La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar beneplácito por la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Apostólica Romana.

Señor presidente:

El día 13 de marzo del corriente el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, fue ungido como nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Universal.

El hecho reviste total relevancia tanto para nuestro país como para el mundo católico en general, por cuanto se trata del primer papa argentino, americano y de extracción jesuita.

Los dos primeros factores resultan motivo de orgullo para la Argentina y Latinoamérica, puesto que la presencia de un connacional en la cima de la cúpula católica representa no sólo una muestra de la emergencia de los pueblos en vías de desarrollo en el mundo, sino también una oportunidad para avanzar en una cooperación estrecha con la Iglesia Universal toda en pos de un futuro promisorio para el país y el subcontinente.

Lo tercero probablemente sea una cuestión favorable para iniciar la refundación de una Iglesia que se encuentra aquejada por males intrínsecos emparentados con la corrupción, la falta de adecuación a los tiempos que corren, el escaso diálogo y entendimiento con otros credos, la falta de involucramiento de la cúpula episcopal en temas sociales y demás cuestiones, por cuanto la Compañía de Jesús, a la cual pertenece Bergoglio, es un ala que se ha caracterizado por plantear reformas al enfoque eclesiástico ortodoxo que primó durante tantos años en la religión católica.

En esa línea, vale remarcar la extensa tarea pastoral de Jorge Bergoglio a lo largo de su carrera eclesiástica, haciendo en toda ocasión culto a la opción preferencial por los pobres, focalizando en los temas prioritarios del país - como educación, pobreza, esclavitud, deuda social, entre otros -, y ejerciendo su misión de manera austera, humilde, coherente y sencilla. Todo ello hace presagiar un cambio de rumbo positivo en la curia romana, atento a los temas sensibles de un mundo enmarcado en un contexto de globalización compleja.

La elección de su apelativo, Francisco, en homenaje a San Francisco de Asís, predicador de la austeridad y la sencillez, parece a su vez confirmar que el nuevo papa emprenderá un camino de lucha no violenta en el intento de modificar los problemas más acuciantes del hambre, la pobreza e indigencia en el mundo.

En relación a todo lo antedicho es que entiendo saludable expresar a través de esta iniciativa los deseos más auspiciosos en pos de que el flamante Sumo Pontífice pueda encarar con firmeza y efectividad la búsqueda de la solución de los desafíos de la Iglesia Católica Universal, así como de la humanidad en general.

Por todo lo expuesto es que solicito a mis pares me acompañen en la aprobación del presente proyecto.