PROYECTO DE TP
Expediente 0340-D-2010
Sumario: RENDIR HOMENAJE AL DOCTOR EMILIO FERMIN MIGNONE AL CONMEMORARSE EL DIA 14 DE MARZO DE 2010 EL 30 ANIVERSARIO DE LA FUNDACION DEL CENTRO DE ESTUDIOS LEGALES Y SOCIALES -CELS-.
Fecha: 04/03/2010
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 6
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
Rendir
homenaje al doctor Emilio Fermín Mignone, cofundador y
primer Presidente del Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS), al conmemorarse el 30° aniversario de
su fundación, el 14 de marzo de 2010.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
I. ¿Quién fue Emilio Fermín
Mignone?
Emilio Fermín Mignone fue uno de los
líderes más importantes del movimiento de derechos humanos que surgió
espontáneamente en la Argentina durante la dictadura militar que gobernó la
Argentina entre marzo de 1976 y diciembre de 1983. Cuando volvió la democracia
siguió dirigiendo y guiando el movimiento dando a conocer en el país y el extranjero
las decenas de miles de crímenes y atrocidades cometidos por la dictadura durante los
años del terrorismo de estado. También contribuyó al esfuerzo para juzgar a los
perpetradores de esos crímenes para asegurar que un régimen de terrorismo de
estado nunca más volviera a la Argentina y para asegurar y fortalecer la democracia en
la Argentina.
Su trabajo en derechos humanos fue
reconocido internacionalmente. En 1983 recibió el Premio de derechos humanos
Letelier-Moffitt del Institute for Policy Studies en Washington, D.C. Posteriormente
recibió el premio Roger E. Joseph Award otorgado por el Hebrew Union College en
New York y el premio Derechos Humanos otorgado por el Lawyers Committee for
Human Rights de Nueva York. También sirvió en cargos directivos en numerosas
organizaciones internacionales dedicadas a los derechos humanos, incluyendo el
Kellogg Institute of the University of Notre Dame, Article 19 y el Center for Justice and
International Law.
El compromiso de Emilio F. Mignone con
los derechos humanos se remonta a su juventud. En la década de los cincuenta critico
los fusilamientos por ley marcial decretados por un gobierno militar para suprimir un
levantamiento de sus opositores. En esa ocasión predijo que la violencia del gobierno
contra la oposición llevaría a la ola de violencia que sumergió al país en los sesenta y
setenta como ocurrió trágicamente.
El compromiso de Emilio Mignone con los
derechos humanos estaba basado en su fe. Toda su vida fue un católico laico dedicado
a la vida de la iglesia. A principios de los setenta comprendió que una de las misiones
de la iglesia era denunciar las injusticias y proteger los derechos humanos. En la
madrugada del 14 de mayo de 1976, Mónica, hija de Emilio que tenía 24 años, fue
secuestrada de la casa de Mignone y nunca más fue vista. Mónica fue uno de miles de
detenidos-desaparecidos durante los años del terror del estado y que nunca más
fueron vistos.
A partir del 14 de mayo de 1976 Emilio
dedicó su vida a buscar a su hija. Escribió cartas abiertas a los generales que
gobernaban el país, visitó los cuarteles, se entrevistó con funcionarios del gobierno,
sacerdotes, obispos y cardenales de la iglesia católica. Al mismo tiempo ayudó a
organizar las nuevas organizaciones de derechos humanos que se establecían en el
país. En 1976 fue designado Vice Presidente de la Asamblea Permanente de los
Derechos Humanos (APDH). En 1980 fundó con otros padres de detenidos
desaparecidos el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). También contribuyó al
desarrollo del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) y apoyó
desde sus comienzos a las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas de Plaza de Mayo,
movimientos emblemáticos de la lucha por los derechos humanos en la Argentina
durante y después de la dictadura.
Su contribución institucional más
importante fue su liderazgo frente al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que
jugó un papel clave en la documentación de los crímenes de la dictadura y proveyó
pruebas en el juzgamiento de los perpetradores del terrorismo de estado. El CELS
también ayudó a muchas personas en el esfuerzo para que el sistema judicial
respondiera a sus necesidades.
Durante la dictadura Emilio se quedó en la
Argentina con su esposa e hijos defendiendo los derechos y arriesgando su vida y fue
detenido por el régimen en enero de 1981 que felizmente tuvo que soltarlo por efecto
de la presión internacional. Aunque Emilio residió en el país, al darse cuenta que el
régimen nunca daría información a los familiares sobre los miles de detenidos-
desaparecidos, también desafió la dictadura viajando por el mundo para obtener
solidaridad internacional para la causa de los derechos humanos, sin embargo siempre
volvía al país.
Emilio Mignone fue uno de los dirigentes
más eficaces del movimiento de derechos humanos contra las desapariciones, la
tortura y los miles de asesinatos políticos realizado por el estado. Ayudó a documentar
los crímenes, asistió a las víctimas y los familiares por medio del sistema judicial y
utilizo todos los componentes del sistema internacional para la protección de los
derechos humanos, incluyendo primero y ante todo la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA), la
Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y muchas organizaciones no
gubernamentales: Amnesty International, the Washington Office on Latin America, the
Lawyers Committee for Human Rights y Americas Watch (actualmente llamado Human
Rights Watch), por nombrar unas pocas.
Emilio fue testigo en los juicios que
condenaron a cinco militares de alta graduación por violar los derechos humanos en
1985, se opuso a los esfuerzos de una administración democráticamente elegida para
restingir el enjuiciamiento de los militares por la violación de los derechos humanos y
escribió libros sobre la reforma constitucional, educación y derechos humanos y las
relaciones entre la iglesia y el estado durante el gobierno militar. A lo largo de su vida
Emilio escribió mucho sobre temas sociales, educacionales y derechos humanos en
diarios, periódicos especializados y libros. Entre estos últimos se cuentan Iglesia y
Dictadura (1) y Derechos Humanos y Sociedad (2) . El primero fue traducido y publicado
en inglés, francés, italiano y portugués.
Emilio fue Director General de Enseñanza
de la provincia de Buenos Aires (1949-1952), subsecretario de educación de la nación
(1969-1972); Rector de la Universidad Nacional de Luján (1973 -1976); Director de la
Oficina de Buenos Aires de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLASCO)
(1977-78) y fue incorporado a la Academia Nacional de Educación en 1994. Uno de sus
proyectos se hizo realidad cuando se creo el Consejo Nacional de Evaluación y
Acreditación Universitaria la primera entidad creada en la Argentina para acreditar
universidades de la cual fue presidente hasta su fallecimiento. Mignone pensaba que la
educación era un pilar para el movimiento de derechos humanos y esto lo llevó a
escribir libros de texto sobre las ciencias sociales y un Manual sobre la Constitución
Argentina de 1994 (3) .
Emilio Fermín Mignone murió de cáncer
en Buenos Aires el 21 de diciembre de 1998. Desde entonces su memoria ha sido
recordada en su país y en el extranjero.
II. ¿Cómo se gestó el CELS? (4)
El Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS) se fue gestando y comenzó a funcionar a lo largo de los años 1978 y 1979,
hasta constituirse formalmente por un acta trasladada a escritura pública el 14 de
marzo de 1980. Sus creadores como Emilio F. Mignone, Augusto Conte, Boris Pasik,
Alfredo Galletti y José Federico Westerkmnp, pertenecían a la Asamblea Permanente
por los Derechos Humanos o como Angélica P. Sosa de Mignone, Carmen Aguiar de
Lapacó y Elida Bussi de Galletti, integraban las Madres de Plaza de Mayo. El objetivo de
su gestación, realizado en el domicilio del primero de los nombrados, fue
complementar las tareas que realizaban las otras organizaciones de derechos humanos
en campos que, por diversas razones, las mismas no alcanzaban a cubrir. A diferencia
de las mencionadas con anterioridad no es una institución dedicada al activismo ni de
tipo representativo, sino más bien de prestación de servicios y de interrelación.
El CELS se autodefine
como un equipo de trabajo multidisciplinario y pluralista, integrado por personas
comprometidas en la defensa de los derechos humanos y el sistema democrático. Es
una organización no gubernamental constituida en forma de asociación civil, sin fines
de lucro, con personería jurídica reconocida por resolución número 000556 del 19 de
septiembre de 1985 de la Inspección General de Personas Jurídicas del Ministerio de
Educación y Justicia e inscripta en el registro Nacional de Entidades de Bien Público del
Ministerio de Salud y Acción Social bajo el número 2857. Funciona en la calle
Rodríguez Peña 286, piso 1, 1020 Buenos Aires, teléfono 40-9968 y fax (541) 362-
4956 (5) . Su estatuto establece los siguientes fines: 1) Realizar investigaciones y
estudios en el ámbito de las relaciones entre el derecho y la sociedad, dirigidos a la
defensa de la dignidad de la persona humana, de la soberanía del pueblo, del bienestar
de la humanidad -en particular de los sectores más desprotegidos- y del medio
ambiente; 2) Promover o ejecutar acciones administrativas y judiciales destinadas a
procurar la vigencia de esos principios y valores; 3) Bregar contra las violaciones,
abusos y discriminaciones que afecten los derechos y libertades de las personas y de la
sociedad por razones religiosas, ideológicas, políticas, gremiales, raciales, culturales o
por causa del sexo o la edad; 4) Apoyar toda iniciativa tendiente a afianzar la paz entre
los pueblos y oponerse a cualquier forma de belicismo. Durante la dictadura militar el
CELS desarrolló tres programas fundamentales que todavía, con ampliaciones y
perfeccionamientos, constituyen su principal línea de acción, Uno de carácter jurídico,
destinado a llevar adelante causas individuales ante la justicia, particularmente de tipo
modelo (leading cases). Otro de documentación, estudios y publicaciones, Y un tercero
de cooperación nacional e internacional. Se trata de actividades que en aquella época
fueron propuestas a la APDH y que ésta, por distintas razones, decidió no encarar. La
labor del CELS ha dado excelentes frutos. El poder judicial, aún en el período de la
dictadura militar, respondió en forma inesperada a los requerimientos y se avanzó en
forma considerable en la investigación de diversas situaciones, estableciéndose en
algunos casos una nueva jurisprudencia. Estos procesos fueron de gran utilidad en la
labor de la futura Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y
de la Justicia a partir del advenimiento de la democracia. En materia de documentación
el CELS ha logrado reunir el repositorio mas completo de la Argentina, que es
mantenido al día. Se lo puede consultar a través de un sistema de codificación
computarizada y en 1990 se ha dado comienzo a su microfilmación. Ello permitirá
disponer de copias que podrán ser vendidas a instituciones interesadas en el país y en
el exterior. Alcanza en este momento a unos l00.000 documentos. Este archivo ha
facilitado la elaboración de estudios y publicaciones por el personal del CEL5 y por
parte de numerosos investigadores, académicos, estudiantes y periodistas, tanto
argentinos como extranjeros. Finalmente el programa de cooperación ha prestado
ingentes servicios a las organizaciones hermanas, partidos políticos, iglesias, gobiernos,
universidades e instituciones del país y del exterior, entre ellas la Comisión Nacional
sobre la Desaparición de Personas (CONADFP), la Comisión de Derechos Humanos de
las Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la
Organización de los Estados Americanos, la Comisión Internacional de Juristas y
Amnistía Internacional.
El origen del CELS está vinculado con
algunos acontecimientos que no quiero dejar de relatar. En abril de 1979 la Association
of the Bar of the City of New York (Colegio de Abogados de Nueva York) envió a la
Argentina una misión de letrados presidida por Orville H. Schell, antiguo presidente de
la entidad y cabeza de un importante bufete e integrada por Marvin E. Frankel, ex-juez
federal de Nueva York; Harold H. Healy, Stephen L. Kass y R. Scott Greathead. El
impulso para el envío de la delegación provenía del entonces naciente Lawyers
Committee for Human Rights, bajo la animación de su director ejecutivo Michael H.
Posner. Tenía por objeto averiguar la veracidad de las denuncias sobre violaciones a
los derechos humanos y las trabas al ejercicio de la profesión de abogado en la
Argentina. Se trataba de un conjunto de distinguidos letrados del foro neoyorkino,
algunos de ellos miembros de prominentes estudios y vinculados a empresas
multinacionales. Por esta circunstancia el embajador de la dictadura militar argentina
ante la Casa Blanca, Jorge Aja Espil, aceptó la propuesta de la visita considerando,
equivocadamente, que dicha condición garantizaba el apoyo a un régimen vinculado
con los grandes intereses económicos y con la oligarquía financiera y forense local. No
contaba con la probidad y adhesión a los valores de la dignidad humana de los
integrantes de la misión.
En siete días la delegación cumplió una
labor excepcional. Entrevistó a las autoridades, a las organizaciones profesionales y de
derechos humanos, a víctimas de la represión y sus familias y se formó un panorama
exacto de la situación. El resultado fue un objetivo y documentado informe difundido
en octubre del mismo año que causó sensación por cuanto acreditaba sin lugar a
dudas las graves violaciones ocurridas y responsabilizaba de ellas al gobierno de las
fuerzas armadas. Incluía como anexo una lista de más de 191 abogados arrestados sin
proceso o detenidos-desaparecidos (6) . La influencia de este testimonio fue enorme en
la opinión pública y el gobierno de los Estados Unidos, dada la imparcialidad de su
origen, insospechable de marxismo, como el régimen dictatorial argentino calificaba a
sus críticos. Me tocó acompañar y orientar, junto con otros abogados con quienes
estábamos formando el CELS, a los integrantes de la misión. A lo largo de esas
conversaciones se fue gestando la idea de lo que sería nuestra institución.
Al escribir estas líneas deseo rendir un
emocionado homenaje a Orville H. Schell, fallecido hace algunos años y cuyo nombre
lleva -merecidamente- el Centro de la Universidad de Yale que patrocinó el seminario
sobre transición a la democracia en la Argentina que tuvo lugar en New Haven,
Estados Unidos, del 4 al 8 de marzo de 1990. Prominente abogado de Wall Street,
Orville Schell consagró la última década de su fecunda vida a la causa de los derechos
humanos, poniendo al servicio de la misma su inteligencia, capacidad de trabajo,
sabiduría y prestigio.
Poco después arribó a Buenos Aires el
abogado estadounidense Leonard Meeker. Retirado como director de la asesoría
jurídica del Departamento de Estado y ex-embajador en Rumania, Mecker concentraba
su actividad en el Center for Legal and Social Research, ubicado en Washington D.C. y
dirigido a promover causas judiciales para evitar los abusos contra las personas y el
medio ambiente. Nos sirvió de inspiración para la labor proyectada y para nuestro
nombre. Pese a que el CELS se encontraba en embrión, Mecker creyó en nosotros y
como su institución contaba con algunos fondos para proyectos en el Tercer Mundo,
nos proporcionó los primeros y valiosos recursos para iniciar nuestra tarea en una
modesta oficina de un solo ambiente en la calle Viamonte 1365, piso 4, D, facilitada
por Noemí Fiorito de Labrune, que colaboraba con nosotros en el sector de estudios y
documentación. Nuestra primera secretaria fue María Cristina Caiati, actualmente a
cargo de la oficina de Prensa de la institución y redactora de su boletín.
Finalmente la iniciación del CELS se
encuentra íntimamente ligada con la misión de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos. Esta visita fue
demorada durante mucho tiempo por el gobierno de las fuerzas armadas, con la
complicidad del entonces secretario general de la O.E.A., el argentino Alejandro Orfila.
La dictadura aceptó finalmente su venida por la presión ejercida por el gobierno del
presidente Jimmy Carter, a quien manifesté personalmente mi reconocimiento y el del
pueblo argentino por su política de derechos humanos, que salvó muchas vidas en
nuestro país, en ocasión de su visita a Buenos Aires en octubre de 1984. Esta
interpretación, que vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo, ha sido confirmada
por el testimonio aportado por la investigadora norteamericana Kathryn Sikkink, que
dice así:
En setiembre de 1978
el vice-presidente Mondale (de los Estados Unidos) y el presidente Videla de la
Argentina, mantuvieron una entrevista privada en Roma para discutir la preocupación
del gobierno de los Estados Unidos por la situación de derechos humanos en la
Argentina. Durante el encuentro los dos hombres hicieron un trato: a cambio de la
invitación por la Argentina a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
de la Organización de los Estados Americanos para realizar una investigación in situ de
las prácticas sobre derechos humanos, los Estados Unidos autorizarían el desembolso
de fondos del Export-1mport Bank, para la Argentina, que estaban bloqueados por los
abusos del gobierno argentino en materia de derechos humanos (Entrevista de la
autora con Walter Mondale, Minneapolis, 20 de junio de 1989). Efectivamente,
semanas más tarde los Estados Unidos aprobaban el otorgamiento de recursos por
parte del Eximbank para la Argentina y en diciembre de 1978 este país invitaba a la
C1DH a realizar un misión investigadora en su territorio (7) .
Según es sabido, la Comisión
Interamericana produjo un aplastante informe, a cuyas conclusiones me he referido
con anterioridad (8) . Su difusión en todo el mundo fue recibida con sorpresa y con furia
por la dictadura, que no esperaba ese revés. Había creído que el secretario general de
la OEA Alejandro Orfila estaba en condiciones -como lo había insinuado a fin de
obtener el apoyo para su reelección- de conseguir un pronunciamiento favorable. Este
resultado provocó la airada reacción de varios altos jefes que se habían opuesto a la
invitación de la ClDH, en particular los generales Carlos Guillermo Suárez Mason y
Luciano Benjamín Menéndez, comandantes del primer y tercer cuerpo de ejército,
respectivamente. La dictadura decidió entonces prohibir su publicación en el país y sólo
autorizó la reproclucci6n de sus conclusiones -escritas en un terso lenguaje jurídico-
junto con una pretendida refutación gubernamental. De esa manera se evitaba el
conocimiento de los testimonios y pruebas aportadas, que constituían el impacto más
desgarrante del documento. Muchos de dichos hechos serían más tarde conocidos por
la población a través del informe de la CONADEP. Ante esa situación viajé a
Washington, donde el secretario general de la CIDH, Edmundo Vargas Carreño, me
hizo entrega de quinientos ejemplares cuya entrada al país ya he relatado.
Distribuimos los ejemplares en forma seleccionada, mano a mano, entre los sectores
influyentes de la sociedad (periodistas, políticos, jueces, dirigentes religiosos, sociales y
culturales). Con mucha dificultad por el temor reinante, dividiendo las hojas en
distintas casas fotocopiadoras y con la eficaz colaboración del doctor José Federico
Westerkamp, reprodujimos otras mil copias. Esto fue todo. El informe quedó
desconocido en la Argentina por al gran público aunque en enero de 1984, con el titulo
de El Informe Prohibido, lo publicó el CELS con OSEA (Oficina de Solidaridad para
Exiliados Argentinos), con un prólogo mío y de Augusto Conte. Allí explico que el
representante interino de la OEA en Buenos Aires, Roberto Monti (oficial retirado de la
fuerza aérea argentina), violando las normas de la Organización, destruyó los
ejemplares que le llegaron y se negó a venderlos al público, con la cobertura del
secretado general Alejandro Orfila (9) . Con anterioridad a la misión de la CIDH los
integrantes del CELS estuvimos en contacto con su secretaría ejecutiva, desempeñada
por un antiguo amigo mío, el diplomático y profesor universitario chileno Edmundo
Vargas Carreño. Esta labor la realizamos al margen de la Asamblea Permanente por
cuanto algunos de sus miembros, en particular los vinculados con el partido
Comunista, se oponían a esa relación. Con la eficaz colaboración de Noemí Fiorito de
Labrune revisamos varios miles de denuncias existentes en la APDH y seleccionamos
trescientas donde estaba acreditada la participación de los agentes del gobierno de las
fuerzas armadas en la detención de los llamados desaparecidos. Las fotocopiamos y sin
contar con la autorización de la APDH, que sostenía que eran de carácter confidencial y
que el utilizarlas de esa manera podía violar la voluntad de los denunciantes y
colocarlos en peligro, las llevé a Washington, mientras Noemí Labrune recorría las
sedes de los obispados católicos para tratar de convencer a sus titulares de la
gravedad de lo que estaba ocurriendo. Tarea, por cierto, inútil en la mayoría de los
casos. Llamábamos al paquete en la jerga interna, por su volumen, el libro gordo de
Petete, publicación infantil entonces de moda. En la secretaría ejecutiva de la CIDH se
seleccionaron cincuenta casos entre los que contaba el organismo y los nuestros y ya
en la Argentina, mientras una parte de la misión recibía casi seis mil denuncias -tarea
abrumadora, imposible de procesar en el momento- otros de sus miembros
profundizaban las situaciones elegidas. Este método permitió avanzar en episodios
paradigmáticos y arribar a la conclusión de la responsabilidad de las fuerzas armadas
en la detención, secuestro, tortura y asesinato de los denominados desaparecidos.
Estoy convencido que el aporte referido fue sumamente útil para la efectividad del
informe. Quince días antes de la misión llegó a Buenos Aires para prepararla Vargas
Carreño, quien se dirigió a mi casa para ajustar sus detalles. Prestamos la misma
colaboración con otras avanzadas de la CIDH, en particular el abogado Edgardo Paz
Barnica -actual embajador de Honduras en la Argentina- quien se alojaba en el Plaza
Hotel, donde lo visité con Augusto Conte mientras la policía y los servicios de
inteligencia nos vigilaban constantemente, dando lugar a varios incidentes. En mi libro
Iglesia y Dictadura he relatado como intenté en vano que el cardenal Raúl F.
Primatesta, arzobispo de Córdoba, facilitara inmuebles en esa ciudad y en Tucumán
para recibir las denuncias de los familiares de las víctimas. Adujo que quería ser
"neutral", como si la OEA fuera un enemigo del país. Curiosamente esta fue la reacción
de numerosos prelados, como explico en el mismo volumen. Durante el transcurso de
la misión los dirigentes del CELS estuvimos en contacto permanente con sus
integrantes formulando sugerencias, organizando entrevistas y cumpliendo las tareas
que nos solicitaban. Esta colaboración confirmó nuestro propósito de desarrollar una
intensa relación con los organismos regionales e internacionales, concientes de la
utilidad de su contribución a nuestra lucha. La APDH mantuvo su reticencia, aunque
forzamos una entrevista de la misión con sus directivos, que se realizó en el dormitorio
de un hotel, para lo cual contamos con la firme decisión de monseñor Jaime de
Nevares, quien viajó con dicho propósito desde Neuquén.
III. ¿Un Premio Internacional de
Derechos Humanos lleva su nombre?
El "Premio Internacional de Derechos Humanos
Emilio F. Mignone" fue anunciado en marzo de 2007 por el Canciller Jorge Taiana, quien
explicó que "este premio tiene como fin el reconocimiento del Gobierno argentino a
instituciones o personas de cualquier condición y lugar del mundo, extranjeras, residentes en
otros países, que se destaquen en la promoción y protección de los Derechos Humanos". En
consonancia con los objetivos permanentes de política exterior argentina, el premio es una
expresión más del rol protagónico que nuestro país ha asumido en los últimos años en materia
de derechos humanos y que lo ha ubicado como referente de la materia en el plano
internacional.
Se entregará anualmente y consiste en una invitación a la persona o representante de la
institución distinguida a visitar la Argentina durante una semana. En el transcurso de ella, se
organizarán conjuntamente con el CELS y la Secretaría de Derechos Humanos un programa de
actividades para difundir la labor del galardonado y recoger experiencias en la Argentina. Las
representaciones argentinas en el exterior fueron, principalmente, las encargadas de sugerir
candidatos y consultar a las principales organizaciones que trabajan por la defensa de los
derechos humanos.
En tal sentido, se conformó un Comité de Selección compuesto por representantes de la
Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, un representante del Centro de
Estudios Legales y Sociales (CELS) y de la Dirección de Derechos Humanos de la Cancillería,
quienes tras una exhaustiva revisión de propuestas enviadas por las representaciones argentinas
en el exterior, definen los criterios de la elección de la terna que remiten al Canciller.
El 3 de diciembre de 2007, el canciller Joge Taiana - al hacer la primera entrega de esta
distinción -, declaró:
"La emoción y el honor de dar este premio que lleva el nombre de Emilio Mignone tiene un
doble significado. Por un lado el hecho de que finalmente se ha logrado que los tres poderes del
Estado estén en consonancia con los cuatro pilares de la lucha por los derechos humanos:
verdad, justicia, memoria y reparación, y por otra parte dejar en claro la importancia que nuestro
país asigna en el marco de su política exterior a la promoción de esos derechos".
El jefe de la diplomacia argentina resaltó la figura
de Emilio Mignone, "una figura clave, un hombre que supo combinar los más firmes principios
con el sentido práctico de la acción, ayudó a descubrir los mecanismos del terrorismo de estado
y entendió la solidaridad internacional como una herramienta poderosa para ayudar a detener las
violaciones a los derechos humanos".
"Este premio es una forma de dar aliento a los que
luchan por esos derechos, una muestra de la solidaridad de nuestro país y un pequeño paso que
señala la decisión de la sociedad argentina de lograr la verdad, justicia, memoria y reparación" y
su "reconocimiento a los organismos de otros países" concluyó Taiana.
IV. Consideraciones finales
Por todo lo antedicho, proponemos que los
representantes del pueblo argentino le brindemos un justo reconocimiento a este infatigable
luchador por los derechos humanos.
Firmante | Distrito | Bloque |
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MORANTE, ANTONIO ARNALDO MARIA | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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LABOR PARLAMENTARIA (Primera Competencia) |