PROYECTO DE TP
Expediente 1221-D-2008
Sumario: EXPRESAR BENEPLACITO POR LA IMPLEMENTACION EN EL CICLO LECTIVO 2008 DE UNA CURRICULA BILINGÜE E INTERCULTURAL MAPUCHE EN LA PROVINCIA DEL NEUQUEN.
Fecha: 08/04/2008
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 20
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Expresar su
beneplácito por la implementación, en el ciclo lectivo
del 2008, de una currícula bilingüe e intercultural
Mapuche en los establecimientos rurales en donde
concurren alumnos de dicha comunidad, en la
provincia del Neuquén.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
I. La cuestión de la
interculturalidad y la educación latinoamericana (1)
La cuestión de la interculturalidad en
nuestra región está estrechamente relacionada con la problemática indígena
latinoamericana, pues fue a partir del análisis de las relaciones entre indígenas y
no-indígenas que la noción de interculturalidad y su derivada de educación
intercultural bilingüe emergieron desde las ciencias sociales latinoamericanas hace
casi tres décadas. Esta noción surgió en el contexto de un proyecto educativo
desarrollado con una población indígena específica en la zona arhuaca del Río
Negro, en Venezuela (2) , y fue discutida y elaborada precisamente en el contexto
de las preocupaciones iniciales del Proyecto Principal de Educación en su relación
con los contextos indígenas latinoamericanos y precisamente en una reunión
continental convocada conjuntamente por la UNESCO y el Instituto Indigenista
Interamericano (3) .
También es menester tomar en
cuenta que la noción de interculturalidad aparece ligada al aún irresuelto
"problema indígena" y a la emergencia desde hace no mucho más de veinte años
de un nuevo actor social en el escenario sociopolítico latinoamericano: un
movimiento indígena que removió la consciencia de las sociedades
latinoamericanas. Dicho movimiento estuvo primero circunscrito a distintos ámbitos
nacionales, y, luego, alcanzó carácter y coberturas subregionales (4) . La situación
sin embargo tampoco es uniforme en toda la región en lo que concierne a la
existencia y fortaleza de las organizaciones indígenas. Tal situación tiene también
que ver con la historia y el desarrollo étnico-político de los pueblos indígenas en
determinados espacios "nacionales". La emergencia desde hace veinte años de
organizaciones indígenas diversas a través de todo el continente ha puesto
también en evidencia, en algunos países, la relativa fortaleza del Estado-nación y
la consecuente debilidad político-organizativa de las colectividades indígenas.
Desde entonces también se ha puesto
nuevamente sobre el tapete una situación aparentemente resuelta pero que, en
rigor, había sido más bien encubierta por la tradición homogeneizante --que llegó
junto a la concepción unitaria de Estado-nación así como por las ideologías del
mestizaje que primaron en la región desde principios de siglo y marcaron la literal
exclusión de las sociedades indígenas en la construcción de las sociedades
autodefinidas como nacionales. En este contexto, ahora al cierre del Siglo XX, la
interculturalidad emerge como una alternativa a ese mestizaje uniformizador y
desde las
organizaciones indígenas impregna
nuevas propuestas en relación, sobre todo, aunque no exclusivamente, con la
educación.
Que la educación haya sido la esfera
privilegiada desde la cual surgió la propuesta de interculturalidad no llama la
atención, puesto que en el proyecto del mestizaje a la escuela le tocó también
actuar como punta de lanza del proyecto homogeneizador. Nuestros Estados-
nación en formación vieron a la educación como la institución privilegiada para
propiciar la aculturación de los indígenas latinoamericanos así como su asimilación
al cauce de la sociedad criolla englobante; resultado esperado de su apropiación
escolar de las formas hegemónicas de actuar, sentir y pensar (5) . Demás está decir
que, en aras de la construcción de una identidad y cultura nacionales, el proyecto
uniformizador implicaba de hecho un desaprendizaje paulatino, pero seguro, de las
instituciones y expresiones culturales y lingüísticas propias. En ese marco, el
concepto de integración fue asumido no como articulación democrática ni menos
aún como la cohesión y el consenso en aras de ideales comunes sino como la
absorción o asimilación cultural y lingüística, por parte de los sectores
hegemónicos de nuestras sociedades, de las minorías sociológicas indígenas --que
en varios casos constituyen aún casi un siglo después verdaderas mayorías
poblacionales.
Lo cierto es, que pese a ese proyecto
uniformizador y homogeneizador implementado a lo largo del Siglo XX, tanto
desde el Estado como desde la propia sociedad civil, subsisten aún más de 40
millones de indígenas en América Latina, lo que equivale a un 10% de la población
total de la región (6) . También sobreviven más de 500 lenguas indígenas diferentes
y un sinnúmero de conocimientos, tecnologías y saberes indígenas producto de
miles de años de interacción y convivencia con la naturaleza y de una
experimentación permanente que hizo posible la sobrevivencia de pueblos
indígenas diferentes en los más variados contextos ecológicos.
Tal continuidad supuso también la
apropiación, adaptación y/o adopción de productos culturales ajenos necesarios
para sobrevivir en un mundo en permanente cambio, producto entre otras cosas
del propio contacto y conflicto entre pueblos con visiones no sólo distintas sino a
menudo encontradas y opuestas. En ese contexto de permanente intercambio, y
aún cuando éste se diera en un contexto marcado por una fuerte asimetría y de
consecuente sobrevaloración de lo ajeno, los indígenas latinoamericanos debieron
desarrollarse sus pueblos y culturas en una lógica de permanente relacionamiento
e intercambio que les permitiese una continuidad contemporánea, o en otras
palabras su propia modernidad. Tal modernidad implicó, a diferencia de la nuestra,
una constante interculturalidad. En otras palabras, los indígenas de hoy son
producto de una práctica intercultural, que si bien se dio en contextos de
subalternidad y diglosia se constituyó en una interculturalidad vivida.
Frente a esta interculturalidad
inherente al ser indígena, al comienzo de un nuevo milenio y frente a la
interdependencia e interconexión que caracterizan a la vida contemporánea, la
humanidad entera se plantea también la necesidad de una cultura de la tolerancia
y el respeto entre los distintos pueblos que conformamos el mundo, de manera de
aprender a vivir juntos, como nos los sugieren tanto el Informe Mundial de Cultura
como el Informe Mundial de Educación (7) .
La gestación de esta nueva cultura
comienza, por cierto, con el reconocimiento de las diferencias y de la mera
existencia de las mismas y de sus propios portadores, en un contexto de
democratización creciente. Por ello, no llama la atención que en países como
Argentina, Chile y Costa Rica, por ejemplo, que en el imaginario latinoamericano
considerábamos como totalmente castellanizados y en los cuales los indígenas
habían sido relegados a una mayor invisibilidad oficial que en los demás, la
emergencia de la población indígena sea hoy tal que sus demandas y necesidades
comiencen a ser asumidos por los gobiernos nacionales (8) .
Tal surgimiento y la mayor visibilidad
de la cual gozan las poblaciones indígenas es producto también del avance del
movimiento indígena, tanto en el ámbito nacional como continental, y de la mayor
conciencia internacional respecto a la diversidad y a la situación de postergación
de la población indígena y de la deuda histórica que es menester asumir desde las
sociedades hegemónicas. No es raro por ello que en 1990 la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) dictase el convenio 169 sobre Pueblos Indígenas;
que se haya concluido en Ginebra una Declaración Universal de Derechos
Indígenas en el concierto de las Naciones Unidas; y que este mismo organismo
declarase a 1993 como el Año Internacional de las Poblaciones Indígenas y
aceptase en su seno, el año 2000, un Foro Permanente de Pueblos Indígenas. La
visibilidad mencionada, de otro lado, está también relacionada con esa suerte de
reavivamiento o renacimiento étnico que, desde lo indígena, experimenta el
continente y que ha tenido influencia en otras comunidades étnicas como las
afroamericanas, por ejemplo. Este nuevo movimiento, por lo demás, es coincidente
con corrientes similares que se han dado en distintos lugares del mundo en las
últimas décadas (9) .
Este nuevo escenario, junto a la
apertura de nuestros Estados con relación a la regionalización de nuestros
mercados y a la globalización creciente de nuestras sociedades ha puesto la
diversidad cultural y lingüística sobre el tapete y, como nunca antes, ha hecho
evidente que ni el monolingüismo ni la uniformidad cultural constituyen, como
hasta no hace mucho se pensaba, el patrón común y que es más bien la
heterogeneidad social, lingüística y la cultural la que caracteriza a nuestras
sociedades.
No obstante, es menester reconocer
que la dimensión de esta heterogeneidad varía de país a país, aun cuando la
restrinjamos únicamente a la resultante de la relación entre indígenas y no-
indígenas. Ello es producto de que la presencia indígena en América Latina
tampoco sea uniforme y varíe de país a país. Así, frente a aproximadamente un
60% de población indígena en Bolivia y Guatemala, estamos ante únicamente un
1,7% de indígenas en Colombia o incluso a un porcentaje mucho menor que éste
en Brasil, país que hoy albergaría a sólo unos 300.000 indígenas. De igual forma,
con la única excepción de Cuba, República Dominicana y Uruguay, todos los demás
países de la región se caracterizan, en mayor o menor grado, por su condición
multiétnica, pluricultural y multilingüe. Países como Brasil, con más de 170 idiomas
diferentes, y Colombia y México, con 64 y 65 lenguas indígenas, respectivamente,
se encuentran entre aquellos con mayor diversidad lingüística. Esta, sin embargo,
es una característica que atraviesa toda la región, pues incluso en países como
Argentina, Chile, Costa Rica y El Salvador se siguen reproduciendo distintos
idiomas indígenas, aunque en condición de minoritarios y regulados por un sistema
diglósico que los erosiona y debilita paulatinamente.
Pese a lo reducido de la población
indígena en sus territorios, Estados como Brasil y Colombia, junto a otros,
reconocen hoy en sus renovadas constituciones el carácter diferenciado de estas
poblaciones así como también, de un lado, el derecho que ellas tienen respecto de
su continuidad como pueblos diferentes y, de otro, la responsabilidad que el
Estado tiene y asume frente a ellos y sus necesidades materiales y espirituales,
dada su condición de ciudadanos de países multiétnicos, pluriculturales y
multilingües. Como veremos más adelante, el reconocimiento del carácter plural de
nuestras sociedades parece ser también una constante que marca hoy, por lo
menos, el discurso político en la región.
En estas primeras consideraciones,
cabe finalmente precisar que desde una perspectiva idiomática, la interculturalidad
latinoamericana está también estrechamente relacionada, en primer término, con
ese más de medio millar de idiomas indígenas u originarios a los que nos hemos
referido y con los patrones culturales y visiones del mundo que tales idiomas
vehiculan; en segundo término, con la existencia de lenguas y culturas criollas (10)
-como las vehiculadas por el papiamento del Caribe holandés o el francés-creole
hablado en Haiti o el castellano palenquero del Caribe colombiano; y, en tercer
término, por la presencia de lenguas extranjeras diversas, producto de la
migración europea y asiática.
II. La educación
intercultural Mapuche
A. Hacia una currícula
que incorpore aspectos de su cultura
La cultura mapuche en general está
embarcada en un proceso de grandes transformaciones y a la par del rescate de
ceremonias, reclamos territoriales y otras acciones concretas también ha logrado
que las autoridades admitan las necesidades de una educación bilingüe e
intercultural.
La educación bilingüe ya funciona,
pero ahora se está trabajando en una currícula para que los colegios rurales
adquieran la representatividad del pueblo mapuche.
La medida, en la cual se venía
trabajando desde 1999, alcanzará a un total de mil chicos de 54 establecimientos
educativos.
En el 2007, se logró que la inclusión
de la educación mapuche en las escuelas ubicadas en los parajes de toda la
provincia sea incorporada a la educación formal con fundamentos generales, carga
horaria, contenidos, recursos didácticos, técnicas, métodos y formas de evaluar.
Pero faltaba una currícula que la defina y que incorpore otros aspectos de esta
cultura.
Los mapuches no desarrollaron la
escritura y por ende no tenían grafía propia. Por ello, se han valido de la occidental
y a partir de allí desarrollaron una escritura con pautas propias.
Para el grupo que trabaja en el
proceso de formalización de la enseñanza mapuche en la provincia, el idioma
tendrá una gramática autóctona representativa de la provincia.
En todo el proceso resulta
fundamental el aporte de los mayores, quienes a pesar de situaciones de
discriminación y opresión han mantenido viva su lengua, el mapudungum.
El objetivo es lograr la igualdad.
Hasta ahora, los escuelas rurales a la
que concurren niños mapuches han tenido una educación intercultural muy básica.
Por eso, para el futuro, esperan poder crear un instituto terciario en educación
mapuche. Todo un desafío.
Por el momento y entre otras cosas,
los mapuches diseñaron un libro en el que se incluyen los ítems más importantes
de la educación mapuche (11) .
En ese contexto es que prevén una
publicación superadora -con su propio grafemario- que acompañará la
currícula.
B. La sabiduría de los
mayores
Los maestros que están trabajando en
la currícula destacaron la importancia de hacer hincapié en la relación del alumno
con la naturaleza y de incluir en la educación a toda la comunidad, sobre todo a
padres y ancianos (12) .
III. Implementando los
derechos constitucionales
Con esta iniciativa, se están dando
pasos concretos para el reconocimiento de los derechos constitucionales, tanto
nacionales como provinciales, que corresponden a los pueblos originarios. Por ello
solicitamos la aprobación de este proyecto de resolución.
.
Firmante | Distrito | Bloque |
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MASSEI, OSCAR | NEUQUEN | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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EDUCACION (Primera Competencia) |