PROYECTO DE TP
Expediente 0074-D-2007
Sumario: REGIMEN FEDERAL DE COMPENSACION POR SERVICIOS MEDIOAMBIENTALES.
Fecha: 01/03/2007
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 1
El Senado y Cámara de Diputados...
Régimen
federal de compensación por servicios
medioambientales
Capítulo I -
Generalidades
Artículo 1: Objeto. LA PRESENTE
LEY ESTABLECE LAS COMPENSACIONES QUE LAS PROVINCIAS DEBEN
RECIBIR POR LOS SERVICIOS MEDIOAMBIENTALES QUE PRESTAN AL
DESTINAR PARTE DE SU SUPERFICIE TERRITORIAL A CONSERVACIÓN
DEL MEDIO AMBIENTE DENTRO DE LOS PRESUPUESTOS MÍNIMOS
VIGENTES EN LA REPÚBLICA ARGENTINA, LA PRESERVACIÓN DE LOS
ECOSISTEMAS Y LA PROTECCIÓN DE LA BIODIVERSIDAD.
Estas compensaciones reconocen el valor de la
conservación “in situ” y retribuyen los servicios medioambientales que prestan al
conjunto de la Nación las eco-regiones autóctonas al representar valores con un alto
costo de mantenimiento y de oportunidad para las distintas jurisdicciones.
Artículo 2º Sujetos. Serán beneficiarias de las
compensaciones dispuestas por esta ley aquellas Provincias que hayan procedido a
ordenar territorialmente su superficie y sometan a distintos grados de conservación
extensiones significativas de tierras representativas de eco-regiones inmersas total o
parcialmente dentro de sus jurisdicciones, en el marco de los presupuestos mínimos
fijados por la Nación.
Artículo 3º. Cálculo y aplicación. Para obtener el
valor de la compensación por servicios ambientales se utilizará un indicador
ambiental de distribución que se determinará mediante un conjunto de variables que
representen la medida adecuada de la prestación ambiental efectuada, en base a los
parámetros dispuestos en el artículo 16 de la presente ley.
La compensación se efectivizará en forma directa
mediante una partida presupuestaria específica, y podrá ser también incluida dentro
de la ley convenio de Coparticipación Federal de Impuestos.
Artículo 4º Servicios comprendidos. Serán
considerados servicios medioambientales aquellos claves para mantener y mejorar la
calidad de vida de los argentinos, sea por:
a) mitigación, reducción, almacenamiento y
secuestro de gases de efecto invernadero, cambio climático y aumento de las
temperaturas;
b) conservación de cuencas hidrográficas
que hagan al régimen normal de las aguas superficiales y subsuperficiales, agua de
consumo humano y de riego, cantidad, calidad y potabilidad de la misma;
c) limpieza y purificación de la
contaminación urbana, tanto del aire como del ambiente en general;
d) preservación de áreas que hagan a la
lucha contra la desertificación, especialmente en lo ateniente a erosión de los suelos,
sea de naturaleza hídrica o eólica;
e) preservación de todas las eco-regiones
de Argentina y que comprendan el conjunto, ya sean terrestres o acuáticas, marinas
o continentales;
f) protección de áreas que por sus
características de excepción sean consideradas prioritarias, como ser:
f.1)
hábitats de comunidades o especies animales amenazadas, vulnerables, raras o en
peligro de extinción, siempre de naturaleza autóctona, ya sea estable o
migratoria;
f.2) que preserven paisajes sobresalientes
que fomenten turismo;
f.3) que constituyan valores antropológicos
o culturales asociados a ambientes naturales; y
f.4) resulten testimonio arqueológico y/o
paleontológico;
g) mantener reservóreos genéticos “in situ”
de especies autóctonas, que permitan la sustentabilidad en el tiempo de las
mismas;
h) brindar ámbitos para el desarrollo de
prácticas de aprovechamiento sustentable de los recursos naturales renovables,
especialmente ligados al modo de vida tradicional de los pueblos originarios y/o
pequeños productores integrados;
i) reserva de paisajes naturales y culturales de
interés para la sociedad en general; y
j) protección del germoplasma de los
cultivos alimenticios prehispánicos, de las plantas medicinales, forrajeras, textiles,
tintóreas, etc. del patrimonio genético nativo.
Capítulo II. Definiciones
Artículo 5º. Presupuestos mínimos. A los fines
de la presente ley, se entiende por “presupuestos mínimos” lo dispuesto en el
artículo 6º de la ley nº 25.675.
Artículo 6º Eco-regiones. A los fines de la
presente ley se entiende por eco-región a un territorio geográficamente definido en el
que dominan determinadas condiciones geomorfológicas y climáticas relativamente
uniformes o recurrentes, caracterizado por una fisonomía vegetal de comunidades
naturales y seminaturales que comparten un grupo considerable de especies
dominantes, una dinámica y condiciones generales cuyas interacciones son
indispensables para su persistencia a largo plazo.
Artículo 7º Marco interpretativo. A los fines de
esta ley se tomará a nivel de interpretación y como referencia general el documento
de la Administración de Parques Nacionales (APN) denominado “Eco-Regiones de
la Argentina” y su mapa y caracterización de 18 áreas para la República Argentina
(Altos Andes, Puna, Monte de Sierras y Bolsones, Selva de Yungas, Chaco Seco,
Chaco Húmedo, Selva Paranaense, Esteros del Iberá, Campos y Malezales, Delta e
Islas del Paraná, Espinal, Pampa, Monte de llanuras y Mesetas, Estepa Patagónica,
Bosques Patagónicos, Islas del Atlántico Sur, Mar Argentino y Antártida
Argentina).
Artículo 8º. Definiciones técnicas. A los fines de
la presente ley se entenderá por:
a) ecosistema: conjunto de organismos
vivientes, cuyos procesos vitales se relacionan entre sí, y se desarrollan en función
de los factores físicos y químicos en los que evolucionan.
b) desarrollo sustentable: el tipo de
desarrollo que satisface las necesidades del presente, pero sin comprometer la
capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas. Es un desarrollo que
mejora la calidad de la vida humana, pero sin exceder a la capacidad de sustento de
los ecosistemas.
c) biodiversidad: variedad y variabilidad
entre organismos vivos y los complejos ecológicos en los cuales ocurren.
d) hábitat: lugar donde vive un organismo.
Puede significar una localización geográfica, pero también un conjunto de
condiciones necesarias para la vida de un organismo o una población.
e) gases de efecto invernadero: son
aquellos que producidos por la actividad del hombre crean condiciones
atmosféricas adversas para el planeta.
f)
resiliencia: es la capacidad de un ecosistema, comunidad o población de retomar la
estabilidad luego de cesado un disturbio. Son resilientes las especies o áreas que son
capaces de sobrevivir y responder a los profundos cambios ambientales verificados
en sus inmediaciones
g) especies paraguas: aquellas especies que
precisan un territorio muy extenso para vivir, por ello, pueden ser usadas como
indicadoras en la planificación y monitoreo de acciones de conservación. Cuando se
conservan poblaciones viables de especies paraguas significa que se está
preservando un hábitat suficiente para numerosas especies que necesitan un territorio
mucho menor
h) poblaciones viables: especies nativas,
que en su niveles naturales de abundancia y distribución, que además tengan la
variedad genética necesaria para seguir reproduciéndose.
i) unidades de paisaje: áreas que albergan un
grupo de especies, comunidades o procesos ecológicos que difieren de otras áreas.
Cada unidad de paisaje tiene condiciones climáticas, un tipo de suelo y grupo de
especies características, por ello para mantener la representación de toda la riqueza
de especies y comunidades naturales de una eco-región es preciso conservar
porciones representativas de cada unidad de paisaje.
j) zona núcleo: bloques naturales bien
conservados y suficientemente grandes para resistir las amenazas que causan la
pérdida de biodiversidad. Estas áreas pueden ser privadas o públicas y deberán ser
manejadas bajo protección estricta y las actividades humanas de impacto negativo
deben reducirse al mínimo.
k) red de corredores biológicos: son
franjas de vegetación natural que conectan entre sí las zonas núcleo y permiten con
ello el intercambio genético de las especies.
l) áreas estratégicas para la conservación de la
biodiversidad: están constituidas por una serie de pequeñas áreas que, aunque no lo
suficientemente resilientes por estar aisladas, pueden jugar un rol estratégico en la
conservación de la biodiversidad al facilitar la implementación de corredores
biológicos o al aumentar la representatividad de las unidades de paisaje.
m) zonas de uso sustentable: son grandes
áreas que actúan como zona de amortiguamiento y conexión que rodea a las áreas
núcleo, a otras áreas de protección estricta y a los corredores biológicos. Estás
áreas mantienen los procesos biológicos y prestan servicios ambientales en
combinación con actividades económicas ambientalmente viables.
Capítulo III. De la restauración de la cubierta
boscosa nativa
Artículo 9º Programa Nacional. Créase el
Programa Nacional para la Restauración de la Cubierta Boscosa Nativa, dirigido a
aquellas áreas destinadas en forma primaria a la conservación y usos secundarios del
bosque y en forma diferida a la producción forestal propiamente dicha, con especies
nativas, no contemplando las posibilidades descriptas para la ley nº 25.080.
Artículo 10º. Areas prioritarias. El Programa
Nacional para la Restauración de la Cubierta Boscosa Nativa deberá priorizar áreas
degradadas que conformen la zona de amortiguamiento y en forma especial los
corredores de conectividad, indispensables para garantizar la sustentabilidad y
continuidad de los ecosistema, evitando la erosión genética que puede devenir de
áreas protegidas aisladas o severamente deterioradas en su composición florística
original.
Artículo 11º. Areas compartidas. El Programa
Nacional para la Restauración de la Cubierta Boscosa Nativa también deberá
priorizar especialmente la restauración de cubiertas boscosas nativas que propenden
a la consolidación de las eco-regiones, que debido a su extensión comprenden más
de una Provincia y su conectividad solo será garantizada mediante prácticas
antrópicas, debidamente coordinadas entre las Jurisdicciones.
Capítulo IV - Obligaciones de las
Provincias
Artículo 12º Ordenamiento territorial. Para
acceder a los beneficios de esta ley, cada Provincia deberá aprobar su respectivo
ordenamiento territorial y disponer las áreas donde será de aplicación este régimen
(zonas núcleo, red de corredores biológicos, zona de usos sustentables y áreas
estratégicas para la conservación).
Artículo 13º Criterios rectores. Los
ordenamientos territoriales de las Provincias deberán adecuarse a los criterios de
presupuestos mínimos de la ley nº 25.675.
Artículo 14º Areas hábiles. Todas las áreas del
dominio y la jurisdicción provincial o municipal, consagradas legalmente como áreas
naturales protegidas, en cualquiera de sus categorías, podrán ser consideradas a los
efectos de las compensaciones establecidas por la presente ley, incluyendo las
reservas privadas.
Artículo 15º Usos específicos. Para acceder a
las compensaciones establecidas por la presente ley, cada Provincia deberá
establecer la afectación específica de los fondos correspondientes a la aplicación del
indicador de compensación ambiental, fijando que los fondos se utilizarán solamente
a los efectos de:
a) mantener o crear los servicios
provinciales de control y vigilancia de las áreas naturales protegidas;
b) compensar a propietarios cuyos
terrenos, por su valor estratégico les sea impedido las prácticas extractivas o los
desmontes para dedicar los terrenos a actividades agrícolas, ganaderas o
forestales;
c) adquirir nuevas extensiones de
propiedades que garanticen los objetivos de esta ley;
d) fomentar prácticas conservacionistas en
las áreas de amortiguamiento entre los productores que integran las mismas;
e) apoyar a los pueblos originarios a
perfeccionar sus dominios y dotarlos de instrumentos que les permitan conservar su
ancestral modo de vida apoyado en la conservación y aprovechamiento sustentable
de los recursos naturales renovables; y
f) capacitar a los habitantes de las áreas de
conservación instruyéndolos adecuadamente en la preservación del medio ambiente,
para que puedan controlar el desmonte indiscriminado. Los mismos recibirán por su
trabajo un sueldo con aportes jubilatorios y derecho a obra social, en retribución a
su servicio a la comunidad, similar a las remuneraciones y beneficios que perciben
los guardaparques que prestan servicio en distintos Parques Nacionales del país.
Asimismo, se les proveerán vehículos adecuados, sistemas satelitales de control,
dinero para combustible y otros elementos necesarios para el cumplimiento de sus
funciones.
Capítulo V - Criterios de reparto
Artículo 16º Parámetros. A efectos de la
determinación cuantitativa de las compensaciones, la autoridad de aplicación
calculará el indicador tomando como criterios objetivos de reparto los siguientes
parámetros:
a) la superficie provincial total relacionada
con el porcentaje de áreas preservadas, la cantidad de habitantes y el tipo y el
número de las explotaciones agropecuarias;
b) la contribución al mejoramiento de la
calidad de vida humana;
c) el grado de cumplimiento de los
presupuestos mínimos establecidos para cada eco-región;
d) la cantidad de eco-regiones
comprendidas en cada Provincia;
e) la relación existente entre la riqueza en
biodiversidad existente en cada Eco-región y la necesidad de superficie efectiva para
sustentar a perpetuidad cada una de ellas, adjudicando una mayor ponderación en el
distribuidor si es una sola Provincia quien deba hacerse cargo de cuidar toda una
eco-región por sí misma;
f) el porcentaje de personas con
Necesidades Básicas Insatisfechas de las zonas rurales de cada Jurisdicción;
g) el grado de conservación en que se
encuentren las eco-regiones; y
h) una relación directa entre las actividades
económicas principales de cada Provincia y su relación con el medio ambiente.
El indicador podrá ser modificado a medida que
las Provincias vayan desarrollando y ampliando su áreas preservadas.
Capítulo VI - De la autoridad de
aplicación
Artículo 17º Autoridad de aplicación. Será
autoridad de aplicación de la presente ley el área de gobierno de mayor rango
jerárquico en la Administración Central que entienda en el tema ambiental de la
República Argentina.
Artículo 18º Consultas vinculantes y gestiones
conjuntas. La autoridad de aplicación, sin perjuicio de su rol y responsabilidad
respecto del presente régimen legal, deberá consultar con el Consejo Federal de
Medio Ambiente (COFEMA) y la Administración de Parques Nacionales (APN):
a) los límites definitivos de las eco-
regiones de la República Argentina
b) las áreas prioritarias de conservación
para cada una de ellas
c) el índice de reparto de las
compensaciones a la prestación de servicios medio ambientales
d) los proyectos y corredores
Asimismo, la autoridad de aplicación deberá, en
conjunto con COFEMA y APN:
a) acercar las partes para discutir y
conformar la conservación integral en aquellas Eco-regiones donde el tamaño exceda
los límites de una Provincia
b) mediar entre las partes por problemas
devenidos de la conservación (o su falta) entre una y otra Jurisdicción.
Artículo 19º Proyectos transfronterizos. La
autoridad de aplicación podrá formular, promover y proponer proyectos de
conservación transfronterizos con los países vecinos y en los cuales cumplan una
parte de su ciclo vital las especies silvestres migratorias.
Artículo 20º Equipo multidisciplinario. La
autoridad de aplicación deberá conformar un área de naturaleza multidisciplinario
entre sus profesionales, expertos y contratados “ad hoc” a fines de monitorear y
controlar el cumplimiento de los objetivos de la presente ley, pudiendo proponer o
aceptar nuevas unidades o formas de manejo.
Artículo 21º De forma. Comuníquese al Poder
Ejecutivo.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
La gran revolución denominada “neolítica” permitió al hombre domesticar y
cultivar las primeras especies vegetales (cereales) y animales, lo que cambió
sustancialmente al ser humano y permitió el nacimiento de su cultura, con la creación de
las primeras ciudades, la escritura, las grandes religiones, etc. Este hecho ocurrió entre
los 8.000 y 10.000 años antes de Cristo, la más conocida es la media luna de las tierras
fértiles en el medio oriente (trigo, cebada, cabras, ovejas) y que dio paso a la cultura
occidental y cristiana. Sin embargo en otras partes del globo se dio el mismo proceso, en
el oriente con los cultivos de arroz y soja, en América con el maíz y la papa y en África
con el mijo, entre los principales cultivos y más o menos en los mismos
tiempos.
Sin embargo, este hecho generalmente
visto y analizado con gran auspicio por todos los historiadores, no tuvo en cuenta una
consecuencia negativa importante que imponía el cultivo y la cría de animales: la erosión
de los suelos, hizo desparecer bosques enteros, alteró las cuencas hídricas y depredó la
fauna hasta ocasionar la extinción local de muchas especies. No por nada los lugares
donde prácticamente “nació” la humanidad y el hombre actual, son hoy verdaderos
desiertos y de “tierras fértiles” solo les queda el nombre, las grandes culturas y la
ciudades más antiguas del mundo han desaparecido, al igual que las primeras ciudades,
pero también aquí cuando llegaron los conquistadores españoles a América, el Imperio
Maya prácticamente había desparecido y sus grandes y hermosas construcciones eran
“devoradas” por la selva, debido a estas prácticas.
En todos los lugares la Revolución Neolítica
trajo cultura, ciudades, filósofos, pensadores, bibliotecas, etc. pero el medio ambiente
sufrió siempre las mismas consecuencias nefastas: ejemplificadas en la erosión de los
suelos. Quizá el ejemplo del árbol más importante del mundo antiguo el “Cedro del
Líbano” que permitió, entre muchas obras, la construcción del Templo de Salomón en
Jerusalén, llegó prácticamente a desaparecer, en 1940 solo quedaban 7 u 8 ejemplares
en monasterios remotos. La frase muy utilizada en las campañas de concientización
ambiental “los bosques preceden a la civilización y los desiertos las continúan” ilustra
precisamente lo que se ha intentado describir muy clara y sintéticamente.
Los autores clásicos dejaron testimonios en
sus obras inmortales de la destrucción de los bosques helénicos y el deterioro de las islas
sobre todo, al ser “lavado” sus suelos hacia el fondo del mar. Sin embargo parece ser
que el primer antecedente de la conservación radica en el quinto edicto del Emperador
Ashoka (274 a.C.) que introdujo el budismo en la India, dando protección a todos los
animales silvestres y a los bosques, con característica de lo que hoy serían verdaderas
reservas naturales estrictas.
En la Europa de la Edad Media, el proceso
de deforestación y eliminación de la fauna, llevó por principios no tan ejemplares como
el anterior, a los monarcas y señores feudales a dictar leyes y formar “cotos de caza”,
donde no tenía acceso el común de la gente. El esfuerzo conservacionista más notables
de estos tiempos más cercano lo dieron los reyes polacos entre los siglos XIII y XVI para
preservar el “uro”, el antecedente silvestre del ganado bovino doméstico y del que
quedaban unos pocos ejemplares tan solo en ese país. Sin embargo la primer “reserva
natural” reconocida es el Bosque de Fountainebleu, de 624 hectáreas, en las afueras de
París, establecida por el Emperador de Francia a influjo de un grupo de pintores.
Pero será el recién desde mediados del
siglo XIX que se comienzan verdaderas cruzadas para crear santuarios de la naturaleza.
En agosto de 1870 un grupo de personalidades, oficiales y privadas, emprendió una
travesía a un lugar remoto y misterioso del noroeste de los Estados Unidos en una zona
montañosa en donde nacen los ríos Yellowstone, Snake y Wind, encontraron una
fabulosa comarca donde profundos cañones fluviales alternaban con estruendosas
cascadas, con suaves valles, con límpidos lagos, sobrecogedores géiseres (fuentes
intermitentes de agua caliente) hermosos bosques y espectaculares manadas de grandes
mamíferos. Ante las especulaciones que se hacían sobre el descubrimiento que habían
hecho, un prestigioso juez de Montana, de nombre Cornelius Hodges, opinó que
ninguna porción de ese territorio debería ser propiedad privada, sino que la totalidad
debería ser preservada, como un gran “parque nacional” perteneciente a toda la
comunidad. Bajo este principio rector, en su figura legal y conceptual nació el Parque
Nacional Yellowstone, por disposición del Congreso de la Unión “dedicado y reservado
como parque público o sitio de esparcimiento para el beneficio y goce del pueblo” siendo
esta la primer idea definida sobre el tema de conservación y preservación.
Los devastadores avances del hombre
blanco en la gran pradera norteamericana y la extinción de algunas especies llevó tanto a
EE.UU. como a Canadá a ir creando sucesivas áreas de preservación. En la ley de
creación del Servicio de Parques Nacionales en los EE.UU., en 1916, se fijó que el Estado
titulaba y se encargaba de hacer cumplir los postulados de la ley, dándosele la misión
“conservar el paisaje y los objetos naturales e históricos y la vida silvestre dentro de
ellos, para que puedan ser disfrutados por la presente y futuras generaciones”
El primer concepto que queda claro es que
se priorizaban áreas de gran belleza escénica, con grandes dimensiones y aún cuando
estas grandes reservas permitían una razonable conservación de los ecosistemas, con sus
constituyentes florísticos y faunísticos, este no es el rol prioritario de estas unidades. El
segundo tópico es que se excluía todo tipo de uso que implicara el consumo de los
recursos naturales y con cuidadosa vigilancia se impedía la invasión de actividades
extractivas, se aseguraba entonces solamente la visita al uso público y sus únicos
desarrollos permitidos serían aquellos necesarios para la atención y comodidad del
visitante. Por lo tanto la preocupación del manejo del medio ambiente silvestre no se
extendía más allá de los límites de los parques, que se convertían en murallas que
aislaran estos “paraísos naturales para regocijo del espíritu”, del degradado mundo
exterior. Se pone en especial énfasis en el goce de estas áreas por el pueblo, no solo se
permitían, sino que se estimulaba su visita, esta insistencia en el uso cultural y
recreativo, ha inspirado a aumentar su valoración pública y con ello encuentra su
principal soporte político. Por último, se destaca que la protección de esos santuarios
naturales quedaban en la más alta autoridad nacional, dado que los estados o provincias
y/o las municipalidades parecían más susceptibles que el gobierno nacional ante las
presiones de intereses locales o particulares. De modo que la idea primera de la
conservación se basa en resguardar lo mejor del patrimonio natural del país, contribuir
al desarrollo de un sentido de pertenencia nacional, desarrollar las comunidades vecinas
al área y ser fuente creadoras de riqueza para el país.
Era tal la degradación de los lugares
vecinos por la antropización “colonizadora” que el “parque”, en este primer concepto, no
encuentra al ser humano en su concepción integral como aliado, sino como un potencial
depredador que había que controlar, vigilar y solamente se le permitía el acceso
(restringido) a determinados lugares de interés público.
El concepto descripto se fue desarrollando
en el Mundo, así, Australia y Nueva Zelanda fueron los primeros en continuar la idea,
Argentina a través del célebre Perito Francisco Moreno en 1903, al donar tierras de su
pertenencia permite la posterior creación del “Parque Nacional del Sur” hoy “Nahuel
Huapi” (primer parque sudamericano) y en 1909 Carlos Thays formula la idea del futuro
Parque Nacional Iguazú, con posterioridad Europa empieza a crear sus primeros parques
nacionales (Suiza, Italia, Polonia). En África la situación fue diferente porque allí sí se
preocuparon ante la rápida desaparición de las inmensas manadas de grandes
mamíferos, Paul Kruger, Presidente de la República de Transvaal, propuso medidas
conservacionistas a fines del siglo XIX y logró que incluso superaran las desventuras de
la guerra de los bóers., (Pongola y Sabié) y hoy conforman el prestigioso Parque Kruger,
le siguieron Kenya, Natal, Tangañyka, etc.
En la segunda década del siglo XX nacen los
primeros parques nacionales de Asia, región donde la economía rural y las altas
densidades poblacionales conforman una escasa posibilidad de reservar tierras para la
preservación, sin embargo primero India, luego Indonesia, Ceilán, Malasia, Camboya,
Filipinas y hasta el superpoblado Japón crea el Parque Fuji que preserva el monte
homónimo, principal rasgo paisajístico de este país. En nuestro país las primeras
concreciones datan de 1934 (cuando realmente se efectiviza la donación del Perito
Moreno) mediante la ley 12.103, que creó la Dirección de Parques Nacionales y que dice
taxativamente “podrá declararse parque o reservas nacionales aquella porciones del
territorio de la Nación que por su extraordinaria belleza, o en razón de algún interés
científico determinado, sean dignas de ser conservadas para uso y goce de la población
de la República”.
Por lo tanto fueron los grandiosos paisajes
naturales los que motivaron la creación del conjunto de parques (1937) que
consolidaron a los preexistentes Iguazú y Nahuel Huapi: Lanin., Puelo, Los Alerces,
Perito Moreno y Glaciares, de grandes extensiones, en zonas de frontera y protegiendo,
casi todos, a la misma eco-región. El entonces Presidente de la Administración de
Parques Nacionales, Ezequiel Bustillo además buscaba mediante inversiones del Estado,
atraer el turismo y fomentar el desarrollo de esas áreas, en función de las disputas
territoriales con el vecino país de Chile y el (escaso) poblamiento de las mismas, y
además con mayoría de familias de esa nacionalidad, por eso se estima consiguió los
extraordinarios recursos que utilizó en forma magnífica para desarrollar las ciudades de
Bariloche, Esquel, El Calafate, etc. Es decir que la preservación formal en Argentina nace
casi como una consecuencia geopolítica, para consolidar áreas de frontera, establecer
gente y preservar magníficos paisajes naturales. Al igual que en los EE.UU. y Canadá no
interesaba tanto la conservación de la rica biodiversidad, sino la preservación de los
paisajes. Debido a esto es que hay eco-regiones preservadas por demás, como los
Bosques Patagónicos y otras que ni siquiera tienen preservación formal en
Argentina.
El concepto de parque nacional fue
ganando prestigio como área protegida eficaz, por la factibilidad de su fórmula y por ser
el destino preferido de los turistas, sin embargo se empezó a visualizar que países
pequeños o demasiados poblados o por otras circunstancias socio-políticas tenían que
flexibilizar el concepto, porque era imposible aplicarlo en su integralidad. En la X
Asamblea General de la Unión Mundial por la Naturaleza (UICN) realizada en Nueva
Delhi en 1969, tras largas discusiones, se definió concretamente a los Parques
Nacionales, pero además se crearon otras formas de conservación. Se dio así el primer
paso hacia nuevas formas de la preservación. Por primera se pensó en el ser humano y
en sus diversas formas de integración con el medio ambiente, especialmente rescatando
las figuras de los vecinos, comunidades locales y los pueblos originarios. De ahora en
más la categoría de parques nacionales, era una categoría más de la preservación y no la
única.
La Unión Mundial por la Naturaleza (UICN)
como máximo cuerpo técnico internacional (no gubernamental) en materia de
conservación, fue estableciendo categorías bien definidas en función de sus objetivos y
regímenes de funcionamiento. Así la Categoría I (Reserva Natural Estricta) es la más
dura y debido a la fragilidad extrema del ecosistema preservado, solo admite
investigación científica regulada, hasta la Categoría IV (Reserva Natural de Recursos
Manejados) en que se permite un uso racional extractivo y sustentable de ciertos
recursos, que posibiliten los desarrollos humanos locales. Recién en 1994 se produjo la
categorización definitiva, que comprende figuras “duras” como la Reserva Natural Estricta
o Científica, los Parques Nacionales o Provinciales y los Monumentos Naturales Nacional
o Provincial y en las figuras más “blandas”, es decir no estrictas, encontramos la Reserva
Natural Manejada, el Paisaje Protegido, las Reservas de Recursos, las Reservas Naturales-
Culturales, las de Uso Múltiple, la Reserva de Biosfera y el Sitio del Patrimonio Mundial.
Hacia 1980 queda ya casi universalmente aceptada como principal razón de ser de todos
los tipos de áreas naturales protegidas, la conservación de la diversidad biológica y de su
medio natural
Pero también se hacía evidente que ni
siquiera los parques nacionales llegarían a conservar su biodiversidad completa si
llegasen a quedar como “islas” rodeadas de tierras intensamente trabajadas por el
hombre y donde se hiciera un uso insustentable de los recursos naturales. Ni siquiera
parece que los más extendidos y grandes lo fueran lo suficiente como para contener
dentro de sí los procesos evolutivos y ecológicos.
En el tercer congreso Mundial de Parques
Nacionales se impuso entonces el concepto de “zonas de conservación” donde el parque,
como área no manipulada, constituía un corazón alrededor del cual se extenderían fajas
concéntricas con un creciente grado de manipulación hacia su periferia. Este concepto
fue adoptado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA-
UNEP) bajo la forma de sus “Reservas de Biosfera”. Aún cuando este modelo permanece
como el ideal al que se debería tender, en la práctica ha resultado difícil de implementar
por la dificultad de lograr, que en las zonas de transición, los aprovechamientos de
recursos naturales sean de tipo sustentable, compatible con la conservación pretendida y
que tales emprendimientos resistan a las presiones económicas que demandan usos más
intensivos. No debe sorprender entonces que la mayoría de las áreas del mundo
designadas como Reservas de Biosfera no estén funcionando verdaderamente como
tales. Y es lo que se observa hoy en nuestro país, a medida que el negocio agrícola se
consolidó (de la soja especialmente) y se contó con una nueva batería de insumos y
tecnologías para producirla en zonas consideradas antiguamente como “no aptas”, el
proceso de agriculturización, con los consiguientes desmontes, se desarrolló en forma
impresionante, poniendo en riesgo no solo montes o selvas, sino directamente eco-
sistema completos, como analizaremos más adelante.
El concepto más nuevo que se está
intentando imponer en el mundo, casi como una expansión de la “zona de conservación”
es el del “ordenamiento territorial” o “planeamiento bio-regional” más amplio aún, que
procura mediante la planificación compatibilizar las necesidades de índole socio-
económica de la población y su expansión demográfica, con los requerimientos de la
conservación. Como se puede ver el pensamiento ecológico-ambiental también sufre
transmutaciones, cambios e innovaciones y el importante avance que se logra es
incorporar al Hombre en su total dimensión en la problemática de la conservación.
El IV Congreso Mundial de Parques
Nacionales, en Caracas, Venezuela en 1992 expone los ajustes conceptuales más
modernos y así en sus recomendaciones se pone énfasis, en que los sistemas de áreas
protegidas tienen como principal objeto la conservación de la diversidad biológica de
cada país. En efecto, entre sus conclusiones principales se halla que “los gobiernos harán
de la protección de la diversidad biológica el principio fundamental para identificación,
establecimiento, manejo y uso publico de los parques y otras áreas naturales
protegidas”. De esta recomendación en nuestro país surgen los Parques Protectores y no
solamente los “Parques estrellas” de preservación de escenarios de gran belleza escénica
y por tal muy visitados por los turistas, nacen así el Parque Nacional Los Cardones, en
Salta, Talampaya en La Rioja, Copo en Santiago del Estero, Sierras de las Quijadas en
San Luis, Quebrada del Condorito en Córdoba, Los Alisos en Tucumán, San Guillermo
en San Juan, etc. que son sitios muy interesantes para el concepto de salvaguardar la
biodiversidad, eventualmente servirán para atraer el turismo, conservar cuencas
hidrográficas, etc. Es decir, se empezó a poner en valor otros conceptos, además del
tradicional de “barrera fronteriza” o geopolítica. También Caracas recomienda procurar
un mejor inserción de cada área protegida con su entorno social, asegurar que las
comunidades locales reciban un trato justo y que sean especialmente beneficiarias de las
oportunidades económicas y de empleo que de las áreas protegidas se deriven. Hace
hincapié que en su planificación se respete las culturas y economías locales y se
promueva la participación comunitaria de las mismas, recomienda integrar mejor las
áreas protegidas en el planeamiento regional y en el manejo de las cuencas hídricas.
Insta a adoptar políticas que hagan del turismo una herramienta de conservación y
asegurar que todos los beneficios (económicos, sociales y otros) generados o derivados
de las áreas protegidas sean debidamente cuantificados y puesto en conocimiento de
todos. En síntesis el IV Congreso recomienda abandonar el viejo concepto de los límites
de las áreas protegidas como punto final del quehacer del manejo de estas y concebir
que su sustentabilidad, así como el cumplimiento de su función, dependen también de la
integración que ésta logre con el medio circundante en lo político, lo económico y lo
social. Y de este importante y novedoso concepto empieza a transitarse un nuevo camino
en lo ambiental, en la forma de hacer ecología y trabajar para un mundo mejor cuali y
cuantitativamente.
De acuerdo a los nuevos lineamientos del
pensamiento ecológico se fueron dando modelos destinados fundamentalmente a
integrar al ser humano a la conservación y sus beneficios y para proteger la
biodiversidad. Uno de los países que mas desarrolla estos nuevos conceptos es la
República de Costa Rica, allí nacen, en algunos casos, las nuevas tendencias ambientales,
con un profundo respeto por las culturales locales y tratando de integrar plenamente, en
todos los recursos que aporta el turismo y otras actividades relacionadas con el medio
ambiente, a los individuos y poblaciones cercanas a las áreas naturales protegidas. Nacen
así los modelos de co-manejo y co-gestión para los Parques, es decir la plena
participación de los “locales” en co-manejar o conducir un Parque y en la co-gestión
específica de un área determinada dentro del mismo. Tanto llega a desarrollar el país
centroamericano estas nuevas posibilidades que también se las conoce como “modelo
Costa Rica”. La creatividad puesta de manifiesto va transformando los “problemas” en
soluciones y la población vecinas a las áreas naturales protegidas, que anteriormente se
sentían desplazadas, casi cercadas o impedidas de entrar en lugares que siempre les
fueron propios, ahora encuentran beneficios, empleo, posibilidades y desarrollo. A tan
alto llegaron en la perfección de estos modelos que conformaron el primer “cluster” eco-
turístico del mundo y con ello llegó una nueva dimensión de ver y analizar la
problemática ambiental y como a través de la misma se encuentran soluciones, en áreas
alejadas, eternamente postergadas, destinada a pueblos que por primera conocen la
equidad social y las posibilidades de capacitarse, de estudiar, de desarrollarse.
Asimismo especialistas ambientales no
teóricos desde lejanas latitudes, sino visitantes del terreno y consustanciados con las
problemáticas locales (el Hombre) van formulando modelos más amplios y
perfeccionando las ideas. Por ejemplo Kenton Miller establece las necesidades que para
conservar un eco-sistema es necesario preservar un área (lo más amplia posible) e ir
rodeándolas de áreas con actividad antrópica reducida (zonas “buffer”), donde las
posibilidades locales estén en directa relación con los beneficios turísticos del “núcleo” en
forma mayoritaria, hasta pasar a áreas netas de cultivos, ciudades, etc. pero para evitar
la “insularización” y la erosión genética de las especies es necesario permitir la existencia
de “corredores” o franjas ecológicas que integren las diferentes áreas protegidas y que
de algunas permitan evitar el aislamiento y el traslado de la fauna y la dispersión de las
semillas de la flora.
Estos conceptos resultan fundamentales a la
hora de formular nuevos modelos porque contemplan la integración de eco-sistemas que
trascienden una provincia o incluso Países, lo que da nacimiento a la posibilidad de
integraciones mayores, a partir de la ecología y la conservación. Nuevamente aparece
Costa Rica liderando un proyecto de este tipo: el ambicioso “Corredor Mesoamericano”
una integración, a través de la ecología, de todos los Países de Centro América desde
México a Panamá, con un complejidad muy grande, con áreas desvastadas por guerras
que duraron años (El Salvador, Nicaragua), problemas de monocultivos de empresas
multinacionales, pueblos y culturas ancestrales que merecen una oportunidad y la
necesaria preservación ecológica de la riquísima biodiversidad existente, pero con el
particular acento y necesario desarrollo de los hombres y mujeres que habitan toda esta
región, porque si se fracasa en esto, se va a fracasar en todo lo otro.
Un enorme desafío, tremendamente
positivo en sus intenciones y que de resultar, tan solo en parte, pondrá al hombre en su
real importancia y brindará oportunidades (hoy inexistentes) para muchos. Siguiendo el
ejemplo para Argentina si se desea y debería ser una prioridad nacional, salvaguardar
todos los ambientes locales, habrá entonces que pensar en integraciones entre provincias
y aún con Países vecinos. Así la Iniciativa Trinacional para salvar el último manchón de
Selva Paranaense del mundo se tendrá que dar con la participación de Argentina (en
Misiones) el Oriente de Paraguay y el Sur de Brasil.
La problemática del Chaco Seco,
comprende por lo menos las provincias Argentinas del Norte de Santa Fe, Chaco,
Santiago del Estero, Formosa, Salta y la República del Paraguay. Y así se podrán
describir un montón más de ambientes más, todos hoy en peligro de desaparecer,
algunos más inmediatamente que otros, pero todos, cuanto menos en riesgo, que se
desenvuelven en Provincias distintas.
Los nuevos paradigmas además de lo
descrito comprenden aspecto como la venta o cobro de los servicios medioambientales
(que siempre se consideraron gratuitos, pero que implican un “trabajo” del ecosistema
preservados) es decir el agua y el aire limpio, la disposición y captura de C02 (dióxido de
carbono) causante del efecto invernadero, etc, con el convencimiento de que los
problemas ambientales son globales, pero las “responsabilidades” son absolutamente
diferenciales, es decir que los grandes países desarrollados, que generan contaminación
deberán tratar de eliminarla, mientras tanto ocurra esto, lo lógico sería que paguen la
conservación y el trabajo de “limpieza” que efectúan las selvas y otros ecosistema del
mundo, ubicados generalmente en sociedades con marcados problemas de necesidades
y pobreza. (Protocolo de Kyoto y posibilidades del Mercado o “bonos” de Carbono).
La problemática del agua dulce y potable se
va tornando cada vez un problema ambiental de difícil solución para regiones enteras del
Planeta, la apropiación de sus fuentes es ya motivo hoy de problemas y futuras guerras.
El turismo responsable y las eco-tasas representan diversas alternativas cuando un
ciudadano del mundo desarrollado desea emprender un tipo de turismo, desde el
convencional hasta las nuevas variantes (rural, ecológico, de aventura, de investigación,
etc.) en áreas prístinas de un país en vías de desarrollo y cuyo uso y goce le serán
posible por el cuidado que han puesto en ellas generaciones de ciudadanos, que no
viven precisamente en la abundancia. Esta posibilidad de disfrutar de un bien natural
único e irrepetible, ¿no amerita un pago correspondiente y diferencial respecto de los
habitantes del lugar?
Por ejemplo, Belice cobra la entrada a ese
país centroamericano, muy bien conservado por otra parte, de 100 dólares americanos
por turista ingresado, en concepto de eco-tasa, que permite ampliar los horizontes de
conservación y mejorar las condiciones de vida de los locales. El turismo responsable,
además de comprometerse a no interferir o degradar el medio ambiente, debe
complementarse con la adquisición de artesanías locales certificadas de autenticidad,
probar la gastronomía típica y todo lo que represente alternativas de vida y generación
de empleo local. Nada de esto es una fantasía, sino saber comprender y valorar lo que
cada uno tiene en su entorno y así como cualquier afortunado del mundo
subdesarrollado que puede viajar, no objeta y de hecho paga la entrada para ver una
obra de Teatro en Nueva York o visitar el artificial parque de diversiones de Disney en
Florida ¿por qué razón no puede pagar un ciudadano del mundo desarrollado por avistar
ballenas en la Patagonia, contemplar la magnificencia de las Cataratas del Iguazú o el
Glaciar Perito Moreno o conocer la particular cultura de la Puna?. Todos son espectáculos
bellos, únicos e irrepetible que tiene su costo para ser cuidado y preservado. Quizás para
avanzar en esto hay que sacarse de encima siglos de pensamiento “dependiente” que
menosprecian todo lo autóctono, mientras que todo “lo bueno” está o viene de afuera.
La bioprospección también resulta una posibilidad y a su vez una amenaza para los
países del tercer mundo, tradicionalmente proveedores de “inventos” de sus recursos
naturales, pero que nunca les tocó parte de los “royalties” que sí cobran quienes se
apropian de ellos y los comercializan masivamente.
Es muy posible que de la preservación de la
riquísima biodiversidad de las selvas del tercer mundo salgan remedios para
enfermedades actuales o futuras o genes para desarrollar nuevas y más armónicas
formas de hacer agricultura ¿pero quién ganará con ello? La curación de un tipo de
leucemia infantil puede ser tratado hoy con mucha seguridad de éxito con una medicina
obtenida a partir de una planta conocida como “Rosa de Madagascar” o “vincapervinca”,
que mientras no genera un solo peso de beneficio para el país de origen de esa especie,
la industria farmacéutica se lleva no menos de 100 millones de dólares por año debido a
este “invento”. Por otra parte la idea no resulta tan descabellada, si un joven del tercer
mundo debe pagar junto con el precio de una prenda de vestir, un pantalón tipo “jean”
por ejemplo, los “royalties” que les corresponden al “diseñador” ¿no es justo que los
ricos ciudadanos del mundo desarrollado oblen debidamente el uso de un remedio
proveniente de la selva amazónica por dar otro ejemplo? ¿y que esto sirva para el
desarrollo de los pueblos originarios de donde proviene el recurso?
Estos nuevos paradigmas, de nombres
“difíciles” reseñados como “co-manejo, co-gestión, corredores naturales, pago por
servicios medioambientales, bonos de carbono, bioprospección, turismo responsable,
eco-tasas, etc. pueden y de hecho deberían serlo, las herramientas para premiar y
permitir el desarrollo con equidad social de grandes regiones del Planeta, que sin saberlo
aportan mucho al bienestar general y muy poco les toca en el reparto global de las
ganancias. Todas ellas pueden ser oportunidades para muchas (por no decir todas) de
las Provincias Argentinas.
Tardó y aún tarda tiempo lograr hacer
entender principios tan elementales como el de acción-consecuencia, quizás esto se deba
a que en nuestra formación profesional, cada rama del conocimiento actúa en forma
independiente, sin asociar, ni buscar interrelaciones que por cierto existen y son parte de
una misma naturaleza. Así para un elemento, por ejemplo el suelo: un agrónomo solo
verá sus aptitudes para el cultivo, un ingeniero vial sus usos como base de un camino,
un biólogo la riqueza en micro y macro fauna, un geólogo las fases de su formación, etc.
siendo que el suelo es tan uno solo. Y más alta es la especialización técnica, a veces
resulta más difícil visualizar el contexto. Por eso cuando los ingenieros hidráulicos vieron
que sus presas se colmataban o “entarquinaban” con tierra no se relacionaba el
fenómeno con la erosión de los suelos de cultivo en la zona de captación de agua del Río
represado. Costo tiempo y esfuerzo lograr poder entender el funcionamiento del
conjunto de la naturaleza. Y aún hoy sigue siendo complicado en su aplicación práctica,
siendo que las consecuencias de acciones desacertadas las pagan invariablemente los
mismos u otros hombres.
Esto es la Ecología, una especie de macro
ciencia que engloba y trata de interpretar todos los fenómenos de la naturaleza. Nacen
de esa integralidad los estudios interdisciplinarios, para combinar la visión desde
distintas especialidades. Y como una forma de prever males mayores todas las obras y
más aún las grandes deben o deberían llevar los denominados “Estudios de Impactos
Ambientales” (E.I.A.) y que conforman una matriz de efectos negativos y positivos,
donde a los primeros deben minimizarse, (mitigarse) a los fines que los gastos
resultantes no terminen en lugar de generar progreso y desarrollo, produciendo
endeudamiento, pobreza y marginación.
Cuando se decide usar, sin consultar a los
expertos, el valle de inundación de un Río, por ejemplo el Salado en la ciudad de Santa
Fe, para realizar viviendas y barrios para gente de escasos recursos, se tendría que haber
analizado el potencial riesgo de una gran creciente y realizar las obras de mitigación, en
este caso las barreras de contención. Pero como en general se tiende a pensar que las
catástrofes ocurren en otro lado, no se llega a dimensionar las consecuencias al
producirse fenómenos no inusuales, aunque si espaciados en el tiempo. Fenómenos que
la naturaleza sí previó, pero es el hombre el que no las respeta debido a que no advierte
las señales de precaución existentes.
Al caer en dos días más de 600 mm. de
lluvia en la alta cuenca de ese Río (Tostado-San Cristóbal) donde la media anual es de
750 mm/año, no es difícil visualizar que esa enorme caudal de agua tenderá a marchar
hacia su desagüe natural y llegará indefectiblemente a la ciudades de Santa Fe - Santo
Tomé, donde está la desembocadura en el Río Paraná. Una falla en las defensas costeras
provocó la catástrofe, que siendo de origen natural, no es de ningún modo un “castigo
de dios” ni una “plaga bíblica” simplemente es que los hombres habíamos hecho mal las
cosas. El Huracán Katrina, en 2005, causado por fuerzas naturales, pero agravado por el
efecto del calentamiento global, llega en forma prevista por los meteorólogos a la ciudad
de Nueva Orleáns y allí produce un verdadero desastre en vidas humanas, en desarraigo,
en infraestructura. ¿Fenómeno natural? Sí, pero por consecuencia directa de falta de
previsión del hombre y la toma de medidas interdisciplinarias.
Es decir que en estos dos ejemplos
consignados, uno en Sudamérica y otro en la principal potencia del orbe, se ve que tiene
el mismo patrón de inacción y en ambos casos los más perjudicados siempre son los
más humildes. Aunque con criterio social y buenas intenciones se les haya pensado
ayudar. Ambos fenómenos eran previsibles y acotables. El Planeta Tierra por primera
vez en su larga historia empieza a sufrir a consecuencia del desacierto de los hombres,
paradójicamente la criatura más evolucionada del sistema.
Antiguamente los desastres eran debido
únicamente a razones de fuerza mayor: terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, etc.
Hoy el propio hombre es el causante de muchas de sus propias tragedias, debido al
calentamiento global, a la destrucción de la capa de ozono, etc. En la Edad Media la falta
de higiene y la presencia de vectores provocaron plagas que llegaron a matar a la mitad
de la población de Europa, al no conocerse el agente casual, solo les quedaba orar y
pedir perdón. La ciencia descubrió posteriormente los motivos y tomados los recaudos
necesarios no volvieron a ocurrir. En muchos de los temas ambientales y tragedias que
diariamente se ven en los informativos de todo el mundo, para un experto en temas
ecológicos, el no haber tomado las medidas de mitigación a tiempo es la verdadera
causa de la tragedia, que obviamente bien podrían haberse evitado, tan sólo haciendo
bien las cosas.
En alguna medida, a pesar de todos los
avances del conocimiento y la ciencia (domesticación del átomo, cohetes tripulados a la
Luna, Internet, etc.) el hombre en temas ambientales, en muchos casos, no logra
sobrepasar a los conceptos de la medicina en la Edad Media.
Quizás el primer efecto que fue tomando en
serio por las Autoridades es la erosión de los suelos, fenómeno totalmente debido al
accionar antrópico. La búsqueda constante, durante varias etapas de la humanidad, de
nuevas tierras de labrantío marca esta tendencia, porque no se visualizaba que lo que se
dejaba atrás (el desierto) era consecuencia directa de haber actuado con malas prácticas.
El descubrimiento de América vino a aportar las nuevas tierras que necesitaban los hijos
de las familias europeas empobrecidas por este fenómeno. En el siglo XIX se produjeron,
como consecuencia de lo anterior, por los menos dos avances sobre la frontera agrícola,
ambos del mismo modo, al mismo costo y llevados a cabo casi simultáneamente: la
Conquista del Oeste Norteamericano y la Conquista del Desierto en Argentina, esto
permitió incorporar a la agricultura millones de hectáreas de tierras vírgenes. En el siglo
XX la gran “aventura” fue el desarrollo agrícola de las “Tierras Rojas” del Sur de Brasil y
Oriente del Paraguay, allí millones de hectáreas fueron desmontadas a fuego para
obtener tierras de cultivo. ¿Será el siglo XXI el fin de la Amazonía y de otros bosques
tropicales para seguir consiguiendo tierras de cultivo?
Hay que tener entonces mucho cuidado
porque entre el 50 y el 90% de las especies del mundo se encuentran en el bosque
tropical y a modo de ejemplo Costa Rica, pequeño país de Centroamérica, con una
superficie similar a la Provincia de Jujuy, tiene una riqueza en biodiversidad mayor que
el conjunto de los enormes países de Canadá y los EE.UU. De continuar los
irresponsables subsidios agrícolas en el Primer Mundo y si este no está dispuesto a pagar
el costo de la conservación y los servicios medio ambientales (Protocolo de Kyoto, Bonos
de Carbono, etc.) es muy difícil dejar de pronunciar la difícil, trágica e irreversible
palabra “extinción”. La falta de aplicación del desarrollo sustentable conlleva a descubrir
el verdadero problema: la erosión de los suelos agrícolas, también produce erosión en
los hombres.
En los EE.UU. el drama humano que
acompaña a la destrucción de los suelos fue narrado magistralmente en la novela “Viñas
de ira”; en nuestro país no se produjo el fenómeno literario, ni la inspiración del autor,
pero no por eso dejó de existir el problema. Las “villas miserias” en Argentina y las
“favelas” en el Brasil representan en su origen el mismo fenómeno: la expulsión de mano
de obra del campo a la ciudad. En los EE.UU. aparece un hombre que sí logra relacionar
causa-efecto y alertar a su propio país y luego al mundo lo nefasto de estas (malas)
prácticas agrícolas y las consecuencias adversas para el propio campesino y para su país.
Este hombre llamado Hugh H. Bennet es considerado el “padre de la conservación de los
suelos” y un grande del siglo XX. Hoy el Hombre a aprendido mucho sobre este tema, ha
encontrado respuestas y si bien subsisten problemas especialmente en los “países en vías
de desarrollo” en general a progresado en la preservación de este recurso vital, de tan
solo unos centímetros de espesor y que procura todos los alimentos que la humanidad
consume.
Por primera vez los especialistas empiezan
a tener una visión de conjunto y hoy el ingeniero hidráulico sabe que para que su presa
no se colme deberá interaccionar con un ingeniero agrónomo y que parte de la ganancia
de la generación de energía, deberá repartirse entre los campesinos vecinos de modo de
que hagan un correcto uso del suelo.
El tema del agua potable es uno de los
nuevos desafíos, ya sea represada para generar energía, contaminada en su paso por las
áreas industriales o por las grandes ciudades, desperdiciada en los lugares de
abundancia, tardó también años en la comunidad hacerse la idea de que si no se
preservan las altas cuencas y las nacientes el déficit de este vital elemento puede ser un
condicionante para el desarrollo humano. Los más ricos podrán adquirir agua mineral,
pero a los pobres no les queda más opción que enfermarse consumiendo lo que otros
ensuciaron. Ya hay en el mundo varios conflictos por las fuentes de agua, y se prevén
incluso alternativas bélicas por su posesión. Otro aspecto que empezó a preocupar a la
humanidad es la desaparición de los bosques y selvas, debido a que enormes porciones
de estos particulares ecosistemas, ricos en biodiversidad y preservadores del agua útil y
del suelo fértil, todos los años se transforman, mediante el fuego, como modo de dejar
tierra limpia para ser cultivadas.
Enormes son los beneficios que aportan los
bosques y selvas al hombre, morigeran el clima extremo, producen el tan necesario
oxígeno para respirar y captan al nocivo dióxido de carbono (CO2) causante del efecto
invernadero, además, de cómo se explicó colaboran en el ciclo y en el régimen de las
aguas y en la estabilización de los suelos. Su desaparición anula todos estos aspectos
positivos y resta los imprescindibles “pulmones” que necesita el Planeta Tierra. La
contaminación y las basuras no biodegradables producen la polución del agua dulce y
salada en ríos, lagos y mares, la basura se acumula en forma impresionante y todo a su
vez se va entrelazando en fenómenos complejos, pero todos desgastando y
consumiendo recursos vitales y poniendo en juego, no ya la extinción de los grandes
mamíferos (ballenas o elefantes por ejemplo), sino la del propio ser humano.
Para finalizar un solo ejemplo bastará para
entender el concepto, cuando en los años ’60 se dio origen a la carrera espacial, los
científicos rusos y de los EE.UU. se veían complicados para enviar un viaje tripulado al
espacio exterior por 5 grandes problemas: ¿cómo hacer para conseguir oxígeno para
que el hombre pueda respirar?, ¿qué hacer para erradicar el dióxido de carbono que si
irá acumulando?, ¿donde y como dotar del imprescindible agua que necesitará el
astronauta? ¿ídem para la comida que consumirá? y ¿como evacuar sus desechos, que
de no hacerlo tornarán tóxico el pequeño ambiente?. Todos estos planteos se
circunscribían a un pequeño habitáculo de una nave espacial. Tan solo 30 ó 40 años
después la Humanidad y la Esfera Azul del Planeta Tierra tienen que resolver, a escala
global, los mismos problemas:
• ¿Cómo se producirán los alimentos para
una humanidad que crece en forma exponencial? Desmonte, erosión de los suelos,
sobreexplotación de los recursos pesqueros, contaminación por uso de agroquímicos y
fertilizantes, etc.
• ¿se conseguirán mantener las fuentes de
agua abundantes y en grado de potabilidad tanto para las necesidades higiénicas y del
consumo de esa misma humanidad? Contaminación, destrucción de las altas cuencas,
usos irracionales
• ¿habrá suficiente oxígeno en la Tierra para
que la Humanidad pueda respirar normalmente?
• ¿cómo hacer para eliminar el exceso de
dióxido de carbono del planeta, gases que producen “efecto invernadero”:
sobrecalentamiento de la Tierra, cambio climático y sus consecuencias?
• ¿cómo hacer para eliminar la basura, los
desechos y los contaminantes en general que provoca la actividad del hombre? Son
problemas en la industria, el agro, contaminación urbana, etc.
Lo que eran entonces cuestiones de
pequeños hábitat artificiales pasaron a ser problemáticas mundiales y si se sigue con la
tozudez y la cortedad de miras, especialmente por parte de las grandes potencias, se está
poniendo en riesgo la propia humanidad y la continuidad misma de la vida y no solo la
calidad de ella. Cada vez queda más claro que nuestro Planeta Tierra queda cada vez
más chico y los problemas son cada vez más comunes a todos, es decir que no solo se
globaliza el comercio, la información, sino también los problemas derivados de la falta
de cuidados al medio ambiente. Y también queda en claro que todos los hombres tienen
dos Patrias: el lugar donde nacieron y el Planeta Tierra y con ambas tienen
obligaciones.
Argentina es un país enorme, que contiene
desde selvas húmedas en el Norte a ambientes helados en la Antártida, cordilleras en el
oeste y plataformas costero-marítimas en el este, grandes ríos, llanuras interminables,
etc. Los científicos han determinado que por su clima y sus características homogéneas
hay en Argentina 18 eco-regiones. Las mismas son los Altos Andes, la Puna, los Montes
de Sierras y bolsones, la Selva de las Yungas en el noroeste., el Chaco Seco, el Chaco
húmedo, la Selva paranaense en el noreste, los Esteros del Iberá, los Campos y
Malezales, el Delta y las Islas del Paraná, el Espinal, la Pampa (no solo la Provincia
homónima), el Monte de llanuras y mesetas, la Estepa Patagónica, los Bosques
Subantárticos, las Islas del Atlántico Sur, el Mar Argentino y la Antártida Argentina.
Todo esto conforma paisajes impresionantes, una riqueza en biodiversidad excepcional y
una diversidad de ambientes extraordinaria, esto es hoy una gran alternativa para el
turismo internacional, que cada vez se vuelca mas hacia nuestro país.
Pero a esta “industria sin chimenea” hay
que mantenerla, fomentarla y sobre todo apostar a la conservación. El turismo
representa en la actualidad notables posibilidades de generar recursos e inversiones, lo
que se traduce en trabajo y desarrollo. Pero en contraste con esta imagen positiva
debemos saber que, por ejemplo, estamos batiendo todo tipo de récord en materia de
desmonte.
Así, se estima que en la época colonial
había en Argentina, no menos de 160 millones de hectáreas con bosques y selvas, en el
primer censo realizado en 1914 ya se había disminuido a 105 millones de hectáreas, que
para 1956 eran solamente 60 millones. Algunos autores consideran que en el año 2000
no quedaban más de 45 millones de hectáreas y casi todas muy degradadas, otros
opinan no más de 28 millones de hectáreas en total, es decir que haciendo un promedio
obtenemos unas 36 millones de hectáreas, es decir apenas del 23% del total original.
Esto daría una media de unas 250.000 hectáreas/año de desmonte, pero con el auge del
cultivo de la soja y nuevas tecnologías que permiten su cultivo en regiones
tradicionalmente “más secas” algunos autores opinan que en los últimos años el
desmonte rondó las 500.000 hectáreas/año.
El área más comprometida es el Chaco
seco, donde se produjo un 70% de los desmontes, luego le sigue el Espinal, el Monte, la
Selva misionera y las Yungas y dentro de esta el área, el pedemonte es la más
comprometida. En el año 2005 se estima que no quedan más que el 12,8% de la
superficie original de selvas y bosques, es decir que resisten solamente unas 20 millones
de hectáreas, algo realmente preocupante.
En 1997 Argentina se había comprometido
ante el mundo en conservar por lo menos el 10% de cada tipo de ecosistema de bosque
y selva. Entre Argentina, el Uruguay y el Sur del Brasil existían unos 700.000 km2 (dos
veces la Provincia de Buenos Aires) de pastizales, llamados aquí pastizal pampeano, que
debido a la facilidad de su conversión pasaron en gran medida al cultivo agropecuario,
en todo el mundo este fenómeno es similar, y se conserva poco, menos del 0,7% de
estos ambientes está preservado, pero en Argentina ni siquiera alcanza un magro 0,3%.
Y no debe pensarse que su uso agrícola no produce daños, es similar convertir una
hectárea de pastizal, a desmontar la misma superficie o a un derrame de petróleo en el
mar. Por eso una especie emblemática para Argentina, el “Venado de las Pampas” está
francamente en vías de extinción
La sobrepesca en el Mar Argentino es
cuanto menos desafortunada, una especie tan común como la merluza, sigue en
problemas y comprometido su devenir. La erosión de los suelos es otro problema
alarmante, tanto sea por arrastre hídrico, como por viento (eólica), hay estudios muy
serios del INTA para la Patagonia realmente preocupantes.
Finalmente deseamos consignar que hay en
nuestro país hay declaradas unas 360 áreas naturales protegidas, sumando Nación,
Provincia, Municipios y Privadas, es decir apenas un 6,8% del territorio nacional, siendo
que el mínimo aconsejable estaría en el orden del 15%. Pero si analizamos un poco,
vemos que el 44% de estas Reservas Declaradas no poseen ningún tipo de control (es
decir son Parques en el papel) y solamente tienen preservación real las que representan
no más del 1,3 % de la superficie territorial Argentina.
Según los especialistas una región que
tenga más del 15% de su extensión preservada por área naturales está
“satisfactoriamente protegida”, la misma estará “insuficientemente preservada” cuando
proteja del 3 a 5% y “precariamente” cuando tenga menos del 3% preservado. Con este
criterio solamente sólo el 11% de las regiones naturales de la Argentina está
satisfactoriamente representado, (Bosques andino-patagónicos, las Estepas de la Puna y
las Estepas Alto-Andinas) en tanto que el 23% está insuficientemente resguardado
(Bosques y Esteros del Chaco húmedo, Selvas y Campos paranaense, Selvas de Yungas,
estepa patagónica árida y los Montes y Cardonales de la pre-Puna) y el resto, nada
menos que el 66%, apenas “precariamente”.
Debemos aclarar que se puede medir en
términos económicos el desastre que significa no preservar el medio ambiente, no solo
en cifras románticas, sino en números reales. Solo daremos dos ejemplos: cuando se
colmata una represa que costó miles de millones de dólares y endeudamiento externo,
que deja de producir un porcentaje de energía que hubiera significado desarrollo y
puestos de trabajo, solo en eso se podría cuantificar lo que hubiera significado preservar
las áreas boscosas que retenían el suelo. Cuando al paso de una industria contaminante,
o de una ciudad sin cloacas o de un área de suelo degradado, un río se ensucia, ¿cuánto
cuesta limpiar el agua potable de las ciudades aguas abajo? Y ¿qué calidad de agua está
tomando la población? Porque muchas veces el agua “potable” solo es tratada con cloro
para eliminar bacterias, pero el ser humano al consumirla está absorbiendo otros
contaminantes que pueden derivar en complejos problemas de salud y finalmente
¿cuánto le cuesta al sistema de salud estas enfermedades del agua, totalmente
prevenibles?.
Como se ve estamos hablando de algo más
que de Ecología, estamos planteado el problema ecológico a escala humana y que la
población en general acceda alimentos, agua y aire lo suficientemente limpios para
garantizar una calidad de vida aceptable. Esto también es justicia social.
El artículo 41 de la Constitución remarca
muy claro el cuidado y la preservación del medio ambiente, garantizando a todos los
habitantes a vivir en “un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano” y
obliga a utilizar el concepto de sustentabilidad, “para que las actividades productivas
satisfagan las necesidades presentes, sin comprometer las de las generaciones futuras”.
Avanza aún más al imponer el criterio que el daño ambiental debe ser reparado. Se
expresa con suficiente claridad en el párrafo siguiente, al disponer “el uso racional de los
recursos naturales, la preservación del patrimonio natural y cultural, la diversidad
biológica, la información y la educación ambiental”. Y obliga a la Nación a “dictar normas
que contengan los presupuestos mínimos de protección y a las Provincias, las necesarias
para complementarlas, sin que alteren las jurisdicciones locales”. Realmente sabios
conceptos, muy modernos y que se “agrandan” aún más al considerar los denominados
“derechos de tercera generación” o “derechos difusos” en el artículo 43 que dice
textualmente “toda persona podrá interponer acción expedita y rápida de amparo,
siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de
autoridades públicas o de particulares, que en forma actual o inminente lesione,
restringa, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegitimidad manifiesta derechos y
garantías reconocidos por esta Constitución”. “Podrán interponer esta acción contra
cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen el
ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor”. Resulta lo suficientemente claro
lo mandado y garantizado por nuestra Constitución Nacional. Resulta también muy clara
nuestra carta magna al garantizar el concepto federal en toda su dimensión y
magnitud.
También se debe destacar que por el tipo
de organización que prestan estos servicios, para garantizar la conservación de la
diversidad biológica y los ecosistemas, solo el concurso de las Provincias hará posible
una acción de conjunto. Está perfectamente establecido en el Título segundo “Gobierno
de Provincia” en el art. 124, último párrafo “corresponde a las Provincias el dominio
originario de los recursos naturales existentes en su territorio”, por lo tanto las únicas
que pueden someter a intangibilidad, explotación racional o sustentable, según
corresponda en cada caso, una parte de sus tierras, son las Provincias de la República
Argentina.
También se establece que los Presupuestos
Mínimos para el medio Ambiente, los establecerá la Nación, (Art. 41) esto entonces
requiere una coordinada planificación estratégica, entre la Nación y las Provincias
destinada a preservar efectivamente todos los ecosistemas. Como se podrá ver estas
decisiones que sobrepasa ampliamente las fronteras inter-provinciales, implica la
preservación de áreas naturales y culturales de la Nación y aún más excede en el tiempo
a una o dos generaciones, sino que garantiza la calidad de vida de la generaciones
futuras, requiere una definición de Política de Estado.
En el Capítulo cuarto, “Atribuciones del
Congreso”, artículo 75, “Corresponde al Congreso”, art. 2º el tema impositivo y su
distribución equitativa entre las diversas Provincias. Uno de los aspectos que se remarca
radica en disponer un sentido netamente federalista en materia de coparticipación de
recursos entre la Nación y las Provincias. El objetivo principal entonces es dotar al
sistema rentístico de un auténtico sentido federal y establece una nueva forma de
distribución, tendiente a establecer un grado de equivalencia de desarrollo, calidad de
vida e igualdad de oportunidades para todo el país.
A los efectos de lograr estos objetivos se
establece expresamente la necesidad de que exista en cada nivel de gobierno
correspondencia fiscal, ya que el apartamiento a este principio tiene como resultado el
atraso social y económico de los pueblos en los cuales se materializa. Resulta ahora
subsanar todas aquellas situaciones que de hecho impliquen el alejarse del mismo, ya
sea que se trate de servicios prestados sin la correspondiente asignación o se trate de
vacíos legales que produzcan desconocimiento y por lo tanto deriven ante la falta
concreta de financiación de verdaderos servicios.
Partiendo de la base que los Estados
Provinciales prestan servicios de naturaleza ambiental, que hasta el momento no son
reconocidos y menos aún resarcidos como corresponde, la presente legislación viene
entonces a llenar este vacío legal existente, que beneficia a los más privilegiados y
desatiende la sustentabilidad necesaria de un ambiente sano, que aportan precisamente,
sin compensación alguna, los servicios medio ambientales radicados generalmente en
áreas provinciales, en general alejados y periféricos.
Sin embargo la falta de medios y la genuina
compensación significan la progresiva destrucción en la prestación de dichos servicios.
En otras palabras, al no reconocerlos como tales y valorados en consecuencia, se camina
hacia la destrucción progresiva e irreversible de las fuentes productoras de los mismos,
es decir de los valiosos recursos naturales existentes en la República Argentina. Porque
la garantía de los ciudadanos a gozar de un ambiente saludable y el traspaso efectivo de
los recursos naturales a las áreas y jurisdicciones provinciales está expresamente
consagrado en la misma Constitución.
La coparticipación de impuestos entonces
aparece como la vía más apta para poder financiar estos servicios medio ambientales y
preservar valiosos recursos de biodiversidad, suelos, agua, bosques y selvas, etc. Siendo
la coparticipación de impuestos la forma de coordinación financiera adoptada por nuestra
Constitución para recaudar y distribuir fondos entre los distintos niveles de Gobierno
mediante la utilización de criterios e indicadores económicos y políticos resulta
totalmente lógico el camino para financiar la permanencia y sostenibilidad de estos
servicios.
El concepto que encierra lo solicitado se
basa en que los servicios medio ambientales, que se efectúan mediante procesos
naturales en las diferentes eco-regiones, satisface a necesidades colectivas imperiosas
(tan necesarias como contar con agua potable, captación de dióxido de carbono,
provisión de oxígeno atmosférico, conservación de la biodiversidad, etc.). Además se
convertirá a los mismos en una poderosa herramienta de equidad, debido a que
teniendo parámetros definidos para todas las Provincias, la aplicación de fondos resultará
en disminuir las desigualdades existentes a la fecha (que entre otras causas se deben a
las malas prácticas distributivas actuales).
Para poner los conceptos vertidos
anteriormente en palabras más sencillas, de la misma forma que se transfirieron a las
Provincias los servicios de educación y salud pública, también se transfirieron los
recursos naturales, pero mientras que para los primeros se pautaron partidas
presupuestarias para proseguir con su normal funcionamiento, no ocurrió lo mismo con
respecto al medio ambiente. De seguir deteriorándose los descritos bienes ecológicos y
las provincias incapacitadas para contener los desmontes, el sobrepastoreo, etc. las
consecuencias de estas malas prácticas no solo las soportarán las mismas, sino que el
deterioro de las fuentes de agua, la falta de aire limpio, etc. pasarán a ser males de
todos los ciudadanos, vivan lejos o cerca del área del problema.
Por que la conservación tiene su costo y
muchas veces excede la capacidad financiera de cada Provincia, debido a que hay que
considerar que engloba dos tipos de costos: los directos y los de oportunidad. Los costos
directos están vinculados a las erogaciones asumidas para conservar, traducidos en el
cuidado y el mantenimiento de las áreas naturales protegidas (y esto se puede ver
claramente que ante la decisión política de conservar, luego la falta concreta de medios
obliga a tener los denominados “parques de papel”), la educación y las prácticas
necesarias para conducir en forma óptima zonas de amortiguación, etc..
Pero también hay pérdidas en los costos de
oportunidad, es decir aquellos devenidos por la inmovilización de tierras, árboles, etc.
que retirados podrían producir una renta directa, que en el caso de la tenerlos
preservados no ocurre (de aquí el notable aumento de los desmontes para contar con
tierras para implantar cultivos de soja, por ejemplo, aunque la propia marginalidad de
dichas terrenos, conspiren contra la sustentabilidad de los mismos).
Queda en claro que el espíritu de los
legisladores que reformaron la Constitución en 1994 puso especial énfasis en reconocer
la justicia social que implica también en que el ser humano pueda vivir, trabajar y
desarrollarse en un medio ambiente sano, esto también hace a la calidad de vida y la
dignidad propia del ser humano. También garantiza la nueva generación de derechos
que implica que ningún ciudadano tenga que vivir bajo pautas malas de calidad
ambiental (ruidos molestos, humos, olores, etc.) provocados en forma irresponsable
por el emisor de los mismos. ¿Cómo ensamblar entonces estas realidades? Creemos que
se puede actuar desde dos tipos de actitudes, las viejas prácticas de reprimir, prohibir,
cercar, vallar, etc. que como demostramos no es la forma en que evolucionó el concepto
ambientalista, o bien tomar la ofensiva y pasar a ser proactivos.
La principal forma de generar conciencia y
desarrollar valores al respecto es primero conociendo y evaluando, inter-
disciplinariamente, los valores, incluso a nivel económico, de lo que significa tener una
ambiente conservado y realizando prácticas sustentables en el resto y segundo contando
con los medios para actuar en consecuencia. Lo coparticipación de una parte de los
impuestos destinadas a las Provincias que participen, junto a la Nación, en las metas
acordadas en materia de medio ambiente, aparece como la solución proactiva y práctica
para lograr dichos fines. Y es el momento de actuar, si solamente quedan menos del
15% de los Bosques y Selvas de los argentinos, si inmensas porciones del territorio
nacional se están desertizando, no hay más tiempo que perder.
En 1992 se realizó en Río de Janeiro
(Brasil) la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Medio Ambiente,
(CNUMAD) conocida como “Eco-Río ‘92” fue el mayor evento mundial hasta el presente y
marcó un antes y un después. Unos 15 días antes, el 22 de mayo de 1.992, en Nairobi
(Kenia) las Naciones del mundo adoptaron una Convención Global sobre la Diversidad
Biológica, que presentada en la Eco-Río ’92 se firmó en forma instantánea por un
número récord de países y otros lo hicieron con posterioridad. Este convenio marca un
hito en el campo del ambiente y el desarrollo, dado que acepta el significativo punto de
que el impacto ambiental que más lamentarían sobre nuestra época las generaciones
futuras sería la pérdida de la biodiversidad, por que la misma es irrecuperable. El
documento que contempla lo descripto se denomina agenda XXI y en forma muy
sintética se puede expresar, que para alcanzar metas específicas en materia de manejo o
políticas conservacionistas es importante analizar no solo la diversidad (genes y especies)
sino sus ecosistemas y la estructura y función de estos. Argentina firmó este convenio y
la transformó en ley, que lleva el número 24.375. En el artículo 6º del Convenio se
establece que cada país signatario deberá elaborar estrategias, planes o programas para
la conservación y la utilización sostenible de la biodiversidad y la integración de esta
perspectiva en otros planes, programas y políticas sectoriales o intersectoriales.
Los principales lineamientos de la Estrategia
Nacional de Biodiversidad son los vinculados a los objetivos de la ley, en el capítulo
denominado “Aspectos económicos e incentivos para la conservación y el uso sustentable
de la diversidad biológica”. La principal finalidad es “desarrollar y aplicar, integrando las
dimensiones nacional, regional, provincial y municipal, adecuados instrumentos
económicos con capacidad de influenciar el comportamiento humano en los siguientes
propósitos: promoción de la conservación de la biodiversidad y promoción del uso
sustentable de los recursos biológicos” y dentro de esta finalidad se establece como
objetivos: “Planear la implementación de instrumentos económicos, tanto incentivos
como desincentivos, donde se juzgue necesario, en base al estado de situación
diagnosticado, para generar los cambios deseados en el comportamiento de los actores
sociales identificados como prioritarios”.
Esto quiere decir terminar con políticas
contradictorias como subsidiar desde el Estado la eliminación de bosques nativos o
pastizales para reforestar especies exóticas o aplicar altos impuestos a tierras
consideradas indispensables para sostener un ecosistema o una cuenca hidrográfica,
acciones muy comunes y altamente contradictorias que realizan casi todos los Gobiernos
del Mundo. Como orientación estratégica se propone “promover la discusión a niveles
nacional y provincial sobre la necesidad de introducir reformas fiscales que contemplen
aspectos tales como la captación del valor de los servicios ambientales y la redistribución
de la coparticipación provincia/municipio en función de los aportes en servicios
ambientales y en áreas destinadas a la conservación de recursos”.
La Provincia de Misiones, en 1999 logra
aprobar la Ley denominada “Corredor Verde” (nº 3.631) verdadero instrumento de
planeamiento bio-regional que propone, entre otros objetivos: salvar el último
remanente continuo de Selva Paranaense, preservar la rica red hidrográfica autóctona
que se sustenta en las altas cuencas y en su cobertura boscosa, unir las dos grandes área
de preservación (Parque Nacional Iguazú -Parque Provincial Uruguay con la reserva de
Biosfera Yabotí, etc. Para ello destina fondos extras en la coparticipación provincial a los
municipios que preservan áreas de selva, destinados específicamente a promover el
desarrollo sustentable. Esta ley misionera de vanguardia, es la primera, y hasta ahora la
única de este tipo, en Argentina y puede considerarse un paradigma.
Con el actual proyecto de ley se está
intentando claramente cumplir con estos grandes objetivos y lineamientos ya previstos
en leyes y convenios internacionales firmados por Argentina y remarcados
específicamente en la Constitución de 1994. Y son medidas tendientes a ser pro-activos,
es decir medidas no destinadas a prohibir, sino a crear y desarrollar, en forma conjunta
con la sociedad.
Poco tiempo después de la gran crisis de
Argentina de 2001, se sanciona la Ley General del Ambiente que no se pudo seguir
implementando, entre otras cosas por saldar las imperiosas deudas sociales, que se
habían contraído con la mencionada crisis. Siguiendo esta línea de acción ambiental y
federal, que trae aparejada consigo la Eco Río ’92, y la cargada agenda ambiental que
propone, las Provincias integran el Consejo Federal del Medio Ambiente, conocido como
COFEMA, que al igual que todos en Argentina, debe postergar avances por los graves
problemas económicos, políticos y sociales resultantes de la crisis. La Ley General del
Ambiente pone en relieve las funciones del COFEMA, coordinando el consenso federal. A
medida que acertadamente el nuevo Gobierno logra superar y salir de la crisis general,
nuevamente se va tomando con particular énfasis la temática ambiental, en este sentido
el último documento del COFEMA, en junio de 2006, reunido en la ciudad de Termas de
Río Hondo, establece pautas muy importantes y claves para el futuro.
En la parte denominada “una propuesta de
gestión” es importante resaltar la conjunción de objetivos y tendencias entre este
documento y la presentación de este proyecto de Ley, marcamos especialmente los
puntos: “En este sentido es relevante enfatizar la relación entre economía y ambiente, ya
sea definiendo como objetivo estratégico de las políticas de desarrollo nacional la
inclusión de la dimensión ambiental en la toma de decisiones económicas y, al mismo
tiempo, introduciendo herramientas económicas de promoción del desarrollo
sostenido”.
“Los hechos relatados demuestran que
estamos ante una oportunidad para que la implementación del desarrollo sostenible
encuentre condiciones donde confluyan voluntad política, demandas sociales y
necesidades del mercado”...
Perfectamente definidos y expuestos todos
los aspectos que hacen a la cuestión ambiental, a la conservación de la biodiversidad y
de los ecosistemas es necesario entonces que la Nación defina los denominados
presupuestos mínimos para cada eco-región de la Argentina y proceda a consensuarlas
con las mismas, a través del Consejo Federal del Medio Ambiente (COFEMA). Aceptados
estos aspectos centrales, además de estar cumpliendo lo ordenado por la Constitución,
habrá eco-regiones que queden en una sola provincia y la mayoría difundiéndose entre
dos o más Estados provinciales, que por otra parte deberán realizar su ordenamiento
territorial. Para obtener el máximo de beneficio ambiental se configurarán áreas
preservadas de distinta naturaleza, de acuerdo al criterio expuesto de “zonas núcleo” o
intangibles, “zonas de usos sustentable” o de convivencia entre la producción y la
conservación, una “red de corredores biológicos” que actuará como faja de conectividad
y las “áreas estratégicas para la conservación de la biodiversidad” para ampliar las
grandes unidades de paisaje..
De acuerdo al grado y magnitud de los
costos denominados “directos” y de “oportunidad” que tengan que afrontar las
Provincias, más los necesarios aportes para restauraciones imprescindibles para que las
eco-regiones permitan la sobrevivencia de todos sus componentes biológicos, se
determinará un índice de reaparto basado en analizar tanto la cuestión ambiental, como
la social de cada jurisdicción y con ello se efectuará un aumento de la coparticipación a
ser destinados específicamente por las Provincias para el resguardo y/o reparación del
medio ambiente y efectivizado a través de cuentas únicas, específicas y auditables para
controlar su eficaz aplicación..
Con ello el aporte de los ciudadanos,
realizados a través de los impuestos, servirá para compensar o pagar los servicios medio
ambientales que producen los ecosistemas, cuyo dominio corresponde exclusivamente a
las Provincias, y además permitirá conservar efectivamente el patrimonio natural de la
República Argentina. Puesto en otros términos el ciudadano urbano, en gran medida
receptor de estos servicios (en descontaminación, aire limpio, agua potable, etc.) más la
industria que normalmente es agente de contaminación y los productores agrarios que
utilizan agroquímicos y modifican el suelo con sus cultivos serán los responsables de
afrontar el costo de la conservación en la República Argentina.
Además de lo justificado y lógico de la
propuesta, Argentina pasará, de este modo, a conformar además de preservar todas sus
eco-regiones y su rica biodiversidad, a conformar una vanguardia que refuerce una
actividad creciente y de alta demanda mundial como es el turismo, en todas sus
variantes. Creemos que estando en sintonía con los nuevos paradigmas ambientales que
contienen los aspectos sociales y el desarrollo humano, en conjunción con tendencias y
compromisos mundiales asumidos por la República Argentina, por otra parte
garantizados por la Constitución de 1994, y con la concepción medio ambiental de
respeto federal a las Provincias Argentinas, se propone con esta ley dar cumplimiento a
grandes objetivos en esta materia, de manera real y concreta mediante la coparticipación
aumentada en función del cumplimiento de los presupuestos mínimos coordinados en
esta materia.
Para encarar seriamente la cuestión
ambiental y no solo como algo mediático que da rédito a la imagen de los rostros que
aparecen protegiendo, hay que saber que toda preservación tiene un costo que debe ser
compartido por todos aquellos que se consideran copropietarios del patrimonio Por lo
tanto si estamos hablando de patrimonio nacional, el esfuerzo para conocer y preservar
los recursos tenemos que hacerlo todos, recayendo el mayor esfuerzo sobre aquellos
sectores del país que depredaron consumiendo y se enriquecieron utilizando aquellos
recursos.
El drama de la disminución de la
biodiversidad y la desaparición de especies es un problema que atañe al descontrol del
desmonte por falta de política adecuada y de recursos para hacerla efectiva. Lo que
parece descuido de los Estados provinciales en el control de la aplicación efectiva de la
legislación vigente, se debe a la escasez de recursos humanos y materiales para hacerlas
efectivas. Para que realmente se pueda controlar el desmonte indiscriminado de los
campos hace falta personal capacitado, vehículos adecuados, sistemas satelitales de
control, dinero para combustible etc.
Asimismo, se debe crear conciencia de la
importancia del bueno uso y preservación de los recursos naturales de todo el territorio
nacional, incluyendo la pampa húmeda. En tal sentido, proponemos transformar a los
puesteros generalmente no propietarios de la tierra donde viven desde hace
generaciones, en una suerte de guardaparques, instruyéndolos adecuadamente en la
preservación. Estos guardaparques de hecho recibirían por su trabajo un sueldo con
aportes jubilatorios y derecho a obra social ya que prestarían un auténtico servicio a la
comunidad. Además deberían poder cobrar un valor resarcitorio cuando algún gran
predador les devore un animal de su propiedad. Este esquema requiere de recursos
humanos y económicos para implementarlo y controlarlo adecuadamente.
Hasta finales del siglo 19 el yaguareté se
enseñoreaba por todo el territorio de su provincia, por Córdoba, Santa Fe, todo el litoral,
Chaco, Santiago, Tucumán, Jujuy, Salta y Formosa. Ahora solo sobrevive en estas tres
ultimas y Misiones. El territorio que ganó el hombre lo perdió la bestia. Este patrimonio
de todos nosotros fue dilapidado por los colonos de estos territorios.
Entonces resulta natural, lógico, equitativo
y deseable que desde esos lugares provengan ahora los recursos para preservar la
supervivencia de esta especie, para lo que hacen falta recursos económicos para pagar
los guardaparques, las expropiaciones, la capacitación de la población rural y urbana, los
inspectores forestales, vehículos combustibles etc. Todos elementos imprescindibles para
concretar lo que los argentinos de bien deseamos. Aprendamos de los errores que
cometieron quienes ya exterminaron el yaguareté, el suri, el puma y tantas otras
especies que habitan donde ahora se levantan ciudades, plantas industriales, rutas; para
que nunca mas nos ocurra. Contamos pues, con la ayuda del argentino responsable que
vive donde ya se extinguieron las especies que queremos proteger.
Por todo ello y por las razones que
daremos en oportunidad de su tratamiento, pedimos el voto favorable de nuestros pares
para el presente proyecto de ley.
Firmante | Distrito | Bloque |
---|---|---|
IRRAZABAL, JUAN MANUEL | MISIONES | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
LOVAGLIO SARAVIA, ANTONIO | SALTA | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
PERIE, HUGO RUBEN | CORRIENTES | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
MONGELO, JOSE RICARDO | CHACO | FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ |
Giro a comisiones en Diputados
Comisión |
---|
RECURSOS NATURALES Y CONSERVACION DEL AMBIENTE HUMANO (Primera Competencia) |
PRESUPUESTO Y HACIENDA |