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PROYECTO DE TP


Expediente 1201-D-2007
Sumario: EXPRESAR REPUDIO POR EL INTENTO DE INTIMIDACION A LOS MIEMBROS DE LA CAMARA DE CASACION PENAL POR PARTE DEL PRESIDENTE DE LA NACION, MINISTRO DEL INTERIOR E INTEGRANTES DE LA SALA ACUSADORA DEL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA.
Fecha: 30/03/2007
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 22
Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:


Su más enérgico repudio ante el intento de intimidación dirigido contra miembros de la Cámara de Casación Penal por parte del presidente de la Nación, el ministro del Interior e integrantes de la Sala Acusadora del Consejo de la Magistratura, según dan cuenta los ejemplares de "Clarín" del 24/03/07 y "La Nación" y "Página 12" del 25/03/07, que constituye una inadmisible injerencia en las incumbencias exclusivas del Poder Judicial de la Nación y del Ministerio Público.
Asimismo, reclama que en lo sucesivo tales autoridades se abstengan de entrometerse arbitrariamente en las funciones propias de otro poder del Estado, tal como exige el régimen republicano que nos rige (art. 1° de la Constitución Nacional).

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Las públicas declaraciones efectuadas por el señor Presidente de la República en la provincia de Córdoba el pasado 24 de marzo al cuestionar la tarea desarrollada por cuatro jueces integrantes de la Cámara Nacional de Casación Penal, y las posteriores manifestaciones efectuadas por el Ministro Aníbal Fernández y por componentes del Consejo de la Magistratura íntimamente vinculados al oficialismo constituyen, a mi entender, una inaceptable injerencia del Poder Ejecutivo en el área de competencia de otro poder del Estado, cual es el Judicial.
La queja presidencial, derivada de la supuesta demora en la tramitación de distintas causas en las que se ventilan cuestiones relacionadas con los derechos humanos, y la personalización en el Presidente de la Cámara de Casación Penal del cuestionamiento ideológico no constituye otra cosa que un flagrante desconocimiento del sistema republicano de división de poderes y merece que este cuerpo, precisamente en salvaguarda de las instituciones de la República, se pronuncie abiertamente advirtiendo sobre la improcedencia de este accionar, reiterado ya, del Ejecutivo y rechazando claramente, toda conducta que vulnere o limite la independencia del Poder Judicial de la Nación.
El Presidente de la Nación no debería, por respeto a su propia investidura y la de los propios magistrados a los que se refirió, utilizar una tribuna originada en el recuerdo de los traumáticos sucesos ocurridos en nuestro país durante la década del 70 para lanzar un discurso de barricada en pleno año electoral, atentatorio de las instituciones básicas de la república olvidando que fue elegido para representar a todos los argentinos y no sólo a una parte, ya que la Justicia no debe tener hijos y entenados sino que debe ser igualitaria para todos.
No está en discusión los padecimientos de aquellos que fueran víctimas del terrorismo de estado, pero ese sufrimiento no les otorga ningún derecho que los eleve por encima de los millones que, de una u otra manera, han sido y son víctimas de múltiples delitos y que también sufren la crisis en la que se desenvuelve la justicia en nuestro país y que ocasiona la demora en la sustanciación de las causas penales, que perjudica aún en mayor grado a quienes se encuentran sometidos a proceso, pero de eso no se habla.
Pareciera ser, de acuerdo a cómo se pronuncia el oficialismo, que los derechos humanos únicamente son propiedad de un sector de la sociedad, pero no del resto del país, y que la solución al tema judicial no debe ser general sino particular, lo cual es insostenible.
Los integrantes de la sociedad argentina responden a distintas vertientes de pensamiento, y así como muchas de ellas se encuentran representadas en este Honorable Congreso de la Nación, lo propio ocurre dentro de las restantes instituciones de nuestra Patria y, obviamente, también se verifica en las distintas inclinaciones de los miembros del Poder Judicial de la Nación, de modo que no es factible efectuar cuestionamientos basados en la ideología de los magistrados sino que, de corresponder, ellos deben sustentarse en la carencia de fundamentación jurídica de sus sentencias o de su mala conducta, pero nunca en si gusta o no gusta su forma de pensar.
La pretensión de un pensamiento único, homogéneo y acotado es propio de los regímenes totalitarios, mas nunca de una República, como creo debiera ser la nuestra.
En su alocución del 24 de marzo último, el Presidente de la Nación afirmó: "Quiero decirle a la justicia argentina, y el Consejo de la Magistratura sé que va a proceder, que basta, por favor, basta, juicio y castigo, necesitamos que los juicios se aceleren. ¿Cuál es el compromiso que tienen algunos integrantes de la justicia? ¿Qué pasa con aquella Cámara de Casación, por dar un ejemplo, donde están parados hace años aquellos juicios que deberían estar en marcha? ¿Quiénes son los Fiscales de esa Cámara de Casación?". Y culminó diciendo: "La traba que tenemos es que la Justicia está lenta. Yo les puedo asegurar que empujo, empujo y empujo, pero algunos se hacen los distraídos. Este es un tema que hay que tener en cuenta" (el resaltado me pertenece).
Varios son los interrogantes que se me presentan al leer el texto anterior:
En primer lugar, ¿cómo sabe que el Consejo de la Magistratura va a proceder?, o es futurólogo o esa intervención va a deberse a expresas instrucciones suyas a sus acólitos integrantes de dicho Consejo. Como no creo que el señor Presidente sea experto en adivinación, resulta claro que la segunda opción es la correcta.
Si ello es así, todas las razones que desde la oposición esgrimimos al cuestionar la ley que en definitiva se dictó para modificar la composición del Consejo de la Magistratura se han hecho realidad, y desde el oficialismo se pretende que dicha institución constitucional se convierta en una verdadera "GESTAPO" destinada a la persecución de aquellos magistrados que no compartan la ideología gubernamental.
El segundo se desprende de su pedido de juicio y castigo. El Presidente claro que puede pedir juicio, pero el resultado del mismo es ajeno a su incumbencia ya que el castigo, o no, dependerá de la evaluación de la prueba que efectúen los jueces, no él. Esto sólo ya se convierte en inaceptable, máxime teniendo en cuenta la condición de abogado del titular del Ejecutivo.
El tercero emerge de la pregunta que se hace el Presidente acerca de cuál es el compromiso que tienen algunos integrantes de la Justicia. ¿Qué quiere decir con eso?, ¿a qué compromiso se refiere?, cuando es sabido que en cualquier república que se precie de tal, el único compromiso de los jueces es el de hacer cumplir la ley, y en este caso se desconoce si ello se verifica.
Por qué tal afirmación, o lo que en realidad se pretende son jueces ideológicamente adictos, que sean afines al oficialismo en desmedro de la dura letra de la ley, tal vez con el objetivo de trabar en el futuro algunas causas en la que él o algunos de sus ministros favoritos pudieran verse involucrados.
Finalmente, ¿qué quiso decir el Presidente con la frase yo empujo, empujo y empujo, pero algunos se hacen los distraídos?
Nada tiene que empujar, pues ningún interés directo tiene en ello, ya que los que tienen que hacerlo son los querellantes y, que se sepa, él no lo es. Pero, además, da la casualidad que mucho del retraso en la resolución de las causas que menciona se debe, precisamente, a la actividad desarrollada por los querellantes.
Es absurdo y contradictorio que se atribuya a los jueces el retraso ocurrido por la resolución de infinidad de cuestiones planteadas por las partes que, justamente, en definitiva, terminan dilatando la culminación del proceso.
Si a todo lo expuesto se añade que algún integrante de la Comisión de Disciplina y Acusación del Consejo de la Magistratura, que responde al oficialismo, se refirió al pedido de juicio político a cuatro miembros de la Cámara de Casación Penal, formulado por un grupo de querellantes, como de muy sólido a la vez que sugirió que si los jueces renunciaban le ahorrarían mucho trabajo, es claro no sólo el prejuzgamiento con que se pronunció sino también la intencionalidad de contar con cargos de reemplazo en aquel órgano judicial.
Si además se agrega que el Ministro del Interior, Aníbal Fernández, directamente requirió la renuncia del Presidente de la Cámara de Casación Penal, como un pretendido beneficio para la patria, es por demás evidente el ataque institucional hacia el Poder Judicial de la Nación que parte del Ejecutivo y merece nuestro total rechazo.
El texto transcripto lo ha sido de la nota publicada en el diario La Nación del 25 de marzo de 2007 bajo el título "Kirchner cuestionó a jueces y fiscales", y a igual tema se refiere lo publicado en Clarín el 24 de marzo de 2007 bajo el título "En Córdoba, Kirchner volvió a pedir que se aceleren las causas contra represores", y Página 12 del 25 de marzo de 2007 bajo el copete "Digo a la justicia que basta".
La preocupación social ante este embate contra la justicia se tradujo en múltiples expresiones de repudio.
La nota publicada en La Nación el 27 de marzo de 2007, titulada "Crítica de abogados y fiscales" da cuenta de la opinión de distintas entidades jurídicas al respecto.
Para la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales, que recordó sus cuestionamientos a la modificación en la integración del Consejo de la Magistratura, "nuevos hechos renuevan la profunda preocupación y, en consecuencia, estima que se debe guardar el respeto y la consideración debida a los jueces intervinientes, teniendo en cuenta la división de poderes y la independencia del Poder Judicial".
Por su parte, la Sociedad de Abogados Penalistas sostuvo que: "Más allá de la saturación de trabajo de los tribunales penales, sobre todo en esa Cámara (de Casación) a partir del fallo de la Corte dictado en la causa Casal, resultan incuestionables la independencia de criterio y probidad con que actúan los magistrados cuestionados".
También la Asociación de Fiscales y Funcionarios del Ministerio Público Fiscal de la Nación, con relación a las críticas del Presidente a los jueces de la Cámara de Casación, expresaron que son "una coerción inaceptable, más allá de un claro prejuzgamiento ante un eventual enjuiciamiento por parte de ese órgano (el Consejo de la Magistratura)", a la vez que denunció que ello importaba "un avance del Poder Ejecutivo" en perjuicio de la división de Poderes.
No queda duda que el embate del señor presidente de la Naciòn y su correlato en el Consejo de la Magistratura tiene el fin de intimidar a los miembros del Poder Judicial con la amenaza de juicio político, y de destitución por ende, si sus sentencias no se encolumnan tras los deseos del Ejecutivo. Ello significa lisa y llanamente la destrucción de la república.
Es por todo lo expuesto, que solicito a mis pares el acompañamiento en este proyecto de declaración.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
GINZBURG, NORA RAQUEL CIUDAD de BUENOS AIRES PRO
COMELLI, ALICIA MARCELA NEUQUEN MOV POP NEUQUINO
PINEDO, FEDERICO CIUDAD de BUENOS AIRES PRO
TONELLI, PABLO GABRIEL BUENOS AIRES PRO
VANOSSI, JORGE REINALDO CIUDAD de BUENOS AIRES PRO
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
JUSTICIA (Primera Competencia)