses,
incluye la elección de los medios gráficos donde se difundirá la
información, el presupuesto de la publicación y los lineamientos
generales de su contenido.
- Encomendar a la
Dirección de Comisiones de la Secretaría Parlamentaria la elaboración
de la mencionada agenda, en la que constará:
- Nombre de la Comisiones
que se reunirán esa semana.
- Día, hora y sala de
reunión.
- Nómina y extracto de los
proyectos de ley o de resolución que serán debatidos.
- La página web de esta H.
Cámara.
- La leyenda "Todo
ciudadano que desee presenciar el trabajo de alguna Comisión en
particular deberá contactarse con sus autoridades al 63107100".
- La H. Cámara, a través
de su Presidencia, no abonará por esta publicidad tarifas superiores a
las que, netas de todo descuento, cobraren los medios a grandes
anunciantes.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Desde que la
relación entre los ciudadanos y sus gobernantes saltó por los aires en
diciembre de 2001, las urgencias económicas, más fáciles de
reconocer, se impusieron sobre el deterioro institucional y la
desafección política. Esa actitud extendida que se expresa como
desconfianza, se cuantifica en las encuestas como desinterés por las
cuestiones públicas y se viste de cinismo político en los medios de
comunicación. El Congreso, de todas las instituciones, es el que carga
con las mayores marcas de esa desafección. Una institución a la que
se ve inútil y sobre la que pesa el más injusto de los calificativos: "son
todos iguales". Esa desconfianza, unida al desinterés y la exacerbación
mediática del cinismo, si bien no ponen en cuestión al sistema
democrático, inhiben los comportamientos de ciudadanía responsable
y participativa que define a las democracias modernas. Sin embargo, si
la desafección política se aplica tanto a la crisis de representatividad de
las democracias tradicionales que han conseguido un desarrollo
importante de participación y control ciudadano, las democracias
recientes, como la de Argentina, padecen los problemas de lo viejo sin
haber incorporado lo que es novedoso a nuestra tradición política
como lo son el derecho a la información pública y la transparencia,
consagradas por los tratados internacionales con los que Argentina se
comprometió ante la comunidad de las Naciones: la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Sociales.
Como la
experiencia totalitaria que desde el poder todo lo controla convirtió en
normal prácticas que son antidemocráticas, los ciudadanos apenas
poseen los rudimentos de un "deber ser" democrático. Una incultura
cívica que priva a la ciudadanía de parámetros de normalidad para
evaluar la marcha y el funcionamiento de sus instituciones recién
restauradas.
Han sido hasta ahora las
organizaciones ciudadanas las que han increpado al Estado para que
esa normativa se aplique, como sucedió con el decreto 1172/03 que
regula el derecho de "Acceso a la Información Pública" dentro del
Poder Ejecutivo Nacional y que significó un avance importante en el
sentido de iluminar las prácticas de gobiernos, tradicionalmente ocultas
por el secretismo que el totalitarismo impuso sobre las cuestiones
públicas. Sin embargo, aún existe una distancia enorme entre esa
normativa que consagra derechos y ciudadanos que demandan al
Estado por esos derechos.
Resulta paradójico
que toda esa normativa universal que eleva la calidad institucional y
contribuye a una cultura de ciudadanía dependa para su consagración
constitucional del Congreso, la institución más alejada, en la
percepción de la ciudadanía, de la formación cultural democrática, sin
la cual esa normativa se convierte en una caja vacía. Pero si es fácil
reconocer que la desconfianza generalizada consigue que uno se cierre
sobre sí mismo, no puede ser que el Congreso, por inacción,
contribuya a desacreditarse a sí mismo. De las instituciones de la
democracia, el Congreso ostenta el incómodo primer puesto de
descrédito ciudadano.
A la par, vale
para los medios de comunicación la misma valoración de cultura
tardía: gozan de la tecnología, que se renueva cada día, sin haber
incorporado los valores de responsabilidad que como autocontrol se
practica en las democracias desarrolladas. Así, por las mismas
características del "aquí y ahora" que define a la televisión, se
simplifica y reduce la actividad parlamentaria a lo que sucede en el
recinto. Es cierto, también, que así como Internet significa una
alteración importante para el periodismo tradicional, la digitalización ha
modernizado y agilizado la información parlamentaria. Sin embargo,
para evitar que el verdadero trabajo parlamentario, el que se realiza
en las Comisiones, sea reducido al número de las leyes o a la cifra de
la votación, es necesario avanzar en el sentido de los contenidos para
que la información sea, también, formación ciudadana. En los tiempos
de la política espectáculo, cuando el "marketing" sustituye
peligrosamente la que debe ser la obligatoria publicidad de los actos de
gobierno, es tarea de este Congreso comunicar a la ciudadanía qué lo
ocupa, cuáles son las leyes en debate y tratamiento. En defensa de sí
mismo, no como propaganda sino como la obligatoria publicidad de sus
acciones. El Congreso debe adoptar una postura más activa y restituir
el puente roto entre los ciudadanos y sus representantes. Tanto la
desconfianza como el descontento ciudadano son un combustible
peligroso en un país cuya tradición política se expresa en la plaza
pública, el lugar instituido para el festejo o la protesta. Sin embargo, si
la manifestación en la plaza pública remite al tiempo en el que en
Argentina la ciudadanía carecía de representación política, las
democracias modernas deben convertir a sus votantes en electores y a
sus consumidores en ciudadanos. Es función de este Congreso ser el
lugar donde la ciudadanía dialogue con sus representantes.
Tal como lo
señalan teóricos como el catalán Mariano Torcal, la desafección política
no tiene tanto que ver "con la forma de determinados regímenes
políticos, sino, más bien, con las prácticas políticas, usos, manipulación
y discursos políticos que dañan o perjudican la imagen y el
funcionamiento de las instituciones de representación, algo que ocurre
con mayor frecuencia bajo experiencias autoritarias, de las que no
están exentos regímenes democráticos establecidos".
De todos los
países sudamericanos, tanto la Argentina como Uruguay son los que
mayor salvaguarda del régimen democrático han desarrollado, y esto
se explica por el pasado autoritario, que dejó como herencia el miedo
a la participación, el prejuicio de la política como algo sucio y la
concepción del Estado como un bien patrimonial. Sin embargo, resta
inaugurar nuevas prácticas políticas, usos y discursos para construir
una auténtica democracia. Si la gobernabilidad no es otra cosa que el
pacto de confianza que entregan los ciudadanos a aquellos que tienen
que gobernarlos, la relación entre gobierno y sociedad es la que define
esa gobernabilidad, y la confianza es el combustible fundamental para
evitar las confrontaciones, la ira y el desinterés. Es cierto que la
eficacia de los gobernantes se mide por la eficacia y el grado de
respuesta a las expectativas de la sociedad y en nuestro país las
respuestas económicas son casi sinónimo de buen gobierno, pero la
legitimad política depende de la fortaleza de las instituciones
democráticas, o sea, la confianza que tienen los argentinos en el
Congreso, los partidos políticos, el Poder Ejecutivo, la Justicia, la
Policía, las Fuerzas Armadas, la Iglesia. La confianza es un buen
barómetro para medir la eficacia de un gobierno y el desarrollo
democrático de una sociedad. Es función de este Congreso propiciar el
diálogo con la ciudadanía y utilizar los mecanismos modernos que
faciliten esa comunicación.
Es por los
motivos expuestos que solicito a mis pares la aprobación del presente
proyecto de resolución.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
MORANDINI, NORMA ELENA | CORDOBA | PARTIDO NUEVO CONTRA CORRUP. POR HONEST. Y TRANSP. |
MACALUSE, EDUARDO GABRIEL | BUENOS AIRES | ARI |
CHIRONI, FERNANDO GUSTAVO | RIO NEGRO | UCR |
PINEDO, FEDERICO | CIUDAD de BUENOS AIRES | PRO |
LOZANO, CLAUDIO RAUL | CIUDAD de BUENOS AIRES | EMANCIPACION Y JUSTICIA |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
PETICIONES, PODERES Y REGLAMENTO (Primera Competencia) |
COMUNICACIONES E INFORMATICA |