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PROYECTO DE TP


Expediente 0332-D-2015
Sumario: RENDIR HOMENAJE EN RECUERDO DEL MILLON Y MEDIO DE CIUDADANOS ARMENIOS MUERTOS DURANTE LOS AÑOS 1915 Y 1918, A MANOS DEL IMPERIO OTOMANO.
Fecha: 04/03/2015
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 3
Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:


Rendir homenaje en recuerdo del millón y medio de ciudadanos armenios muertos durante los años 1915 y 1918, a manos del Imperio Otomano; a la par que se hacen votos por la definitiva reconciliación entre ambas naciones, dejando establecido que el olvido histórico es el gran aliado de la violencia.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Nietzsche, en su libro La genealogía de la moral, explica la relación que existe entre la memoria y la violencia. En él llega a la conclusión de que, para neutralizar la violencia, es necesaria la memoria, dado que la violencia es una espiral creciente que se nutre del olvido para perpetuarse y así destruir a todos. Por ello, la memoria es el freno que impide que se siga expandiendo. El olvido histórico es el gran aliado de la violencia.
¿Realmente se aprende del pasado cuando es relatado en forma parcialmente acomodada o simplemente se lega a las nuevas generaciones la violencia que no se quiso recordar?
Las atrocidades cometidas contra el pueblo Armenio por el Imperio Otomano y el Estado de Turquía durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial y años anteriores y posteriores a ésta, son llamadas en su conjunto el Genocidio Armenio. El Genocidio es una forma organizada de matanza de un conjunto de personas con el objetivo explicito de ponerle fin a su existencia colectiva. Esto requiere un planeamiento central y una maquinaria organizada para implementarlo haciendo que el genocidio sea un prototipo de crimen de estado, ya que solo un estado cuenta con los recursos necesarios para llevar a cabo tal destrucción.
El Genocidio Armenio fue planeado y administrado centralmente por el Estado de Turquía contra toda la población Armenia del Imperio Otomano. Fue llevado a cabo durante la Primera Guerra Mundial entre los años 1915 y 1918. El pueblo Armenio fue sujeto a deportaciones, expropiaciones, secuestros, tortura, masacre e inanición.
La gran mayoría de la población Armenia fue forzosamente removida desde Armenia y Anatolia a Siria, donde una gran parte de la población fue enviada al desierto para morir de hambre y sed. Gran número de Armenios fueron masacrados metódicamente a lo ancho y largo del Imperio Otomano. Mujeres y niños fueron raptados y brutalmente abusados. Toda la riqueza del pueblo Armenio fue expropiada.
Después de menos de un año de calma al final de la Primera Guerra Mundial, las atrocidades contra el pueblo Armenio fueron reanudadas entre 1920 y 1923, donde los restantes armenios fueron víctimas de más masacres y expulsiones. En 1915, treinta años antes de que la Organización de las Naciones Unidas adoptase la Convención sobre la Prevención y Castigo de los Crímenes de Genocidio, la comunidad internacional condenaba el Genocidio Armenio como un crimen contra la humanidad.
La estratégica posición de la meseta de Armenia, cruce de caminos de las caravanas comerciales entre Oriente y Occidente, fomentó el interés de los pueblos que la rodeaban, y fue determinante de que haya sido conquistada sucesivamente por persas, macedonios, romanos, más tarde fue la dominación bizantina y luego la árabe. Hacia mediados del siglo XI aparecen en la región los selyúcidas, nómades mongoles del Asia Central, luego los tártaros y más tarde los turcomanos.
Entre fines del siglo XVI y comienzos del XVII, la región este de Armenia se convirtió en área de conflicto entre los turcos otomanos, los persas y los rusos quienes a partir de entonces comienzan a tener presencia en la geopolítica de la región.
Está estimado que un millón y medio de Armenios fueron exterminados entre 1915 y 1923. La población armenia del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial era de aproximadamente dos millones. Más de un millón fueron deportados en 1915. Cientos de miles fueron masacrados en el acto. Muchos otros murieron por inanición y epidemias que arrasaban en los campos de concentración. Entre los armenios que vivían en la periferia del Imperio Otomano, muchos escaparon al destino de sus compatriotas de las provincias centrales de Turquía. Más de diez mil armenios en el este de Turquía escaparon a la frontera con Rusia llevando una vida precaria como refugiados. La mayoría de los armenios residentes en Constantinopla, la capital de Turquía, fueron deportados. En 1918 el régimen de los Jóvenes Turcos llevó a cabo una guerra en los Cáucasos donde aproximadamente 1.800.000 Armenios vivían bajo la dominación de Rusia. Las fuerzas Otomanas avanzaron por el este de Armenia y Azerbaiján donde también se estaban llevando a cabo masacres sistemáticas contra el pueblo Armenio. Las expulsiones y masacres realizadas por los Turcos Nacionalistas entre 1920 y 1923 sumaron cientos de miles de nuevas víctimas. Para 1923 las tierras de Asia Menor y la histórica Armenia del oeste, fue expugnada de la totalidad de su población Armenia. La destrucción de las comunidades Armenias en esta parte del mundo fue total.
La comunidad internacional condenó el Genocidio Armenio. En Mayo de 1915, el Reino Unido, Francia y Rusia advirtieron a los líderes de los Jóvenes Turcos que serian responsables de un crimen contra la humanidad. Al final de la guerra, los aliados victoriosos demandaron al Gobierno Otomano que citara ante la justicia a los Jóvenes Turcos acusados por crímenes de guerra. También se realizaron esfuerzos para socorrer a los armenios que morían por inanición. Los gobiernos de los Estados Unidos de América, Reino Unido y Alemania patrocinaron la preparación de reportes sobre las atrocidades cometidas y muchos de estos fueron dados a publicidad. Sin embargo, ninguna medida se tomó contra el Estado de Turquía, sea para sancionarlo o para rescatar al pueblo armenio del exterminio. Además, tampoco se tomó ninguna medida contra el Gobierno Turco para la restitución de la inmensa pérdida material y humana que sufrió el pueblo Armenio.
Desde hace ya décadas y en cualquier país donde haya una comunidad de armenios establecidos, cada 24 de Abril se recuerda al millón y medio de armenios masacrados por la Turquía Otomana. La fecha simboliza la decapitación estructural del pueblo armenio, ya que comenzada la noche del 23 de Abril y durante toda la madrugada del día 24, cientos de intelectuales, religiosos, profesionales y ciudadanos destacados de origen armenio, fueron despojados de sus hogares bajo arresto e inmediatamente deportados hacia el interior del Imperio para ser posteriormente asesinados. Esta fecha en el calendario concentra dos acontecimientos muy importantes: el comienzo del plan de exterminio de todo el pueblo armenio que pondrían en marcha los miembros del Partido Ittihad (Jóvenes Turcos) desde 1915 y hasta los primeros años de la República de Turquía fundada por Mustafá Kemal Attatürk (1923). Por otro lado, el 24 de Abril resume simbólicamente todos aquellos crímenes de lesa humanidad, que los turcos-otomanos cometieron en perjuicio del pueblo armenio, es decir las matanzas anteriores al 24 de Abril de 1915.
El genocidio, hecho traumático en la historia armenia, determinó la conformación de la gran diáspora, origen de las diversas comunidades armenia de Europa y de América.
El reconocimiento del genocidio armenio tiene por dueña a la humanidad en su conjunto. Es la misma humanidad su beneficiaria.
Pero tiene un enemigo concreto: la barbarie, el salvajismo y la irracionalidad encarnadas en aquellos Jóvenes Turcos que mutilaron, exterminaron, usurparon y blandieron su hacha contra la razón misma. A pesar de todo, no es venganza lo que reclamamos, porque estamos a salvo de las ínfimas pasiones. Pero si nuestros antepasados sufrieron la fuerza irrefrenable de la brutalidad criminal y sin embargo siguieron predicando el amor..., nuestra obligación es no olvidar.
Sabemos que el camino es largo, pero lo hemos emprendido con entereza, porque la moral está de nuestra parte y porque el Derecho -el universal, el consuetudinario y el positivo internacional-, nos sostiene.
No proponemos caminos equívocos ni soluciones utópicas, solamente cabe la aplicación plena y efectiva del Derecho, y el reconocimiento por parte del actual estado turco, legítimo sucesor de aquel imperio otomano, del sultán Hamid, de los Jóvenes Turcos, de Kemal Ataturk.
Un editor turco-armenio fue sido asesinado en enero de 2007 delante de la sede de su periódico. Hrant Dinks tenía 53 años y dirigía el semanario Agos, editado en turco y en armenio. Fue condenado por insultar a la identidad turca al publicar un artículo en el que trataba de las matanzas de más de un millón de armenios hace noventa años en la I Guerra Mundial.
Dink ha sido uno de los muchos escritores y periodistas que han sido condenados por hablar de lo que se conoce como el genocidio de los armenios. El artículo 301 del Código Penal convierte en delito el insultar a la identidad turca. Casi todas las penas se han referido a la matanza de armenios por el gobierno de los "jóvenes turcos", aliado con Alemania y por lo tanto en guerra contra los rusos.
El Premio Nobel de Literatura, Orham Pamuk, un escritor excelente con el que muchas personas se han deleitado leyendo su libro Estambul, fue sometido a juicio por haber declarado en un periódico suizo, que ningún turco estaba dispuesto a tratar los penosos episodios sobre las matanzas de armenios y kurdos, que formaban parte del Imperio Otomano al final de la Gran Guerra.
Los turcos niegan que fuera un genocidio, pero admiten que las matanzas entraban dentro de la estrategia de la guerra. Lo cierto es que cientos de miles de armenios y unos 30.000 kurdos, fueron asesinados por el ejército turco que consideraba que los armenios hacían causa común con los rusos.
Los historiadores occidentales en general, consideran probado el genocidio armenio. Los países que lo han reconocido oficialmente son: Armenia, Argentina, Austria, Bélgica, Canadá, Chipre, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Países Bajos, Noruega, Líbano, Lituania, Polonia, Portugal, Rusia, Eslovaquia, Suecia, Suiza, Uruguay, Ciudad del Vaticano y Venezuela.
Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel no lo aceptan oficialmente, aunque admiten las matanzas. En octubre de 2006 el parlamento francés presentó un proyecto que preveía condenar hasta con un año de prisión y 45.000 euros de multa, a los que negaran la existencia del genocidio armenio.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, condenó el asesinato de Dink diciendo que era una "bala disparada contra la democracia y la libertad de expresión en Turquía". Las "manos oscuras" que habían asesinato al periodista serían llevadas a los tribunales. Dos sospechosos fueron detenidos.
El genocidio hay que situarlo en la histórica pugna entre los nacionalismos turco, armenio y kurdo. Turquía sobrevivió al Imperio Otomano con la creación de una nación con un régimen laico y occidentalizado. Los kurdos, repartidos entre Irak, Siria, Irán y Turquía, son una nación sin estado. Armenia formó parte de la antigua Unión Soviética y desde la recuperación de su soberanía nacional, no ha establecido relaciones con Turquía.
Son heridas sangrientas de la historia. No se quiere reconocer los hechos por motivos nacionales, ideológicos y políticos. La Turquía moderna arrastra esta pesadilla al no querer reconocer lo que pasó. Es imposible que acepte la verdad histórica porque durante generaciones la unidad nacional ha querido ser impuesta por ley, al margen del reconocimiento de unos hechos tan lamentables.
Turquía no acepta que las muertes acaecidas en 1915, fueran el resultado de un plan organizado por el estado para eliminar a la población armenia bajo su soberanía. Turquía defiende una postura que se basa en que el Imperio Otomano luchó contra la sublevación en su territorio soberano de la milicia armenia, respaldada ésta por el gobierno ruso. Existe, asimismo, un desacuerdo en cuanto al número de muertes. El gobierno turco indica, que según estudios demográficos de la época, eran menos de 1.500.000 los armenios que vivían en el Imperio Otomano insinuando pues, que las cifras publicadas relativas a la muerte de millones de armenios pueden haber sido exageradas en demasía. Medios oficiales turcos creen que el número de víctimas puede situarse en un rango de cifras situado entre las 200.000 y las 600.000, menores que el número de los musulmanes que fallecieron entre 1912- 22.
Más recientemente, cifras más bajas de víctimas armenias fueron presentadas por el profesor Yusuf Halak, director de la Academia de Historia Turca (Trih Kurumu). En dichos cálulos, estima que un total de 56.000 armenios fallecieron durante dicho período debido a las terribles condiciones derivadas de la guerra (Primera Guerra Mundial), y menos de 10.000 fueron asesinados realmente. En otra de sus investigaciones, mantiene que cerca de 500.000 turcos fue asesinados por armenios. A pesar de que el gobierno turco ha publicado oficialmente en fechas recientes las cifras de los turcos supuestamente asesinados por los armenios, todavía otra de las investigaciones de Halak, que aseveraba que menos de 10.000 armenios fueron asesinados, sigue estando ausente de las publicaciones oficiales turcas en el extranjero.
Turquía también critica las semejanzas con el Holocausto indicadas por ciertos sectores, indicando que, a diferencia de los armenios, la población judía de Alemania y Europa no hizo campaña en pro de una separación, ni se rebeló enemistándose con potencias extranjeras. Aquellos que apoyan las tesis del genocidio, indican que Turquía está legando su pasado y la acusan de impedir tentativas internacionales para reconocer un genocidio. Para apoyar sus posturas señalan el hecho de que la sola mención de un genocidio armenio en cualquier parte del mundo, puede encontrarse con una queja formal de los embajadores turcos, mientras que la mención de la misma en Turquía, puede acarrear la posibilidad de la apertura de un procesamiento judicial y la condena a prisión, como en el caso del escritor turco Orhan Pamuk.
Hubo una oferta por parte del por entonces primer ministro turco, Recep Tayyip Erdoyan, en marzo de 2005, (actualmente presidente de la República) a los historiadores turcos, armenios y del resto de naciones, para que formaran una comisión que estableciera la verdad de los acontecimientos de 1915. La oferta fue aceptada por el estado armenio pero con la condición de establecer primero buenas relaciones con el estado turco.
Las relaciones entre Turquía y Armenia siguen estando estancadas. Turquía ha cerrado sus fronteras terrestres con Armenia, debido al control armenio de Nagorno-Karabaj, y su conflicto con Azerbaiyán. Armenia ha declarado en varias ocasiones que está preparada para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y abrir la frontera sin condiciones previas, aunque Turquía demanda que abrir sus fronteras demostraría un respaldo a la ocupación de Nagorno-Karabaj.
Dos pensamientos de Jorge Luis Borges son esenciales para ensayar una conclusión: "Todas las teorías son legítimas y ninguna tiene importancia. Lo que importa es lo que se hace con ellas". "Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón". El negacionismo perenne no es la solución, la reparación integral quizás no esté al alcance de las actuales autoridades turcas ni revocaría el sufrimiento ni los padeceres. Empero, la República de Turquía a cien años de los inhumanos sucesos que motivan este homenaje habría de ensayar un sincero perdón, acto inicial de la necesaria e imprescindible reconciliación con la comunidad armenia. No ayuda a solucionar las crisis, no reconocer los problemas ni los errores.
Por todo lo expuesto, solicito el acompañamiento de mis pares a fin de aprobar este proyecto de resolución.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
ASSEFF, ALBERTO BUENOS AIRES UNIR
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
LABOR PARLAMENTARIA (Primera Competencia)