PROYECTO DE TP
Expediente 0086-D-2011
Sumario: DESIGNAR "OBISPO CARLOS PONCE DE LEON" AL TRAMO DE LA RUTA NACIONAL 9 QUE UNE SAN NICOLAS DE LOS ARROYOS, PROVINCIA DE BUENOS AIRES CON ROSARIO, PROVINCIA DE SANTA FE, QUE ACTUALMENTE LLEVA EL NOMBRE DE TENIENTE GENERAL PEDRO EUGENIO ARAMBURU
Fecha: 02/03/2011
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 2
El Senado y Cámara de Diputados...
Artículo 1º.- Desígnase con el nombre
"Obispo Carlos Horacio Ponce de León" al tramo de
la Ruta Nacional N° 9, entre las ciudades de San
Nicolás de los Arroyos y Rosario.
Art. 2º.- Comuníquese al Poder Ejecutivo,
etc.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
I. ¿Un homenaje al
terrorismo de estado?
En el año 1978 se inauguró el tramo
desde San Nicolás de los Arroyos a Rosario construido por la empresa Semaco a partir
del 10 de marzo de 1972. Este tramo se denomina "Teniente General Pedro Eugenio
Aramburu" por Decreto Nº 2.146/1979, publicado en el Boletín Oficial del 10 de
septiembre de 1979:
Importa señalar que este decreto está
caratulado como homenaje al adalid del derrocamiento de un gobierno popular por los
máximos responsables de la implantación del terrorismo de estado en nuestra
República. Por ello es menester reproducir su texto en forma íntegra, para tener en
claro su fundamentación:
Visto el Expediente T.L. 1923/79 del
Registro de la Dirección Nacional de Vialidad -que cuenta con la adhesión de los
Gobiernos de las Provincias de Buenos Aires y Santa Fe- en el que se recoge la
iniciativa de imponer el nombre del eminente hombre público y militar Teniente
General Don Pedro Eugenio Aramburu a la autopista Rosario - San Nicolás, y
CONSIDERANDO:
Que dicha iniciativa resulta plausible y
digna del mayor encomio por su hondo contenido espiritual, atento a que procura
evocar la figura de un pundonoroso militar e ilustre ciudadano que supo anteponer los
intereses de la patria a sus aspiraciones personales, ofrendando con dignidad su vida
para asegurar el futuro de las generaciones venideras.
Que la designación propuesta al
haberse cumplido el 29 de mayo del corriente año un nuevo aniversario de su
fallecimiento, servirá de justiciero homenaje a la memoria de quién resultó víctima de
los oscuros designios del terrorismo apátrida, como otros tantos mártires que
ofrendaron sus vidas para que los argentinos puedan seguir viviendo en paz.
Que para llevar adelante la
recuperación moral de la República, es propicio y aleccionador evocar a hombres
íntegros que supieron vivir y morir con honor.
Por ello,
EL PRESIDENTE
DE LA NACIÓN ARGENTINA
DECRETA:
Artículo 1° - Desígnase con el
nombre de "Teniente General Pedro Eugenio Aramburu" a la Autopista Rosario - San
Nicolás.
Artículo 2° - Comuníquese,
publíquese, dése a la Dirección Nacional de Registro Oficial y archívese.
VIDELA
Albano E. Harguindeguy
José Martínez de Hoz
¿Fue Pedro Eugenio Aramburu un
"pundonoroso militar"? ¿Es decir, decoroso, honrado, respetable, caballeroso,
cumplidor y formal? ¿Es respetable y cumplidor quién derroca -en clara violación a la
Constitución Nacional- un gobierno elegido democráticamente por la voluntad popular?
¿Es respetable, asimismo, quién preside lo que Rodolfo Walsh tituló como "Operación
Masacre", es decir, los fusilamientos del 9 de junio de 1956 en José León Suárez?
¿Resultó Aramburu "víctima de los
oscuros designios del terrorismo apátrida"? ¿Es decir, de un terrorismo que, al carecer
de nacionalidad, entra en la categoría de "no persona", lo que justifica -no su
juzgamiento ante los jueces de la democracia-, sino la desaparición forzada de
personas, la tortura, las violaciones, el secuestro de niños, los saqueos y las
extorsiones? ¿Todo ello "para que los argentinos puedan seguir viviendo en paz"?
¿Se fomenta "la recuperación moral de la
República" evocando a este militar? ¿Son justamente Jorge Rafael Videla, Albano
Harguindeguy y José Alfredo Martínez de Hoz quienes tienen la autoridad moral para
hacerlo?
II. ¿No le debemos un
homenaje a las víctimas?
Carlos Horacio Ponce de León fue
ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1938. Fue elegido como obispo auxiliar de
Salta, provincia de Salta, el 9 de junio de 1962; y obispo de San Nicolás, el 28 de abril
de 1966, y recibió la plenitud del sacerdocio en el Orden Episcopal ordenándose el 18
de junio, a sus 52 años.
Ponce de León fue el obispo de San
Nicolás de los Arroyos por 11 años, hasta el 11 de julio de 1977, cuando enmascarado
en un siniestro vehicular, es asesinado, conduciendo él mismo su Renault 4S, por la
autovía de San Nicolás a Buenos Aires lo acompañaba su hijo espiritual Victor Martinez;
trasportando "material sensible" sobre casos de violaciones a los derechos humanos,
en la región norte de Buenos Aires.
Consideramos importante reseñar el
calvario que tuvo que soportar el obispo, camino a su asesinato en la Ruta Nacional
9
"Carlos Ponce de León contó que su
diócesis de San Nicolás vivía en un clima de terror: sacerdotes detenidos, a quienes se
interrogaba sobre el obispo, parroquias y casas religiosas allanadas, saqueos y robos
en esos procedimientos, intimidación a los abogados para que no asumieran la defensa
de los perseguidos. El propio Ponce de León fue sometido a humillaciones durante un
allanamiento. También se pegaron afiches en los que se reclamaba su "defenestración"
Cuando el obispo intercedió por varias personas desaparecidas, el jefe del área de
seguridad local, coronel Manuel Saint Amant, le respondió con desdén:
- Voy a hacer
desaparecer a todos los que están con usted, y a usted todavía no puedo porque es
obispo."
Sus propios pares en el Vicariato
Castrense ya se habían encargado de hacerlo "desaparecer" de sus tareas pastorales
en el ámbito militar
"El Vicariato se mimetizó con los fieles
a los que debía asistir. Desde los últimos años de la década de 1960 Caggiano Tortolo
y Bonamín respaldaron a los jefes militares ante las denuncias de obispos como De
Nevares, Iriarte, Alberto Devoto y Ponce de León sobre sus prácticas represivas y la
instrumentación política de la Iglesia. Poco antes del golpe, el Vicariato Castrense
dispuso la cesantía de Ponce de León como capellán en el Batallón de Ingenieros de
Combate de San Nicolás y en su reemplazo envió a Miguel Regueiro."
Pero las amenazas y las connivencias de
sus propios colegas con la dictadura militar no sesgaron su determinación por luchar a
favor de las víctimas del terrorismo de estado. Así, en 1977
"En
preparación de la Asamblea Episcopal que se celebraría en
mayo Ponce de León propuso tratar la situación de los
presos políticos, entre ellos los sacerdotes, y la aparición de
boletines y panfletos insultantes con los obispos que
denunciaban esos hechos"
Lo que sigue
es la trascripción textual del relato que hace Horacio
Verbitsky sobre las circunstancias que rodean el asesinato
del obispo, el posterior tratamiento judicial que se le dio al
supuesto accidente automovilístico y la consiguiente
impunidad del crimen consumado
La esencia maligna
Desde fines de
1976 el cerco militar se fue cerrando sobre el obispo de San
Nicolás, Carlos Horacio Ponce de León. El gobierno seguía
una pista que le parecía autoevidente: Ponce era íntimo
amigo del asesinado sacerdote palotino Alfie Kelly y había
una estrecha relación entre los seminaristas de San Patricio
y los de San Nicolás.
Ponce había
apoyado a los trabajadores de la empresa estatal SOMISA.
del grupo económico Acindar y de la transnacional italiana
Techint, que constituyeron en San Nicolás, Villa
Constitución y Campana un polo de desarrollo industrial y
de luchas sindicales y políticas.
El jefe del Área
132 y del Batallón de Ingenieros de Combate 101, teniente
coronel Manuel Fernando Saint Amant, sostuvo en un
informe al general Suárez Mason que los principales grupos
montoneros y de la Juventud Peronista provenían de la
Iglesia porque Ponce de León había permitido que el
Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo copara la
diócesis. Como parte del genérico enemigo marxista
alineaba a la pornografía, el liberalismo, el capitalismo, los
medios de comunicación, el freudismo, los partidos
políticos, la pobreza, la explotación de las injusticias, la
UNESCO y los derechos humanos.
Saint Amant
clasificó a los sacerdotes en marxistas apoyados por el
obispo, los de la línea intermedia y "el resto". Entre los
pocos aliados mencionaba a un párroco en conflicto con
Ponce de León, a otro expulsado de La Rioja por Angelelli y
al capellán del Ejército Miguel Regueiro. Tenía motivos para
encomiarlo: en 1977 Saint Amant le entregó al bebé Carlos
Fernando Alvira luego del ataque a la casa donde vivía con
sus padres, detenidos-desaparecidos. Regueiro participó en
una operación de chantaje para que los abuelos acusaran a
sus hijas de "delincuentes subversivas". El cura traía al
bebé y cuando los abuelos intentaban tomarlo se lo llevaba.
Si no firmaban, no volverían a verlo, era la amenaza. En
2007, el juez Carlos Villafuerte Ruzo lo procesó por
privación ilegítima de la libertad.
Saint Amant
admitía que los presuntos sacerdotes marxistas no usaban
armas ni integraban la guerrilla y consideraba más
peligrosos a los integrantes de la línea intermedia, cuya
"aparente moderación" no provoca resistencia en la gente y
puede influir en los hijos de buenas familias. Agregaba que
los laicos de la diócesis denunciaron a Ponce de León como
subversivo ante la Nunciatura. Eran los Legionarios de
Cristo Rey y Tradición, Familia y Propiedad. Entre quienes
enfrentaron al
obispo estaba el abogado de SOMISA y luego funcionario
judicial Héctor H. Hernández. Tenía un hermano sacerdote,
Rafael, y era colaborador frecuente de Mikael.
Según Saint
Amant los cargos contra Ponce de León habían sido puestos
en conocimiento de Primatesta. El más próximo colaborador
de Ponce sostiene que Saint Amant era quien lo
amenazaba, lo llamaba "obispo rojo" y le había prohibido
ingresar a la unidad militar.
Gracias a una
cadena de laicos y sacerdotes Ponce de León pudo
adelantarse a Saint Amant cuando comenzaron los
operativos contra sus presbíteros y esperado vestido con
sus atavíos ornamentales en la casa parroquial de Ramallo.
Al invertir la sorpresa que el militar se proponía darle
impidió que se llevaran al sacerdote salesiano Luis Efraín
López Molina junto con la máquina de escribir y un
mimeógrafo requisados, armas subversivas por
excelencia.
Sacerdotes de
las diócesis de Rosario y Paraná, cuyos obispos integristas
Bolatti y Tortolo no mostraban decisión de protegerlos, se
refugiaron en San Nicolás, como el salesiano Roberto
Crocce. Ponce de León también asiló en la casa parroquial
de la Catedral al párroco de Villa Ramallo, José Luis
Arámburu, quien había sido compañero de seminario del
asesinado palotino Barbeito, y la Nunciatura Apostólica
organizó su salida del país. A cargo de la parroquia quedó
el sacerdote Heriberto Sartori. Según la inteligencia policial
también él era miembro del MSTM, aunque
"en Ramallo
no se le conoce actividad hasta el momento y trata de
llevar adelante una política religiosa apacible, sin mayores
alternativas, gozando de cierta aceptación entre los
feligreses".
Es decir, no
importaba su conducta, sino la esencia maligna que se le
atribuía.
Saint Amant
afirmaba que cuando un obispo es traidor a la Iglesia y a su
patria es preciso "obrar sin el respeto que la doctrina
enseña para con el sacerdote", lo cual requiere la "lucidez
intelectual" y el "coraje" que se jactaba de tener. Alarmado
al leer el informe de su febril camarada, a quien conocía de
la promoción 81 del Ejército, Picciuolo le pidió que fuera
prudente con Ponce de León mientras él intentaría una
gestión política. Saint Amant sugirió un toma y daca directo
con el Vaticano: si el papado se llevaba a Ponce de León de
San Nicolás, el gobierno permitiría que se fuera del país un
sacerdote que estaba detenido por su presunta
relación con el
ERP. Como resultado la orden de Sales recibió una
advertencia castrense: si no sacaban a su gente de San
Nicolás, su seguridad no estaba garantizada. Crocce dejó la
diócesis y se fue a Formosa. Los demás salesianos
"conflictuados" recibieron orden de traslado hacia otros
lugares del país. Esto muestra la absoluta imbricación entre
distintas instancias castrenses, bien lejos de la imagen de
descontrol que fomentaba la dictadura para eludir
responsabilidades. Picciuolo también le contó a Saint Amant
que el caso de Ponce de León se había planteado al
cardenal Primatesta y a la Santa Sede. Las primeras
amenazas al obispo fueron postales y telefónicas. Le
anunciaban que se preparara para el mismo destino que
Angelelli. En vez de firma llevaban un ataúd. El chofer y
cuñado de Ponce de León lo escuchó comentar con otros
sacerdotes de la diócesis su preocupación por esas
amenazas. Ponce temía que lo mataran durante sus
caminatas diarias. El chofer le siguió varias veces a
distancia por si necesitaba ayuda, pero Ponce prefería
caminar solo.
También una
patrulla militar se presentó en la casa de la hermana del
obispo, en Navarro, aduciendo que buscaban armas. Varios
colaboradores le pidieron que se fuera del país, pero Ponce
se negó a abandonar su misión. Era él quien se ocupaba de
poner a salvo a sus seminaristas y presbíteros, de
conseguirle cursos en el exterior, empleos y dinero.
Que
parezca un accidente
Antes del alba
del neblinoso 11 de julio de 1977 Ponce de León tomó la
ruta 9 hacia Buenos Aires, acompañado por el soldado
conscripto de la Prefectura Víctor Oscar Martínez, del que
era tutor judicial. En un sanatorio de la Capital Federal
visitaría a varios seminaristas y diáconos de San Nicolás
que habían sufrido un choque y llevaría a la Nunciatura
Apostólica un informe sobre los secuestros y torturas en
San Nicolás y Villa Constitución, de los que acusaba a
Suárez Mason y Saint Amant. No llegó a saber que la noche
del domingo 10 dos policías habían interrogado en la clínica
al padre del seminarista Nicolás Alberto Gómez sobre el
horario en que vendría el obispo.
Veinte minutos
antes de las 7 de la mañana, el Renault 4 de obispo fue
embestido en las afueras de San Nicolás. Una pick up que
venía detrás de un colectivo abandonó la mano contraria y
embistió la puerta del conductor del vehículo eclesiástico.
Luego de una primera atención en Ramallo, Ponce de León
llegó en coma a una clínica de su ciudad con una fractura
de cráneo. Contra la práctica habitual fueron desalojadas
las enfermeras, que no pudieron ver el cuerpo, y
tampoco se
permitió el acceso al médico personal del obispo. La
hermana de Ponce de León quiso verlo pero no le
permitieron pasar. La mujer y su esposo escucharon decir
que no había sido un accidente. Un sacerdote del Obispado
le pidió autorización para operarlo. La mujer asintió, pero
catorce horas después del choque seguían esperando a un
cirujano que nunca llegó desde Rosario. Cuando Ponce
murió, la clínica y la Catedral fueron controladas por el
Ejército y la policía, igual que un año antes en La Rioja.
Otro familiar tocó el cuerpo y comentó que no le parecía
que el choque hubiera sido la causa de la muerte
Los restos del
auto y las pertenencias del obispo fueron retirados por el
canciller y secretario general del Obispado, Roberto
Mancuso, uno de los sacerdotes de la supuesta línea
intermedia, quien aceptaba coordinar con Saint Amant las
celebraciones patronales. El contenido de dos portafolios
que llevaba Ponce no figuró en el sumario y desapareció.
Luis Antonio
Martínez conducía la pick-up F100, modelo 77, rumbo a
Entre Ríos. Lo acompañaba Carlos Sergio Bottini, directivo
de la empresa de negocios agropecuarios Agropolo. El
conductor dijo que la camioneta patinó en la ruta mojada y
se fue a los trompos hacia la mano opuesta. Bottini se
presentó como hacendado y dijo que trabajaba en la
justicia en lo criminal de la Capital. Como era epiléptico el
choque le había producido una amnesia, por la que no
recordaba lo sucedido, explicó. La sede de Agropolo estaba
a pocos metros del Batallón de Inteligencia 601, de
Viamonte 1866, de la Capital. Como regla el Batallón no
permitía que alguien fuera de su control comprara o
alquilara los locales vecinos. El hermano mayor de Carlos
Sergio, Alejandro Atilio Bottini, prestaba servicios en la
Jefatura II Inteligencia, del Estado Mayor del Ejército, cuya
principal unidad operativa era el Batallón 601.
La instrucción
policial y el expediente judicial a cargo del juez provincial
Oberdán Andrín, cuñado del político justicialista nicoleño
José María Díaz Bancalari, fueron de un descuido notable.
Nadie averiguó por qué en la ruta no quedaron huellas de
la supuesta patinada de la camioneta. Jamás se
reconstruyó el choque. Ni siquiera se identificó al colectivo
que venía delante de la pick-up, su chofer ni sus pasajeros.
La niebla también envolvió a los testigos: ninguno fue
llamado a declarar. Es imposible determinar si los destrozos
en el auto de Ponce de León eran compatibles con las
heridas que le costaron la vida. Se ignora quiénes
recogieron el cuerpo del obispo y de qué modo lo llevaron a
la clínica de Rarnallo, de la cual no declaró ninguna
autoridad ni se incorporó documentación alguna. La historia
clínica de Ponce de León desapareció de la Clínica San
Nicolás. El informe sobre la atención que le prestaron no
menciona la fractura de cráneo. No hubo un análisis
externo del cuerpo que mostrara causas evidentes de
muerte ni consta que se haya hecho la autopsia. No existe
ningún certificado médico que consigne los motivos de la
defunción. Fue velado en la catedral de San Nicolás. En
la misa de
cuerpo presente, de la que participaron el nuncio Laghi y
un grupo numeroso de obispos, Zazpe cuestionó al
difunto:
"Reconocer
que fue un hombre de corazón y casi diría de puro corazón
es afirmar un elogio, pero también arriesgar una reserva.
Su vida lleva la impronta de la afectividad y de la emoción,
la exultación y la depresión, la alegría pronta y el
sufrimiento rápido".
En su
testimonio ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición
de Personas el acompañante del obispo dijo que ese día le
gritó a Saint Amant en la catedral:
-Asesino.
Usted es un asesino. Mató a monseñor, como a tantos
otros.
Saint
Amant le apuntó con su arma y ordenó:
-Sáquenlo
de aquí porque le reviento la cabeza de un tiro.
Martínez
fue detenido en la sede de Prefectura.
"Una noche
el suboficial Sosa me esposó las manos a la espalda y me
llevó a un lugar desconocido pues iba con los ojos
vendados presumo que era la sede del Servicio de
Inteligencia del Ejército En ese lugar me golpearon
duramente, hasta desmayarme. Así durante horas. Luego
comenzaron a preguntarme cuáles eran las actividades del
obispo, era comunista, era homosexual, que personas lo
visitaban, a cuantos extremistas había ocultado."
Por eso Víctor
Oscar Martínez nunca fue escuchado por la policía ni por el
juez. Su firma no coincide con la que le atribuye el sumario
policial. Cuando lo pusieron en libertad, pidió refugio en la
Nunciatura porque un prefecto le había informado que Saint
Amant ordenó matarlo. Laghi opinó que más le convenía
irse del país, para lo que no le ofreció ayuda. Martínez
insistió en que no había sido un accidente:
-No se puede hacer nada. La situación es difícil Hay
que dejarlo así -le respondió Laghi. El nuncio le preguntó
por el departamento en San Nicolás que Ponce de León le
legó a Martínez en su testamento y que el Obispado nunca
le entregó. Tampoco a la hermana del obispo le permitieron
ver el testamento. Monseñor Mancuso sólo le entregó un
retrato al óleo de Ponce de León y un papelito según el cual
el obispo "le dejaba rezos a su hermana", deseando "que
Dios la protegiera".
Víctor Oscar
Martínez pudo hablar con Laguna en el confesionario de
Luján, luego de una peregrinación en la que se encontró
con el sacerdote Nicolás Gómez. Según Martínez, Laguna le
negó cualquier ayuda, le dijo que era hombre muerto y que
lo iban a matar donde lo encontraran. El diálogo ocurrió a
solas, pero Gómez confirmó el encuentro con Martínez en
Luján. A pesar del testamento, la vivienda terminó
escriturada en favor del presbítero Pedro Cemesca y el
Obispado de San Nicolás.
En 1978, el
otro Martínez, conductor de la camioneta, fue condenado
por homicidio culposo a seis meses de prisión. Cada vez
que declaró ante la policía y los jueces suministró una
versión distinta.
Una vez dijo
que se topó por sorpresa con el colectivo y clavó los frenos.
Otra, que comenzó a disminuir su velocidad desde treinta
metros cuando lo vio detenerse para que subieran los
pasajeros. Por último, que hizo el rebaje para acelerar y
pasarlo. Nadie se interesó en averiguar el porqué de esos
cambios.
El escueto
expediente ha provocado mucho interés y durante un
tiempo se lo consideró perdido, tal como ocurrió con la
paralela causa federal, que en 1984 fue solicitada por el
Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Del juzgado
federal de San Nicolás la retiró la Policía Federal, pero al
CONSUFA nunca llegó. En 2004, el fiscal federal Juan
Patricio Murray descubrió que el expediente provincial
estaba en manos del entonces defensor federal Hernández,
el intelectual integrista que había enfrentado al obispo. A
pedido de Murray el juez Carlos Villafuerte Ruzo reabrió la
investigación.
La similitud
entre las muertes de Angelelli y Ponce de León coincide con
una característica común a las diócesis de cada uno: tanto
en La Rioja como en San Nicolás había batallones de
ingenieros del Ejército, sus jefes eran amigos y se
mantuvieron en estrecho contacto durante el año que
medió entre los dos crímenes. Saint Amant y el jefe de la
guarnición militar de La Rioja, Osvaldo Pérez Battaglia, se
habían conocido en la adolescencia. Cuando Saint Amant
ingresó al Colegio Militar, en marzo de 1948, Pérez
Battaglia fue su jefe de sección en la Compañía de
Ingenieros. Este ascendiente de un superior sobre su
subordinado se mantiene a lo largo de toda la carrera.
La biografía
oficial del ex nuncio Pío Laghi, en cuya redacción Laguna se
atribuye una parte decisiva, acusa de "extremismos" y
"radicalización" a Ponce de León y Angelelli.
Un
año por otro
El fiscal
también pidió que se tomara testimonio a Laguna, a quien
Laghi envió como administrador apostólico luego de la
muerte de Ponce de León. Laguna se tomó tres semanas
para contestar, lo cual hizo más notable que dijera por
escrito haber sido administrador apostólico de San Nicolás
entre julio y diciembre de 1978 cuando su desempeño fue
entre esos meses pero de 1977. Murray lo denunció por
falso testimonio pero Villafuerte Ruzo entendió que se trató
de un inocente error material que no afectaba la
investigación. La Cámara Federal de Rosario, por voto
unánime de sus seis miembros, revocó esa decisión. Según
el camarista Fernando Barbará cuesta pensar que sea
posible la confusión, ya que la muerte del obispo
conmocionó a la zona por su similitud con la de Angelelli. El
falseamiento de las fechas habría constituido "la excusa
para callar una verdad conocida"' sobre otros aspectos de la
investigación. El juez José Guillermo Toledo agregó que
como Laguna pudo haber tenido alguna responsabilidad por
hechos posteriores vinculados al homicidio, debían excluirse
aquellas
declaraciones
sobre actos propios que pudieran resultar en una
responsabilidad penal porque "la falta es cometida por la
necesidad de salvarse".
Laguna no sólo
cambió 1977 por 1978. También dijo que le había llamado
la atención que el Vaticano tardara tanto en cubrir el cargo,
cuando en realidad su designación se produjo en tiempo
récord. Según el fiscal, al modificar la fecha de su
desempeño pudo alegar que nunca nadie le habló de las
amenazas que recibía Ponce de León ni de otra cosa que un
accidente. Con el mismo pretexto dijo que no supo nada de
los portafolios que llevaba el obispo en el auto, de su
correspondencia epistolar que desapareció del Obispado ni
su testamento, abierto según Laguna un año antes de que
él llegara.
También
desaparecieron las cartas pastorales emitidas por Ponce de
León desde que comenzó la experiencia piloto de represión
a las huelgas de los obreros metalúrgicos. Muchos de los
obreros de las plantas de Acindar y Metcon vivían en San
Nicolás y eran feligreses de Ponce de León, quien llevaba
en su portafolio documentación sobre "desapariciones y
asesinatos durante el terrorismo de Estado".
En una cordial
carta a Laguna, Saint Amant se refiere a "la tirantez de
relaciones" de su batallón con "la anterior conducción
diocesana", habla en forma despectiva de "los curas
progresistas que usted conoce" y los tilda de escollos que
se hace necesario remover "como ya se lo señalara". Uno
de los presbíteros de entonces, José Káraman, declaró que
Laguna se negó a salir en defensa de unos muchachos que
habían sido detenidos, como le pidieron los sacerdotes. "Yo
fui testigo, y lamento haber intervenido para sacar al cura
que quería cagarlo a trompadas." Según el fiscal, la
desaparición de esos documentos puede estar vinculada
"con las causas de la muerte del obispo" y con hechos
posteriores, "para encubrir un presunto homicidio". Así
extendió el campo de sospecha del falso testimonio al
encubrimiento.
El sacerdote
Nicolás Alberto Gómez declaró que Laguna tenía "un grave
prejuicio sobre nosotros", que se correspondía con la
oposición interna eclesial a Ponce de León. Káraman
mencionó una serie de episodios llamativos: que el
Obispado no hiciera ningún juicio por la muerte de su
titular, que la compañía aseguradora aceptara pagar el
siniestro sin investigarlo, que mientras Ponce de León
agonizaba "la Clínica San Nicolás fue rodeada en forma
permanente de milicos" y lo mismo ocurrió después de su
muerte durante el velorio en la Catedral.
"Hasta se
palpaba de armas a los que entraban y yo mismo mandé a
la puta madre que lo parió a un cana que intentó
hacerlo."
Agregó que
Laguna vino a borrar la huella de Ponce de León, de quien
ni quería que sus presbíteros hablaran.
El sacerdote
Marcelo Domenech declaró que Laguna fue "una especie de
inspector". Ponce de León consideraba la posibilidad de que
lo apartaran del Obispado. Por eso había indicado que en
tal caso no perdieran tiempo y nombraran como
administrador a un sacerdote de la diócesis. Pero Laghi se
les anticipó y sin esperar una comunicación del Vaticano
colocó como
administrador
apostólico a Laguna. Domenech también dijo que durante
el velorio la catedral estaba tomada por los servicios de
distintas fuerzas de seguridad, casi todos de civil, lo mismo
que el día del entierro. El sacerdote Marcelo Lisandro Sbaffo
dijo que Laguna hizo perder cinco meses fundamentales sin
investigar qué había pasado con un obispo que estaba bajo
amenazas y que "fue uno de los pocos que defendió a
muerte a sus sacerdotes frente al poder militar". La monja
y docente Yolanda Filomena Berardi relató que Laguna
separó a todas las religiosas de la pastoral diocesana.
Murray considera probada
"la voluntad
política de la jerarquía de la Iglesia Católíca Apostólica de
Roma, en coincidencia con las autoridades de la dictadura
cívico militar, de desarticular la prolífica y comprometida
labor pastoral desarrollada por Ponce de León en esta
diócesis, situación que se agudizó tras su muerte".
No le parece
casual que en ese contexto el administrador apostólico
haya sido un integrante de la Comisión de Enlace "entre el
Episcopado argentino y el gobierno usurpador".
Villafuerte
Ruzo no pudo menos que citarlo a declaración indagatoria,
ya sin la prerrogativa de la respuesta escrita. Pero Laguna
hizo una declaración genérica y se negó a contestar
preguntas. El juez insistió en que no estaba probada su
intención de engañar. Tampoco siguió la sugerencia de la
Cámara rosarina de carearlo con los sacerdotes.
Los camaristas
Barbará y Toledo entendieron que los numerosos
testimonios de sacerdotes sobre el rol de Laguna en 105
días posteriores a la muerte de Ponce bastaban para
procesarlo. Barbará mencionó además las anotaciones de la
libreta de Devoto en la primera plenaria de 1976, en la que
Ponce contó el hostigamiento que padecía y que se relata
en la página 22 de este libro. Laguna estuvo presente en
esa asamblea plenaria de modo que debió escuchar el
mismo informe. Como además dijo que integraba la
Comisión de Enlace entre el Episcopado y las Fuerzas
Armadas y que era un defensor de los derechos humanos,
es de presumir "un interés y compromiso con el tema que
excluye el desconocimiento invocado", dijo. También
consideró inaceptable que el Juzgado Federal N°2 de San
Nicolás funcionara allí donde estuvo instalado el centro
clandestino de detención del Destacamento de Inteligencia
101 del Ejército y pidió una investigación jurisdiccional o de
superintendencia al respecto. Los otros cuatro jueces de la
Cámara Federal ordenaron que Laguna fuera indagado por
segunda vez, para que pudiera defenderse no sólo sobre
las fechas de su desempeño sino también sobre su
pretendida ignorancia de las amenazas al obispo, el
portafolio que llevaba aquel día, su testamento y
correspondencia.
Uno de los
sacerdotes de Ponce de León, Jorge Galli, viajó a Córdoba
para retomar contactos de su época en Montoneros pero
nadie quiso atenderlo. De regreso fue secuestrado y luego
de nueve días en la cárcel de San Nicolás quedó en libertad
vigilada. En sus apuntes autobiográficos cuenta cómo vivió
esos años sombríos:
"No importa
que me despierte a los gritos, soñando que los militares me
vienen a buscar y me corren por los pasillos y los patios de
ese enorme convento. Ni importa (cuando me he
despertado) que en el sueño me miraban con asombro,
inmóviles. otros curas. porque yo iba con un arma en la
mano, y mamá y mis diez hermanos se quedaban helados,
preguntándose ¿qué habrá hecho? (algo habrá hecho). Y
no me importa que me digan desde la jefatura militar de
San Nicolás que no junte gente en la Iglesia, que no junte
gente. Yo me hice cura para juntar a la gente
Galli proponía
una forma de resistencia en la que asociaba la doctrina
cristiana con la peronista.
"Tenemos
que defender la risa y refugiarnos en lo que no nos pueden
quitar, que es nuestra cultura. como Martin Fierro en las
tolderias. [...] Disimulemos como el colla. [...] No nos
arriesguemos porque nos van a matar. [...] Yo soy albañil y
les ayudo a levantar la casa para que no pierdan la
esperanza. [Si] alguna chica quedó embarazada, paciencia.
[...] Ustedes han hecho un peronista más y cada chico que
nace es una esperanza nueva. [...] Quién sabe si este
negrito no es el tipo que suplante a Perón. [...] También
Jesús nació pobre en un pesebre [y] Herodes mató a todos
los chicos, los Santos Inocentes, pensando que entre ellos
estaba Jesús, pero Jesús había entrado en la clandestinidad
y después, aunque no lo querían los poderosos, se lo
tuvieron que aguantar
En la villa
Pulmón (El Campito), donde Galli tenía su parroquia, se
levantó el monumental templo a la Virgen del Rosarío.
"Después
de asesinado Ponce de León, dicen que apareció la Virgen
en un campito, y toda la población va a pedirle milagros. En
una palabra, se dejó de luchar por el prójimo como
proponía el obispo y quienes seguían sus lineamientos, para
esperar sólo la salvación rezando.
El periodista
Carlos del Frade señaló que
"el Vaticano
promete investigar los milagros y en contraposición jamás
emitió una línea respecto de la muerte de Ponce de León.
Somisa pasó a integrar el patrimonio del poderoso grupo
Techint. Más de 8.000 despidos y 174 millones de dólares
en indemnizaciones y retiros voluntarios que sirvieron de
anestesia para los obreros metalúrgicos. [...] La secuencia
de los hechos en San Nicolás es una síntesis de la historia
social del país y de la región: sacerdotes comprometidos -
movimiento obrero organizado - terrorismo de Estado -
ajuste - milagros individuales - anestesia social - olvido y
silencio promovido desde la jerarquía misma".
III.
Consideraciones finales
Es
precisamente para contrarrestar el olvido y el silencio
respecto de la vida, obra y asesinato de monseñor Carlos
Horacio Ponce de León, que propiciamos la iniciativa de
designar con su nombre el tramo de la Ruta Nacional N° 9
que continúa homenajeando a un dictador, a un usurpador
de la voluntad popular, a un asesino.
Firmante | Distrito | Bloque |
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MORANTE, ANTONIO ARNALDO MARIA | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
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TRANSPORTES (Primera Competencia) |