PROYECTO DE TP
Expediente 0377-D-2009
Sumario: ADHERIR A LA CONMEMORACION DEL "DIA MUNDIAL DE LA TIERRA", A REALIZARSE EL 22 DE ABRIL DE CADA AÑO.
Fecha: 04/03/2009
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 3
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Declarar su adhesión
a la conmemoración del "Día Mundial de la Tierra", a realizarse
el día 22 de Abril de cada año.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Qué es el
Día de la Tierra?
El Día de la Tierra, 22
de abril, es una celebración anual del medio ambiente que
compartimos y el momento de evaluar la labor aún necesaria para
proteger los dones naturales de nuestro planeta. El Día de la
Tierra no es una fiesta nacional. Si bien no existe una organización
central, muchas organizaciones no gubernamentales trabajan para
registrar las miles de actividades locales en escuelas y parques
que marcan el día. El Día de la Tierra afirma que la
conscientización hacia el medio ambiente es parte de la
consciencia nacional y que la idea de proteger nuestro entorno,
otrora el dominio de unos cuantos conservacionistas, se ha
movido desde un extremo hasta la corriente central del
pensamiento estadounidense.
Esto, claro está, no
siempre fue así. En el Siglo XIX los estadounidenses bendecidos
con una tierra vasta y rica en recursos naturales, vivían en la
creencia que los campos frescos siempre estarían en el horizonte;
cuando se agotara el suelo, o los bosques o el carbón en un lugar
determinado podrían mudarse a otro lugar.
A medida que la
industria floreció a principios del Siglo XX, la gente aceptó sin
cuestionar que los cielos se obscurecieran por las emisiones de las
chimeneas y los ríos se llenaron de desechos industriales. A
mediados de los años treinta, y una vez más en los cincuenta, el
Río Cuyohoga de Ohio, que nace en el corazón industrial de los
Estados Unidos, se encendió por los desechos químicos de las
fábricas construidas a lo largo de sus márgenes. Poca gente
siquiera lo notó. No hubo protesta pública.
Durante los años
sesenta, la actitud pública empezó a cambiar. En 1962, una
bióloga marina llamada Rachel Carzon publicó "Primavera Silente",
título que se refería a un futuro sin aves y describía en un
lenguaje llano los devastadores efectos a largo plazo de los
pesticidas altamente tóxicos y otros agentes químicos empleados
comúnmente en la agricultura, la industria y el día a día por
millones de estadounidenses. El libro sorpresivamente se ubicó
entre los más vendidos. En 1968, los astronautas del Apollo, a su
regreso del vuelo pionero orbitando de la luna, fotografiaron por
vez primera el planeta Tierra en su totalidad. Esta imagen de la
Tierra: pequeña, frágil, hermosa y única, rápidamente quedó
impresa en la psique de millones. En 1969, el flujo Industrial en el
Río Cuyohoga nuevamente provocó un incendio. Esta vez, la
reacción del público fue inmediata e intensa.
Los habitantes de
Cleveland, Ohio, donde tuvo lugar el incendio, se convirtieron en
el hazmereír, y la canción satírica "Burn On, Big River, Burn On"
(Quémate, gran río, quémate) se escuchó en las radios de todo el
país. Ese mismo año, el Congreso de los Estados Unidos promulgó
la Ley Nacional de Política Ambiental (NEPA), declarando una
política nacional que alentaría la armonía productiva y deleitable
entre el hombre y su entorno.
Paralelamente con
esta lenta conscientización ambiental, hubo una oposición cada
vez mayor a la participación de los Estados Unidos en la Guerra de
Vietnam. Las manifestaciones públicas contra la guerra,
particularmente las realizadas en las universidades, impulsaron las
ideas de que las acciones individuales harían la diferencia, y que
los desafíos organizados al status quo que podían cambiar de
hecho la política y la conducta pública.
Gaylord Nelson,
entonces Senador por Wisconsin y por mucho tiempo
conservacionista , fue una de las personas que entendió que los
métodos desarrollados para la protesta contra la guerra bien
podían ser eficaces en otras esferas. "En aquel momento", escribió
Nelson, "había gran descontento en las universidades a causa de
la guerra en Vietnam. Se realizaron protestas denominadas clases
anti guerra a lo largo de los centros educativos de toda la nación.
En un vuelo desde
Santa Barbara a la Universidad de California en Berkeley, leí un
artículo sobre tales clases, y de pronto se me ocurrió: ¿Porqué no
dar una clase nacional sobre el medio ambiente? he aquí el origen
del Día de la Tierra"
Asido a esta idea,
Nelson regresó a Washington en agosto de 1969 y empezó a
promover el Día de la Tierra entre gobernadores, alcaldes de las
principales ciudades, editores de periódicos universitarios y, lo que
es más importante, en la Revista Académica, que circula en las
escuelas primarias y secundarias de todo el país. En septiembre,
Nelson anunció formalmente que habría una clase nacional sobre
el medio ambiente en la primavera de 1970. Posteriormente narró
lo que sucedió a continuación:
"Los servicios por
cable difundieron el artículo por todo el país. La respuesta fue
increíble. Actuó como los funcionarios que reprimen el crimen
organizado. Telegramas, cartas y llamadas telefónicas llovieron de
todo el país.
Con la ayuda del
personal del Senado, llevé a cabo actividades relativas al Día de la
Tierra fuera de mi oficina. Para diciembre, el movimiento se había
expandido tan rápidamente que se hizo necesario abrir una oficina
en Washington para servir de centro nacional de distribución de
información y atender las preguntas y actividades concernientes al
Día de
la Tierra. A ese
punto, contraté a Denis Hayes y otras personas para coordinar el
esfuerzo.
El Día de la Tierra
alcanzó lo que yo ansiaba.
El objetivo consistió
en demostrar una inquietud tan grande por el ambiente a nivel
nacional, que sacudiera la arena política. Fue una jugada riesgosa,
pero funcionó. Unos veinte millones de personas participaron en
manifestaciones pacíficas en todo el país. Diez mil escolares y
liceístas, dos mil colegios universitarios y un mil comunidades
tomaron parte.
Realmente fue una
asombrosa explosión popular. La gente se preocupaba y el Día de
la Tierra se convirtió en la primera oportunidad que jamás habían
tenido para unirse en una manifestación nacional que enviara un
gran mensaje a los políticos: el mensaje de que despertaran e
hicieran algo.
Funcionó por la
respuesta espontánea y entusiasta a nivel popular. Nada igual
había ocurrido antes. Si bien nuestra organización en los centros
educativos fue bastante buena, las miles de actividades en
nuestras escuelas y comunidades se generaron a nivel local. No
contábamos ni con el tiempo, ni con los recursos para organizar a
los diez mil escolares y
liceístas y al millar de
comunidades que participaron. Simplemente se organizaron ellos
mismos. Eso es lo notable del Día de la Tierra."
Una legislación
federal revolucionaria sucedió al éxito del primer Día de la Tierra.
En 1970 se creó la
Agencia de Protección Ambiental, seguida por la Ley del Aire
Limpio, la Ley de Aguas Limpias de 1972 y la Ley de Especies en
Peligro de Extinción de 1973.
Entre las
disposiciones más ambiciosas de estas leyes se encuentra el
requerimiento de que los automóviles utilicen gasolina sin plomo,
se adhieran a un mínimo de kilómetros por galón de gasolina y se
equipen con catalizadores que reduzcan la cantidad de vapores
tóxicos emitidos por los tubos de escape de los vehículos.
El Día de la Tierra
pareció desaparecer. Aun cuando continuaron las celebraciones
anuales, no lograron equiparar el tamaño y entusiasmo del primer
año. El Día de la Tierra se había convertido en una reliquia de las
protestas de principios de los años setenta.
Sin embargo, el
destello de consciencia generado por el primer Día de la Tierra
siguió creciendo.
Las organizaciones
populares, ahora denominadas organizaciones no
gubernamentales u ONG, aumentaron en tamaño y poder. Grupos
como Greenpeace, formado en Canadá en 1971, adaptó los
principios de la
desobediencia civil no
violenta para crear consciencia pública en torno a la menguante
población de ballenas y los riesgos de la energía nuclear. Nature
Conservancy, creada en 1951, se rededicó a principios de los
setenta a la preservación de la diversidad natural y comenzó a
comprar tierra sin desarrollar para la preservación de la
naturaleza.
Instituciones
venerables como Sierra Club y la Sociedad Nacional Audubon
entablaron procesos enérgicos contra compañías de explotación
forestal a fin de desacelerar la destrucción de bosques de muchos
años. Las organizaciones no gubernamentales, financiadas
mediante aportes del público y conformadas por abogados y
educadores, así como científicos y naturalistas, se volvieron
vigilantes enérgicos del medio ambiente, al tiempo que educaban
al público y enjuiciaban a compañías y gobiernos para obligarlos a
cumplir con la legislación que regula todo: desde las emisiones de
las chimeneas y la calidad del agua, hasta los hábitats naturales
de las especies en peligro de extinción.
En sus casas, los
estadounidenses, a menudo instados por sus hijos, comenzaron a
separar la basura doméstica para el reciclaje.
A finales de los años
ochenta, se establecieron programas de reciclaje en muchas
comunidades. A mediados de los noventa, estos programas
municipales ya rendían retribuciones: la cantidad de basura que se
vaciaba, en los rellenos iba en notable descenso, y más de 20%
de la basura municipal de los Estados Unidos se convertía en
productos de utilidad.
Las corporaciones,
bastante conscientes de los deseos del consumidor y del marco de
referencia de las ganancias, comenzaron a promoverse como
acordes al medio ambiente, al utilizar orgullosamente material
reciclado en sus empaques y difundir comerciales por la televisión
que hablaban de sus logros en la protección de la Tierra. Más
importante fue la adopción por muchas empresas de manifiestas
prácticas comerciales que aumentaban la eficiencia v disminuían la
cantidad de desecho industrial. Estimulado por los consumidores y
las ONG, forzado por la ley a cumplir con las normas en cuanto a
calidad de aire y agua, y finalmente al percatarse de que los
nuevos métodos podrían de hecho ser rentables, el sector privado
aceptó su rol en la gerencia ambiental.
En 1990, el Día de la
Tierra se recobró.
Encabezado por
Denis Hayes, organizador principal del primer Día de la Tierra, el
del año 1990 fue internacional, y abarcó empresas, minorías
étnicas y funcionarios públicos. Más de 200 millones de personas
en todo el mundo, diez veces más que en 1970, participaron en
actividades que reconocían que el medio ambiente había pasado a
ser, finalmente, tema de interés público y universal. El impulso
global continuó en 1992 en la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED), celebrada en Río de
Janeiro, Brasil, donde un número sin precedentes de gobiernos y
ONG elaboraron documentos claves para el desarrollo sustentable
de las economías ahora y en el futuro.
En 1995, presenció el
XXV Aniversario del primer Día de la Tierra y fue un momento
para evaluar el progreso ambiental del último cuarto de siglo. En
los países occidentales, las noticias parecían buenas: el aire y el
agua eran más limpios, los bosques se expandían y muchos
indicadores ambientales también iban en ascenso. Sin lugar a
dudas, la combinación en ocasiones volátil de legislación, juicios
entablados por las ONG, educación pública y prácticas comerciales
más eficientes, había logrado un efecto notable y positivo en el
estado del medio ambiente.
A nivel global, la
Asociación Nacional de Parques y Conservación (NPCA) contribuye
con los grupos ciudadanos de Estados Unidos y el exterior a
organizar eventos de Marcha Pro Parques, que beneficien
directamente a sus parques locales, estatales y nacionales. Se
organizan caminatas en zonas rurales y urbanas para recabar
fondos.
El dinero así
recaudado se destina a parques locales y proyectos de
restauración. Celebrados originalmente en 1990, proyectos
pasados incluyen reparación de edificios y senderos históricos,
plantación de árboles y jardinería, patrocinio de limpieza de
parques y programas de reciclaje, así como adquisición de
terrenos para nuevos parques.
Los organizadores
informan que en la Marcha Pro Parques de 1997 se recaudaron
aproximadamente dos millones de dólares para parques de la
comunidad, involucraron más de un millón de personas, y fue el
acontecimiento
nacional más grande del Día de la Tierra. Los 50 estados
realizaron marchas y nueve países participaron para un total de
1.200 marchas en todo el mundo: la mayor jamas realizada. Los
países que participaron fueron Rusia, Canadá, Arabia Saudita,
Costa Rica, Brasil, Argentina, Suecia, Finlandia y España.
El Día de la Tierra,
que empezó en 1970 como un movimiento de protesta, ha
evolucionado hacia una celebración global del medio ambiente y
de nuestro compromiso con su protección. La historia del Día de la
Tierra refleja el crecimiento de la consciencia ambiental en el
transcurso del último cuarto de siglo, y el legado del Día de la
Tierra es la noción inequívoca de que el medio ambiente es objeto
de inquietud universal.
"No
olviden nunca, si quieren que la nación tome grandes decisiones
sobre aspectos políticos, que el pueblo es la fuente del poder. Con
él pueden hacer cualquier cosa, sin él, nada". Gaylord Nelson,
Fundador del Día de la Tierra
Teniendo en cuenta
lo expuesto precedentemente, y la importancia de éste día para la
sociedad y el medio ambiente, es que le solicito a mis pares que
me acompañen en la aprobación del presente proyecto
Firmante | Distrito | Bloque |
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BIANCHI, IVANA MARIA | SAN LUIS | FRENTE JUSTICIA UNION Y LIBERTAD - FREJULI |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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RECURSOS NATURALES Y CONSERVACION DEL AMBIENTE HUMANO (Primera Competencia) |