PROYECTO DE TP
Expediente 0217-D-2006
Sumario: DECLARAR DE INTERES DE LA HONORABLE CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION EL LIBRO "MENA", QUE RECORRE LA OBRA ESCULTORICA Y POETICA DE JUAN DE DIOS MENA.
Fecha: 03/03/2006
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 3
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
De Interés de esta Honorable Cámara de Diputados, el libro "Mena", editado en noviembre del 2005 por Editorial El Ateneo, cuyos contenidos recorren la obra escultórica y poética de Juan de Dios Mena, a través del análisis de los editores literarios Mariana Giordano y Francisco Romero, el prólogo de Mempo Giardinelli, la presentación de Eduardo Grüneisen, y 173 fotografías de Ernesto Sijerckovich de tallas en curupí policromadas, autoría de este importante artista de la región chaqueña del país.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Juan de Dios Mena nació en el Chaco Santafesino, donde desempeñó diversas tareas de campo que indicaron su predilección por los temas rurales. Autodidacta, su vocación se despertó en 1932 cuando con un simple cortaplumas trataba de tallar una calavera en el extremo de una vara de guayaibí, madera dura de la región, para usarla como bastón. La proyectada calavera se convirtió en una cabeza de un criollo y siguió, entusiasmado, con otros trabajos pero utilizando el curupí, de madera blanda. A los cuatro años ya se encontraba exponiendo en una sala de la calle Florida de Buenos Aires
Su obra comprende tres etapas fundamentales: la primera, con tallas con aditamentos como telas, fieltros o pelos; la segunda, con muñecos grotescos polícromos y la tercera, con sus "Cristos". También dejó algunas pinturas y un libro llamado "Virolas y otras chafalonías".
Falleció en Rosario, provincia de Santa Fe, en 1954, dejando una importante rastro como militante de la cultura regional, poeta nativista y escultor tradicionalista moderno, según las concienzudas categorías enunciadas por los editores de "Mena".
La particular belleza del libro "Mena" tal vez esté en la necesidad de un registro que plasme el lenguaje del territorio en el que, tanto el concepto como la madera, se imponen. Los excepcionales o inusuales registros en los que el arte de los "hijos del país" construyen el testimonio de la presencia, del estar en el mundo del indio, del tape, de la china intentan recomponer en parte las profundas asimetrías en que la historia de las relaciones culturales en el país del interior fueron construídas.
El oficio, el gesto, la postura, las actividades de la vida cotidiana, que como excepción cambiaron la forma original de la madera curupí en la obra de Mena son detenidamente analizados por la Dra. Mariana Giordano, en su totalidad y en una cita particular sobre cada pieza, apreciable a través de una impecable serie de fotografías que complementan la tarea y posibilitan acceder a la intencionalidad y delicadeza del artista.
La insistencia en los cristos, síntesis tal vez de un sincretismo sin salida, endurecido, que remite en el rostro tallado, en la caída, el derrotero de quienes se han criado conociendo profundamente la madera nativa en la que Mena trabajaba, nos habla de un artista de profunda empatía en el pueblo que lo cobijara.
Mariana Giordano lo reconoce diciendo: ".... el sabor telúrico de su obra, lo que el consideraba el verdadero ser argentino que estaba en su gente, fue representado con una originalidad, con una técnica que paulatinamente fue perfeccionando y con un sentido del objeto escultórico que hace caso omiso de la escala. Todo ello transforma su obra en un caso raro en la historia del arte argentino.
"Mena" también recupera el texto del poeta Juan de Dios, a través del análisis literario de Francisco Tete Romero, que inspirado en las letras del norte apela a un telurismo, que guía el sentido de la vida del artista y construye una paciente estructura literaria, que da como resultado su libro "Virolas..." .
El valor del artista es considerado con prepotencia por Francisco Romero cuando compara la "majestad insular, irreverente, de sus tallas" con la "reescritura tan cuidada" de su poesía, "como la de un orfebre que en su pequeño taller pule sus recuerdos".
Mena expresó - aún expresa en la vigencia de su obra- nuestra cotidianeidad y sentido de pertenencia, para decirlo en sencillo: nuestra cultura popular.
A él se ha dedicado ya uno de los más importantes críticos de arte argentino, Cayetano Córdoba Iturburu, en el texto que a continuación pongo para la consideración de los Sres Diputados, y que aporta a una estimación de la importancia de la obra de Mena y, por ende, de un libro dedicado a ella.:
JUAN DE DIOS MENA, IMAGINERO POPULAR
En el ámbito de las artes de la Argentina, o, de manera más precisa, dentro del panorama del desenvolvimiento de nuestra escultura, la personalidad y la obra de Juan de Dios Mena constituyen un caso único, de perfiles originales y exclusivos. Es el caso de un instintivo o, mejor, de un intuitivo absoluto que un buen día, a los treinta y tantos años de su edad, se descubre, no sin cierto asombro, condiciones de modelador y a la vuelta de no mucho tiempo se ve rodeado, en su improvisado y sumario taller, de una multitud de pequeñas y sugestivas tallas en madera, salidas de su fantasía y de sus manos, que suscitan el interés, la curiosidad y la admiración de las gentes.
Mena, hombre de vida rica en acontecimientos y, desde luego, nada fácil en sus comienzos, jamás había soñado en ser artista. Dio sus primeros pasos, se hizo muchacho y luego hombre, en el ámbito de los trabajos modestos de un medio rural de su provincia nativa de Santa Fe y en el Chaco. Fue primero peón de estancia, más tarde mayordomo de un establecimiento agropecuario, después, en la ciudad de Resistencia, empleado y encargado de un bar.
Cierta vez, en la época en que trabajaba en el campo -esto ocurrió en 1932- un amigo suyo, un carrero entrerriano, le llevé una hermosa estaca de guayaibí, dura y pesada madera de la zona, con el generoso propósito de que se hiciera, con ella, un bastón. Mena agradeció el regalo y pensó que sería interesante hacerle, a aquel bastón, una empuñadura original. Sacó su afilado cortaplumas y empezó a desbastar uno de los extremos de la estaca movido por el extraño deseo de tallar, allí, una calavera.
Pero a poco andar advirtió, muy divertido, que lo que estaba surgiendo de su trabajo no era una calavera, sino la cabeza, de fisonomía burlona, de un paisano. Esta cabeza inesperada, primaria y rústica, pero fuertemente expresiva, fue su primera obra y constituyó, en su vida, un acontecimiento decisivo. Estimulado por aquel éxito, sintió la necesidad imperiosa de intentar la realización de otras figuras. Pero la madera de guayaibí era muy dura, muy difícil de trabajar. Necesitaba otra madera, algo más blanda, más dócil, menos rebelde a las posibilidades de la talla. Se fue al monte donde, por cierto, no faltaban árboles dotados de todos los tipos imaginables de madera. Encontró, por fin, uno que le convenía -el curupí- un árbol desdeñado precisamente por su blandura, por su ligereza, por la facilidad con que se quema y que no sirve, por consiguiente, ni para la construcción ni para los fogones porque se consume, en el fuego, con demasiado celeridad. En aquella madera, maleable como la cera para el filo de sus cortaplumas, Mena inició el vasto friso de su obra de imaginero popular. Jamás supuso, desde luego, que aquello pudiera asumir, alguna vez, la jerarquía de una labor artística.
Sus temas, desde el comienzo, fueron los mismos a los que habría de consagrar sus preocupaciones a lo largo de la totalidad de su curiosa trayectoria. Le interesaban los tipos humanos que lo rodeaban; sus perfiles pintorescos y a veces desconcertantes, en oportunidades divertidos y no raramente conmovedores. Los veía como habría de verles siempre, con ojos burlones y en cierto modo enternecidos.
Sus tallas iniciales, hechas para divertirse y para divertir a sus amigos y sus compañeros de trabajo, tenían un acento más caricaturesco que las de sus etapas posteriores. Para acentuar esos aspectos revestía sus figuritas con trozos de fieltros y de telas de colores y las adornaba con pelos. Sus recursos de modelador, en esa época, eran sumamente reducidos. Cierta rigidez formal, resultado de su técnica primaria, caracteriza aquellas primeras obras suyas.
Pero quien tiene un mundo que revelar encuentra, en arte, el camino de la expresión necesaria, es decir, el vocabulario indispensable. Mena lo halló. Cuatro años después de su primera experiencia, esto es, ya en 1936, instado por sus amigos, incondicionales admiradores suyos, Mena hace su primera exposición en Buenos Aires, en una galería de la calle Florida. Todavía acude a los fieltros, a los trapos y a las pelambres de distintos orígenes para completar sus figuraciones. No ha de tardar en abandonar, por lo demás, estos recursos de imaginero elemental. Pero su expresión ha evolucionado de manera considerable. Es ya un modelador muy hábil y, sobre todo, expresivo.
Cuando en 1940, en la Exposición Feria del Chaco, realizada en la Sociedad Rural de Buenos Aires, se vuelven a ver obras suyas entre los productos de la más diversa índole del rico territorio- Mena es ya algo más que un amateur bien humorado e ingenioso o un principiante prometedor. Es un escultor, un tallista ante cuyas obras los entendidos más inteligentes se detienen no poco sorprendidos.
No tuvo Mena otro maestro que su batalla cotidiana con la madera a lo largo de años de trabajo intenso y apasionado. Ni vió, siquiera, mucha escultura. Sus conocimientos, en este orden de cosas, fueron sumamente limitados. No viajó, tampoco. No recibió, por consiguiente, otras lecciones que las dictadas a su inteligencia vivaz por la observación directo y penetrante de la naturaleza y por una intuición sorprendente que le indicó, con ese instinto seguro del rumbo que es una virtud inalienable del gaucho, el camino, en su arte, de lo bueno, lo verdadero y lo bello.
Así se construyó él mismo, su estética y su técnica, su mundo, su expresión, personalísima, su exclusivo lenguaje plástico. Con esos elementos realizó la vasta obra que llenó de afanes, de tropiezos, de hallazgos felices y de satisfacciones artísticas, los veintitantos años corridos desde su primero talla para la empuñadura de un bastón de guayaibí, en 1932, hasta los finales Cristos criollos, casi cubistas, casi románicos o góticos, de 1954, el último año de su vida, el año en que cerró los ojos para siempre, en Rosario, la gran ciudad de su provincia natal de Santa Fe.
Si se considera la obra de Mena a la luz del desenvolvimiento de la escultura argentina o de la evolución de la plástica de nuestro tiempo, se advierte -como se deja dicho al comienzo de estas consideraciones- su absoluta exclusividad. Poco tiene que ver esta obra con esa evolución o aquel desenvolvimiento. La originalidad es el signo que la preside. No diremos que una originalidad absoluta e intemporal porque nadie escapa, nadie puede escapar; es evidente, a la gravitación de su tiempo. Pero, dentro de tales limitaciones, esa originalidad, en el caso de Mena es considerable.
Nadie en la Argentina -a no ser en algunas páginas de su literatura- había afrontado el tratamiento artístico de los tipos humanos de las capas populares que inspiraron al artista. Son esos tipos las pobres gentes de los rancheríos pueblerinos, de los alrededores polvorientos de nuestras ciudades provincianos. Es gente no poco grotesca muchas veces, en oportunidades ridícula, con frecuencia deforme, casi siempre absurdamente pobre. Mena las miraba con cierta zumbona socarronería de gaucho viejo; pero sin malevolencia. En realidad los miraba con un trasfondo de ternura del que no está ausente, del todo, cierta transparencia de lágrimas.
La audacia de los deformaciones expresivas con que Mena trataba sus figuras, en procura de la acentuación de sus caracteres formales y sicológicos, esa audacia burlona, irónica, risueño o conmovida, lo aproxima, a veces, a una visión caricaturesca, pero más lo acerca a esa concepción expresionista, de ahondamiento zahorí en lo humano, en que fueron maestros Hiorónimus Bosch o Gayo, Daumier o Gutiérrez Solano, es decir, los artistas del rumbo estético de penetración en ciertos aspectos desconcertantes del hombre.
A través de las distancias creadas por el tiempo, las estaturas y la diversidad de sus proyecciones estéticas, esos grandes artistas y nuestro gaucho chaqueño-santafesino se dan la mano.
El amor al hombre, su percepción risueña, tierna o emocionante de su fragilidad y de sus debilidades, a veces grotescas, los une. Tal vez la ingenuidad que faltó a aquellos le sobre al nuestro. Pero la ingenuidad, en arte, no deja de ser un valor significativo.
Animado por el espíritu límpido y puro, diáfano, de esa ingenuidad primaria y con el instrumento de una visión y de una técnica que se fueron depurando, con los años, hasta llegar a síntesis expresivas de un atrevimiento sorprendente y, por tanto, de una actualidad plástica, de una modernidad tan incuestionable como la de sus bellos Cristos finales, Mena, el gaucho Mena -así lo llamaban sus amigos- realizó una obra de tallista, de imaginero popular, única en nuestro medio, de un enorme interés para los argentinos y de un interés no menos considerable, nos parece, para cualquier persona de cualquier parte de la tierra a quien no sea ajeno lo humano contemplado a través de una visión original y directa, despojada de pedanterías, palpitante de verdad y de amor a quienes, en el reparto de las cosas del mundo, han sido menos favorecidos por el destino.
Cayetano Córdova Iturburu
Por estas razones, solicito a los Señores Diputados acompañen con su firma este Proyecto.
Firmante | Distrito | Bloque |
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MENDEZ DE FERREYRA, ARACELI ESTELA | CORRIENTES | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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CULTURA (Primera Competencia) |
Trámite en comisión (Cámara de Diputados)
Fecha | Movimiento | Resultado |
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31/05/2006 | INICIACIÓN DE ESTUDIO | Aprobado sin modificaciones con dictamen de mayoría y dictamen de minoría |
07/06/2006 | DICTAMEN | Aprobado con modificaciones como proyecto de resolución |
Dictamen
Cámara | Dictamen | Texto | Fecha |
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Diputados | Orden del Dia 0448/2006 | CON MODIFICACIONES; LA COMISION ACONSEJA APROBAR UN PROYECTO DE RESOLUCION | 27/06/2006 |
Trámite
Cámara | Movimiento | Fecha | Resultado |
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Diputados | CONSIDERACION Y APROBACION | 19/07/2006 | APROBADO |