La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo Nacional, a través de los organismos pertinentes:

Declare "AÑO DEL BICENTENARIO DEL NATALICIO DE DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO" al año 2012, en conmemoración al natalicio de Domingo Faustino Sarmiento.

Disponga que desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 2012, toda la papelería oficial contenga la siguiente inscripción "2012 - AÑO DEL BICENTENARIO DEL NATALICIO DE DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO"

Señor presidente:

La figura de Domingo Faustino Sarmiento ha sido en los últimos tiempos el puntapié inicial y convocante para el análisis y reflexión de la problemática educativa, considerada ésta como uno de los puntos fundamentales para la consolidación de una identidad nacional homogénea que sirva de base sólida en la concreción de un proyecto de país.

Es decir, el "maestro de maestros" veía en la escuela pública la mejor alternativa para la igualación de oportunidades, un lugar donde ricos y pobres, nacionales e inmigrantes, compartieran un ámbito y una educación común, lo que generaría con el transcurrir del tiempo una sociedad más homogénea e integrada; la cual sería la piedra basal para la consolidación de la Argentina como un país líder en el continente americano. Estas ideas se hacen elocuentes en sus propias palabras: "Para tener paz en la República Argentina (...), es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales... para eso necesitamos hacer de toda la república una escuela".

La reactualización de las ideas sarmientinas tiene que ver con su enconada defensa por la educación pública, laica y obligatoria, para la formación de ciudadanos con proyección nacional, continental y universal y la conservación de la escuela pública cimentada en el respeto a la libertad de conciencia, al principio de libre examen y del ideal democrático, a fin de asegurar el derecho a la educación democrática sin discriminación, para formar la personalidad propia de cada pueblo.

De origen humilde, conoció desde pequeño las diferencias existentes entre el interior y la capital -en lo que al acceso a la educación se refiere, en su caso- cuando le fue negada una beca para estudiar en Buenos Aires, provincia que, junto a Córdoba, concentraba las mejores instituciones educativas del país.

En lo que a participación política se refiere, ésta fue muy activa a lo largo de su vida. En 1862 asumió la gobernación de San Juan y poco después dictó la Ley Orgánica de Educación Pública que imponía la enseñanza primaria obligatoria y creaba escuelas para los diferentes niveles de educación, entre ellas una con capacidad para mil alumnos, el Colegio Preparatorio, más tarde llamado Colegio Nacional de San Juan, y la Escuela de Señoritas, destinada a la formación de maestras.

Fue elegido presidente en 1868; cargo en el cual mantendría la impronta que lo acompañaría toda su vida: fundó en todo el país unas 800 escuelas, los institutos militares Liceo Naval y Colegio Militar; además de las Escuelas Normales de Paraná y Concepción del Uruguay y los Colegios Nacionales de Santa Fe, San Luis, Santiago del Estero, Corrientes y Rosario. Durante sus seis años de gobierno, la cantidad de alumnos primarios creció de 30.000 a 100.000. Reformó los planes de estudio e impulsó el desarrollo de las bibliotecas populares. A lo que debe agregarse sus proyectos para la educación común entre varones y mujeres.

En otro ámbito no menos importante, Sarmiento había aprehendido en los Estados Unidos la importancia de las comunicaciones para la integración de un país extenso como el nuestro.

Durante su gobierno se tendieron 5.000 kilómetros de cables telegráficos y en 1874 inauguró la primera línea telegráfica con Europa Modernizó el correo y se preocupó particularmente por la extensión de las líneas férreas.

Cuando terminó su gestión presidencial volvió a fundar establecimientos escolares como Director General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires.

Luego como Superintendente General de Escuelas de la Nación. Recién en 1882 logró la sanción de su viejo proyecto de ley de educación gratuita, laica y obligatoria.

Murió el 11 de septiembre de 1888 en Paraguay. Pocos años antes había dejado escrito una especie de testamento político: "Nacido en la pobreza, criado en la lucha por la existencia, más que mía de mi patria, endurecido a todas las fatigas, acometiendo todo lo que creí bueno, y coronada la perseverancia con el éxito, he recorrido todo lo que hay de civilizado en la tierra y toda la escala de los honores humanos, en la modesta proporción de mi país y de mi tiempo; (...) y no deseé mejor que dejar por herencia millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín de la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas".

Más allá de cualquier controversia que en ciertos ámbitos pueda generar el pensamiento y el accionar de esta figura nacional, no debemos olvidar que forma parte de nuestra historia y de lo que hoy somos, por lo que debemos dejar de lado aquellos planteos de "próceres idealizados e impolutos", para tomar conciencia de que a la Argentina, la construyeron -y lo siguen haciendo- hombres que tienen virtudes y defectos, pero que por sobre todo aman al país y desde su lugar buscan alcanzar un futuro mejor para todos...

Es por lo anteriormente expuesto, que solicito a mis pares el apoyo en la sanción de este proyecto de ley.-