PROYECTO DE TP
Expediente 0531-D-2007
Sumario: SOLICITAR AL PODER EJECUTIVO DISPONGA REALIZAR INVESTIGACIONES EN SUELO Y SANGRE DE SERES HUMANOS, EN EL RADIO PROXIMO DONDE FUNCIONAN PLANTAS INCINERADORAS DE RESIDUOS.
Fecha: 12/03/2007
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 8
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Dirigirse al Poder Ejecutivo para que a
través del organismo que corresponda:
1) Ordene realizar investigaciones en
suelo en el radio próximo a plantas incineradoras de residuos, como así también en la
sangre de las personas que habitan en las localidades en donde funcionan dichas
plantas, a fin de que se determine el grado de contaminación del ambiente y los seres
humamos, que obligue el cierre inmediato de dichas plantas.
2) Ordene el resarcimiento sanitario y
económico tanto de las personas como del ambiente que allí cohabitan, a cargo de los
empresas habilitadas como explotadoras de las plantas incineradoras de residuos.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En el año 2001 la Argentina adhirió al
Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, el cual fue
ratificado en el 2004, el mismo promulga que "los orgánicos persistentes tienen
propiedades tóxicas, son resistentes a la degradación, se bioacumulan y son
transportados por el aire, por el agua y las especies migratorias a través de las fronteras
internacionales y depositados lejos del lugar de su liberación, acumulándose en
ecosistemas terrestres y acuáticos. Consientes de los problemas de salud,
especialmente en los países en desarrollo, resultantes de la exposición local a los
contaminantes orgánicos persistentes, en especial los efectos en las mujeres y a través
de ellas, en las futuras generaciones.."
El Convenio, además , identifica a todos los
incineradores de residuos, incluyendo los hornos de cemento que queman residuos
peligrosos, como fuentes importantes de dioxinas, furanos y bifenilos policlorados, o
PCBs, y recomienda el uso de técnicas alternativas para evitar la generación de estos
contaminantes. Por otra parte el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA) afirma que los incineradores son responsables del 69% de las
emisiones de dioxinas en todo el mundo.
La incineración, en particular de residuos
sólidos urbanos, se identificó como la mayor fuente de dioxinas, en la década de los
ochenta y principio de los noventa.
En países industrializados llegan a
representar una proporción, de entre el 40 y el 80%, de las emisiones a la atmósfera de
dioxinas. Los datos reales pueden ser incluso mayores, debido a imperfecciones en la
metodología de la mayoría de los inventarios de dioxinas que estiman las emisiones
atmosféricas de los incineradores.
El hecho de vivir cerca de las incineradoras,
así como de trabajar en ellas, se ha asociado con un amplio rango de efectos en la
salud, entre los que se incluyen: cáncer (en adultos y niños),
impactos adversos en el sistema
respiratorio, enfermedades del corazón, efectos en el sistema inmunitario, incremento de
la alergias y malformaciones congénitas.
Las poblaciones que residen cerca de
incineradores se encuentran potencialmente expuestas a productos químicos, bien por
inhalación del aire contaminado, por el consumo de productos agrícolas locales
(verduras, huevos y leche), o por el contacto directo con el suelo contaminado. Se ha
detectado un incremento significativo de los niveles de dioxinas en tejidos corporales de
personas que viven cerca de incineradores.
Los incineradores son ademas una fuente
principal de contaminación con mercurio. Se conoce al mercurio como una poderosa
neurotoxina, que deteriora las funciones motoras, sensoriales y cognoscitivas, y la
contaminación con mercurio está esparcida. Los incineradores son también una fuente
significativa de otros metales pesados contaminantes, como el plomo, cadmio, arsénico,
cromo y berilio, Sumado a esto otros hidrocarburos halogenados (que no son las
dioxinas); gases ácidos, precursores de la lluvia ácida; efluentes particulados, que
deterioran las funciones pulmonares; y gases del efecto invernadero. Sin embargo, la
caracterización de las emisiones contaminantes de los incineradores se halla aún
incompleta, y muchos compuestos aún no identificados están presentes en las emisiones
al aire y en las cenizas.
Los operadores de los incineradores con
frecuencia alegan que las emisiones al aire están "bajo
control", pero la evidencia indica que esto
no es así. En primer lugar, para muchos contaminantes, como las dioxinas, cualquier
emisión adicional resulta inaceptable, en segundo, en nuestro pais el monitoreo de las
emisiones es irregular y sumamente defectuoso, por lo que ni siquiera se conocen
verdaderamente los niveles de emisiones actuales y tercero, la información existente
indica que los incineradores son incapaces incluso de ajustarse a los estándares
regulativos actuales.
Cuando los equipos de control de la
contaminación del aire funcionan, remueven los contaminantes del aire y los concentran
en la ceniza volante, creando una masa de residuos peligrosos que necesita un posterior
tratamiento. Por lo tanto, el problema de las emisiones contaminantes no está resuelto;
los contaminantes son simplemente trasladados de un medio (aire) a otro (sólidos o
agua). La ceniza de los incineradores es altamente peligrosa, pero por lo general está
deficientemente regulada. Ni siquiera es segura su disposición en rellenos sanitarios; ya
que los rellenos sanitarios tienen pérdidas; pero en algunos lugares la ceniza es dejada
expuesta a los elementos o incluso esparcida en áreas residenciales o productoras de
alimentos.
Con frecuencia los incineradores son
instalados en barrios mas humildes o próximos a pequeñas poblaciones, con la teoría de
que los sectores de la población políticamente débiles serán menos capaces de resistirse,
lo que es una violación a los principios básicos de la justicia ambiental.
Los incineradores modernos son por lejos la
propuesta más costosa para el manejo de residuos; los costos de construcción
solamente pueden ser de millones de dólares. Los costos de construcción y operación de
un incinerador son inevitablemente sostenidos por el público.
Los incineradores generan muchos menos
puestos de trabajo por tonelada de residuos que las tecnologías y prácticas alternativas,
como el reciclaje. Por lo general los incineradores también desplazan a las redes
informales de reciclaje ya existentes, causando mayores privaciones a los
más pobres entre los pobres.
La falta de capacidad de monitoreo significa
que los incineradores podrán ser aún más contaminantes de lo que se considera que
son.
Organismos como la GAIA (Alianza Global
para Alternativas a la Incineración) promulgan que los rellenos sanitarios no son una
alternativa viable, ya que son insustentables y ambientalmente problemáticos. En lugar
de eso, las alternativas deben atacar la entera noción de la disposición de residuos,
reciclando todos los materiales en desuso de vuelta a la economía humana o la
naturaleza misma, y por lo tanto aliviando la presión ejercida sobre los recursos
naturales. Para hacerlo, proponen a su vez tres supuestos sobre el manejo de residuos,
los que deben ser reemplazados por tres nuevos principios a saber: en lugar de asumir
que la sociedad va a producir cada vez más cantidad de residuos, debe darse prioridad a
la minimización de los residuos. Los elementos desechados deben ser segregados para
que cada fracción pueda ser óptimamente compostada o reciclada, en lugar del sistema
actual de disposición de residuos mezclados. Y las industrias deben rediseñar sus
productos para facilitar su reciclaje al finalizar su vida útil. Estos principios se aplican a
varias clases de residuos.
Estudios realizados por ambientalistas
indican que si bien es cierto que los residuos potencialmente infecciosos necesitan un
tratamiento y una disposición, existen varias tecnologías disponibles alternativas a la
incineración para desinfectar los residuos. Estas tecnologías son generalmente más
baratas, técnicamente menos complejas, y menos contaminantes que los
incineradores.
En los Estados Unidos, los intereses
comerciales y una perceptible crisis de los rellenos sanitarios condujeron a un boom en
la instalación de incineradores en la década de los ´80. Pero el boom engendró un
movimiento masivo de grupos de base que derrotó a más de 300 propuestas de
construcción de incineradores de residuos municipales. Los activistas lucharon para
elevar los estándares de emisiones y eliminar los subsidios, lo que virtualmente cerró la
industria para fines de los ´90.
En Japón, el país con un uso más intensivo
de incineradores en la Tierra, la resistencia a la incineración es casi universal, con
cientos de grupos anti-dioxinas operando en toda la nación.
La presión pública ejercida ha tenido como
resultado el cierre de más de 500 incineradores en los años recientes, pero las
corporaciones y el gobierno japonés están todavía basados en una fuerte inversión en la
industria de la incineración.
En Europa, la resistencia ha tomado la
forma de la implementación de alternativas. Algunas áreas han reducido dramáticamente
la generación de residuos, aún aunque las poblaciones hayan ascendido. Como
resultado, hay muy poco mercado para nuevos incineradores en Europa.
En Mozambique, los ciudadanos se
organizaron más allá de los límites de clase y color, para formar la primera organización
indígena ambientalista del país. Ampliamente aclamada como el retorno de la sociedad
civil luego de la guerra civil, la organización resultó exitosa en detener una propuesta
para incinerar pesticidas en un horno de cemento en un vecindario residencial.
En otras partes, los activistas han tenido
que recurrir a las protestas y a la acción directa para detener la incineración. Sin
embargo, la oposición pública se está viendo cada vez más manifestada en la ley.
Jurisdicciones en 15 países han promulgado prohibiciones parciales a la incineración, y
un país, Filipinas, ha prohibido toda forma de incineración.
La ley internacional cada vez mas respalda
la propuesta de terminar con la incineración. Existen tres principios de la ley
internacional - el de precaución, prevención y el de limitar los efectos del transporte
transfronterizo- dirigidos a la incineración.
Se cita a la precaución en los Convenios de
OSPAR, LRTAP, Bamako y Estocolmo y en la Declaración de Río, entre otros
documentos. La precaución argumenta que la incineración debería ser evitada, debido a
que es efectivamente un proceso descontrolado que genera productos derivados no
intencionales desconocidos, y debido a que muchos de esos productos derivados ya
están afectando a la salud humana.
Se hacen amplias referencias a la
prevención y la minimización en la ley internacional, más específicamente en el Convenio
de Bamako, en donde se define explícitamente a la incineración como incompatible con
las prácticas de prevención y Producción Limpia.
Limitar los efectos del transporte
transfronterizo es un principio común de la ley internacional, y sin embargo los
productos no intencionales derivados de la incineración, debido a que son transportados
globalmente, contradicen claramente este principio.
El Convenio de Estocolmo, si bien no
prohíbe la incineración, introduce severas restricciones para su uso. Cuatro de los 12
químicos que el Convenio toma como objetivo son productos no intencionales derivados
de la incineración, y el Convenio llama a su continua minimización y eliminación. El
Convenio de Estocolmo habla, significativamente, de descargas totales, no sólo
emisiones al aire, y llama claramente a los países a prevenir la formación - no sólo la
descarga - de estos químicos. Ya que la formación de esos cuatro químicos resulta
inevitable en la incineración, esta medida emite una clara señal de que el fin de la
incineración está marcando su hora.
Por todo lo expuesto invito a mis pares
acompañen con su firma el presente proyecto para su aprobación.
Firmante | Distrito | Bloque |
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OVIEDO, ALEJANDRA BEATRIZ | LA RIOJA | JUSTICIALISTA NACIONAL |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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RECURSOS NATURALES Y CONSERVACION DEL AMBIENTE HUMANO (Primera Competencia) |