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PROYECTO DE TP


Expediente 0194-D-2007
Sumario: SOLICITAR AL PODER EJECUTIVO DISPONGA RESTABLECER EL NOMBRE DE ENRIQUE SANTOS DISCEPOLO A LA SALA TEATRAL SITA EN LA CALLE CORRIENTES 1659 DE LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES.
Fecha: 02/03/2007
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 2
Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:


Que vería con agrado y suma satisfacción que la Legislatura de la ciudad Autónoma de Buenos Aires dictara la norma jurídica necesaria para restablecer el nombre de Enrique Santos Discépolo a la sala teatral sita en la calle Corrientes nº 1659 de esa ciudad, circunstancia que deberá ser puesta en conocimiento de las autoridades de dicha legislatura y de las presidencias de los bloques que la componen, por la Presidencia de esta Cámara.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Uno de mis primeros proyectos en la nueva etapa que comienzo en esta Honorable Cámara de Diputados, consiste en la reproducción de una iniciativa mi autoría direccionada a reivindicar la memoria de don Enrique Santos Discépolo cuando se cumpliera en centenario de su nacimiento, ya que al subsistir los motivos que dieron origen a la misma, su aprobación por parte de este cuerpo legislativo, puede contribuir a remover los obstáculos que se oponen a su superación.
En aquella oportunidad manifesté y estimo prudente aquí reproducirlo en su literalidad:
“Haciéndome eco de una inquietud de los señores Tony Spina y Mariano Lapeyre propicio la aprobación del presente proyecto de declaración en atención a los fundamentos expuestos por los mismos y distribuidos en la red nacional y popular gaucha, que seguidamente se desarrollan:
"Un sinnúmero de homenajes se realizaron, durante este año Discepoliano, recordando el centenario del nacimiento de Don Enrique Santos Discepolo, y los cincuenta años de su irreparable ausencia física.
Pero el que tal vez constituya uno de los mayores actos de justicia con el querido Mordisquito, duerme el sueño de los justos.
En diciembre de 1973 un gobierno democrático, por ordenanza Nº 28.720 impuso el nombre del genial poeta, actor y dramaturgo a la sala teatral ubicada en la Avenida Corrientes 1659, lugar indicado para recordarlo ya que sobre ese escenario Discepolo realizo su, tal vez, mayor éxito teatral: "BLUM".
Pero llegó aquel negro 24 de marzo y con él las desapariciones, la censura y las listas negras; el representante en la ciudad de la dictadura, Osvaldo Cacciatore, dictaminó que no había razones para que el nombre de Enrique Santos Discepolo fuera recordado desde una sala teatral, y el 5 de abril de 1978 derogó aquella ordenanza.
Para reparar este latrocinio, el legislador porteño Eduardo Valdés, presentó en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires un proyecto para restituir el nombre de Enrique Santos Discepolo a dicha sala.
La reimposición del nombre del gran Mordisquito a este teatro es un acto de verdadera justicia, habida cuenta de la vigencia de su filosofía, reflejada en sus letras, hoy que "da lo mismo el que labura, que el que vive de los otros o esta fuera de la ley".
Si bien el drama de la deuda externa, el flagelo de las drogas, el lavado de dinero no los vivió Discepolo, no se puede negar que ha profetizado con su famoso "en el 2000 también" lo triste de la hora que nos toca vivir.
Esta lucidez, sumada a los valores estéticos de su obra, son las motivaciones que me llevan a impulsar este proyecto.
Considerando que el año Discepoliano es la oportunidad para hacer efectivo este acto de justicia, tenemos la esperanza de no tener que decir -como Homero- "Vamos que todo duele, viejo Discepolin."."
Para ampliar el desarrollo sobre el quehacer e ideario discepoliano, consultamos al Doctor Eduardo Giorlandini, destacado abogado de la ciudad de Bahía Blanca, profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad Nacional del Sur y especialista en lunfardo e historia del tango, miembro de la Academia Porteña del Lunfardo y autor de la letra del tango "Aguja Brava", que musicalizara e interpretara maravillosamente el inolvidable Edmundo Rivero.
Eduardo Giorlandini, con la generosidad y desinterés que lo caracteriza, nos puntualizó que personalmente él no identifica a "Mordisquito" con Discepolo, sino considera que "Mosdisquito" es el personaje con quien dialogaba Discepolo y para quien representaba la oposición, a la cual refutaba en dichos diálogos, con esa salvedad, nos ofreció toda su colaboración y nos facilitó algunos textos de su autoría, cuya transcripción permiten dimensionar adecuadamente la valía discepoliana y contribuyen a dar acabado fundamento al presente proyecto, motivo por el cual estimamos conveniente transcribir algunas de sus partes:
"Buena junta: Discepolín y Filiberto. Dos almas distintas hicieron la junción para una buena cosa y fue una buena junta. Fue en el final de la década de los años 20. Discepolín tenía 28 años, Juan de Dios Filiberto (Oscar Juan de Dios Filiberti, su nombre de familia) 44; Enrique Santos, del barrio del Once y Filiberto de La Boca, uno, mentó "Suelo Argentino", "De mi tierra", "El Ramito", "Caminito" y "Clavel del Aire"; y el otro, "Yira Yira"., "Que vachaché", "Cambalache", "Que sapa señor" y "Esta Noche me Emborracho". La mujer de Discépolo -Tania - destacó que tenían una manera disímil de entender el tango y: "Con todo, el difícil parto de "Malevaje" dio una criatura hermosa". Más todavía, digo: estuvieron unidos en Buenos Aires, el tanto y el inocente y pacífico anarquismo azulejo, un atisbo de romanticismo con corazón de arte y una profesión escondida de huelguistas. Empero, hicieron obras, protestas y amores sembrando melodías y mensajes para un tiempo lungo y embarullado como la vida misma envuelta en entreveros y pasiones. Juan de Dios fue un músico dedicado al tango, se afirmó; Enrique Santos, un poeta tanguero. Uno dibujó paisajes; otro almas dolientes. Ambos receptaron el influjo del malevaje de la incipiente megalópolis." (Eduardo Giorlandini, Chamuyando sobre letras de tangos y milongas, Editorial Raigambre)
El mismo autor, hace una análisis comparativo de Discépolo y Manzi en los siguientes términos:
"A lo mejor parece innecesario el comentario, pero deberíamos marcar el paralelismo que existe entre el itinerario de Manzi y Discepolín. NO por nada van en yunta los versos de Héctor Méndez que escribió para el tango de Aníbal Troilo "Yo soy del treinta", donde escuchamos: "Yo soy del tiempo que me enseñaron Muiño y Alippi lo que es vivir. Y desde entonces con ellos quiero a Homero Manzi y Discepolín"
Ambos, poetas y letristas de tangos. Vivieron el mismo tiempo, en el mismo escenario. Los dos sirvieron causas populares, cada uno a su modo, y los dos víctimas del colonialismo cultural que los perpetuó como hombres de tango y no como hombres de ideas, sentimientos y filosofía argentinista con que se sirve a la cultural y al mismo pueblo...
El pensamiento de Discepolín, fundamentalmente, está contenido en sus letras; se trata de literatura comprometida, de protesta social; son algunas canciones contestatarias... Esa tónica lo convirtió en "el filósofo de Buenos Aires". Pero en verdad, describe realidades, muestra la estructura espiritual de la gente, sus costumbres, sus hábitos su moral." (Eduardo Giorlandini Y aquellos troesmas del tango, Editorial Raigambre)
Finalmente, el destacado jurista y escritor bahiense, destinado específicamente a servir de sustento al presente proyecto, desarrolló los siguientes conceptos:
"Hay motivos en el quehacer legislativo, por los que la búsqueda de iniciativas tendientes a solucionar los problemas que informan sobre las dramáticas situaciones que atraviesa la comunidad, ceden un espacio con sensibilidad argentinista para remozar afectos, sentimientos y ternuras infinitas, que son representativas del ser nacional, del que la creación popular tiene su impronta.
La patria se fue haciendo también con el criollismo del arte popular, se trate del teatro, la poesía, la música, el cine y de modo especial el tango. En todos los casos, fueron itinerarios recorridos por Enrique Santos Discépolo, con extraordinaria aptitud y talento.
Su drama de niño sin padres, fallecidos a poco andar en la vida, hizo de él un pibe tímido, triste, solitario. Su rebeldía juvenil lo acercó a la ideología libertaria, a abandonar los estudios regulares para asumir la educación vital de la circunstancia humana, donde absorbió psicologías individuales con dramas de angustia, calamidad y frustración.
Más que un intelectual, más que un erudito, más que un ilustrado, Discepolín - autor teatral, compositor, actor, director de cine y teatro, y por excepción de orquesta - se convierte con sus letras de tango en el filósofo que expresa con libertad y universalidad el estado del alma doliente y su ligazón con los valores permanentes e inescindibles de la naturaleza de la criatura, esa misma que constituye su prójimo en el ámbito de una ciudad, que el conoció y frecuentó como una necesidad imprescindible de su individualidad, engarzada en el mundo exterior y en el grupo humano, pero penetrando en el fuero íntimo para auscultar las gigantes del alma o indagar los misterios de la vida.
Solidarizado con los otros, en los tiempos de una década calificada de "INFAME", se sumó a la actitud de protesta a través de la letrística del tango, en actitud más humanista que materialista, y todavía más moral y digna que la versería conocida hasta el momento, con fuerza llegadora e incontenible y escribió con rigor y vigencia actual, lo que el pueblo no deja de cantar:
"Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente, ya no hay quien lo niegue"
Y como cumpliendo su vaticinio, la maldad generó en la dictadura la necesidad de derogar una norma que había impuesto el nombre de Enrique Santos Discépolo a la sala teatral en que su labor tuvo mayor trascendencia.
La reivindicación que implica restituir su nombre, tiene el respaldo de la significación de Discepolín en nuestra historia.
No se trata de un hecho político. No se trata de una adhesión del genial autor al Movimiento Nacional y Popular de la década de 1940, previa a su muerte. Se trata de un hecho superlativo cultural, de una cultura nacional y popular, pero esencial y profunda.
Esta restitución, es poco decir y menor producto, como acto de gobierno y administración, aunque tenga señales espirituales y afectivas, pues merece todavía mucha más, porque su queja se acerca a Dios. Discépolo es el autor de letras que más se acerca a la Fe, a la mención de Jesús y de Dios y en ellas se nota ostensiblemente que la esperanza se ausenta en el sentido del espíritu, pero se aferra al Señor desde la consternación y el abatimiento, lo cual vale más porque se aleja de la ética utilitaria, de una cierta forma de esperanza pragmática, carente de ideales o utopías, tal como gráfica este fragmento de una de sus letras:
"Aullando entre relámpagos, perdido en la tormenta de mi noche interminable, Dios, busco tu nombre...".
Por ello, propiciar que se restituya su nombre a la sala teatral de la calle Corrientes nº 1659 de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, es una forma de hacerse eco del clamor popular." (Eduardo Giorlandini, inédito)"
Los sólidos argumentos desarrollados precedentemente, sirven de sustento a la viabilidad del presente proyecto, ya que si bien es cierto que corresponde a la Legislatura de la ciudad Autónoma de Buenos Aires el dictado de la ordenanza que restablezca el homenaje a que me he referido supra, nada obsta a que este cuerpo legislativo, que en gran medida es la caja de resonancia del sentir de la población de toda nuestra extensa geografía, declare su interés y satisfacción en que ello ocurra y así se lo haga saber por la Presidencia del mismo a las autoridades de la Legislatura de la ciudad y a las Presidencias de los bloques que la componen, por todo lo cual solicito a mis pares que me acompañen con su voto en la aprobación del presente proyecto de declaración.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
ATANASOF, ALFREDO NESTOR BUENOS AIRES PERONISTA FEDERAL
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
CULTURA (Primera Competencia)